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Unidad I. Mente y cerebro: ¿unidad o dualidad?


Enviado por   •  19 de Octubre de 2017  •  Ensayos  •  2.417 Palabras (10 Páginas)  •  199 Visitas

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Unidad I. Mente y cerebro: ¿unidad o dualidad?

a) Naturaleza de la mente (apuntes precedentes)

b) Mente y libertad

Siempre se dice que el hombre es libre pero, ¿qué es lo que esto significa? No es tan fácil responder a esta pregunta, porque la palabra “libertad” se emplea para designar demasiadas cosas diferentes.

Por ello, es conveniente señalar el contenido más básico del adjetivo “libre”, para luego hablar de sus diversas aplicaciones. ¿Cuándo decimos que algo o alguien son “libres”? Muy simple: cuando queremos expresar su “no sujeción a otra cosa”. Es decir, se dice que algo es “libre” cuando no está “no sujeto a” otra cosa.

Como se puede observar, este significado es demasiado general y se presta para un gran número de aplicaciones. Así, por ejemplo, cuando decimos que “esa hoja es libre”, simplemente estamos indicando que no está sujeta a estar situada en un solo lugar – las ramas de un árbol, por ejemplo – gracias a que está siendo llevada a todas partes por el viento. Igualmente, cuando decimos “ese perro es libre”, podemos estar queriendo decir que este no tiene un amo o que está solo en la calle, lo que le da la posibilidad de  ir para donde quiera sin que se lo impidan.

En definitiva, la palabra “libertad” posee un sentido básico muy amplio que es susceptible de designar una gran cantidad de cosas. Y es justamente por esto por lo que no es tan fácil saber de qué estamos hablando cuando decimos que “el hombre es libre”.

Lo que aquí nos interesa es determinar el sentido que tiene la palabra “libertad” cuando concebida como una propiedad del ser humano. Todos tenemos la impresión de que realizamos actos voluntarios, que dependen de lo que decidamos desde nuestra mente personal. Por lo general, llamamos “libres” todos aquellos actos que son “voluntarios”. Ahora bien, ¿qué es lo que esto significa e implica? Asimismo, ¿se puede decir que los seres humanos somos realmente libres de acuerdo a este significado?

  1. ¿Existe la libertad?

Como se puede observar, la anterior pregunta está directamente vinculada con la de la mente humana, desarrollada en apuntes precedentes. En efecto, es dependiendo de lo que sea la mente humana y de su relación con el cerebro que podremos determinar si somos o no somos libres. ¿Realmente tomamos las decisiones que creemos que tomamos o lo que realmente está ocurriendo es que una serie de procesos cerebrales inconscientes está detrás de todos nuestros actos e, incluso, de las decisiones que determinan tales actos?

Como se vio en las clases mencionadas, la mente humana no es solamente de índole inmaterial en el sentido de que su ser sea irreductible a procesos físicos de orden mecánico. Además de ello, hemos argumentado a favor de la validez de una tesis bastante más arriesgada: la función intelectual humana no depende causalmente de procesos físicos que ocurren en el cerebro. No especificaremos el contenido de esta tesis, dado que ya fue explicada en clases anteriores. Basta con recordar lo más general: como las operaciones intelectuales (formación y almacenamiento de conceptos, formación de proposiciones, razonamiento) no dependen del cerebro para su realización, se puede decir que es la misma mente humana, entendida como el centro de nuestro yo personal, la que causa dichas operaciones. En conformidad con esto, se puede admitir lo siguiente: no toda causalidad entre la mente y el cerebro es desde el cerebro hacia la mente, sino que hay una serie de situaciones en las cuales la causalidad es realizada de manera inversa: desde la mente hacia el cerebro. Las operaciones intelectuales mencionadas son de esta naturaleza y se puede decir de ellas lo siguiente: todo lo que ocurra en el cerebro cuando son realizadas es causado por ellas y no al revés. Dicho de manera metafórica: no toda relación causal mente-cerebro es de “abajo” (procesos físico-químicos) hacia arriba, sino que algunas pueden entenderse de “arriba” (mente como un yo indivisible) hacia abajo.

¿Por qué lo anterior implicaría que el hombre sea libre? La razón es la siguiente: son nuestros pensamientos los que guían nuestros actos y no meros procesos físico-químicos de orden mecánico e inconsciente que ocurren en el cerebro. Nuestros pensamientos van primero, y por ello, nuestras decisiones son la fuente de aquellas cosas que hacemos. Estas últimas no son el mero resultado de procesos físicos inconscientes regidos por las leyes de la física, sino que son el fruto de acciones mentales regidas por el propio individuo.

A continuación, especificaremos el significado de las anteriores afirmaciones.

  1. Libertad ontológica:

Cuando aplicamos la palabra “libertad” al ser humano en su sentido más profundo, estamos diciendo lo siguiente: el hombre es un ser que no se encuentra determinado a realizar cierto tipo de actos en virtud de su naturaleza biológica. En efecto, exceptuando al hombre, todos los seres corpóreos:

 “(…) están dirigidos por leyes necesarias, físicas, químicas, biológicas e instintivas (…) obran siempre de acuerdo con esas leyes y consiguen así el fin al que están ordenados” (Octavio Derisi, Esencia y vida de la persona humana, Eudeba, Buenos Aires, 1979, p. 56).

Lo anterior significa que todos los seres materiales están sumidos a las leyes físicas, por lo que, dadas ciertas circunstancias, no pueden modificar su comportamiento. Dichos seres siempre se comportan igual.

Se podría objetar que los demás seres físicos sí pueden, en cierto modo, modificar su comportamiento. El agua, por ejemplo, se evapora con el calor y se congela con el frío. Sin embargo, si esta clase de ejemplos se examina bien, reparamos que aquello que realmente ocurre es que, dadas ciertas condiciones físicas, se siguen siempre ciertos comportamientos. El agua, a ciertas temperaturas y dadas ciertas condiciones, siempre se evaporará.

Lo anterior no es diferente en los animales, ya que todo lo que hacen responde a estímulos de orden instintivo regidos por leyes puramente biológicas. Solo actúan respondiendo a necesidades materiales, las cuales les vienen determinadas por su especie. Si un perro tiene hambre y está sano, no podrá resistirse a comer un pedazo de carne, a menos que otros estímulos sean superiores y se interpongan al de comer (como, por ejemplo, la presencia de un león que proteja el pedazo de carne y que ponga en riesgo la vida del perro).

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