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Ventana De Jhaori

19942611 de Diciembre de 2012

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La Ventana de Johari

sus intenciones. En el proceso de recibir «feedback», lo verdaderamente importante es ser un

buen oyente.

2

Capacidad de escucha

«La naturaleza nos ha dado dos oídos, dos ojos y una lengua», decía Zenón, filósofo de la

antigua Grecia, «para que podamos oír y ver, más que hablar». Y un filósofo chino hace la

siguiente observación: «El buen oyente cosecha, mientras que el que habla siembra». Sea como

sea, hasta hace muy poco tiempo se prestaba escasa atención a la capacidad de escucha. Un

exagerado énfasis en la habilidad expresiva había llevado a la mayoría de las personas a

subestimar la importancia de la capacidad de escucha en sus actividades cotidianas de

comunicación.

Un renombrado psicólogo dijo que deberíamos mirar a cada persona como si ésta llevara

colgado del cuello un cartel en el que se dijera: «Quiero sentirme importante». Evidentemente,

todos queremos sentirnos importantes. A nadie le gusta ser tratado como si careciera de

importancia. Y todo queremos, además, que dicha importancia sea reconocida. La experiencia

misma nos enseña que, si las personas son tratadas como tales, se sienten felices y procuran hacer

y producir más. Y quien se sabe escuchado se siente gratificado.

Durante cinco años, el departamento de educación de adultos de las Escuelas Públicas de

Minneapolis ofreció una serie de cursos destinados a mejorar la manera de hablar, y un solo

curso para mejorar la manera de escuchar, de ser un buen oyente. Los primeros estaban siempre

llenos: tal era la demanda; el segundo nunca llegó a darse, por falta de alumnos. Todos deseaban

aprender a hablar, pero nadie quería aprender a oír.

escucha. La audición se da a través del oído, mientras que el oír implica un proceso intelectual y

emocional que íntegra una serie de datos físicos, emocionales e intelectuales en busca de

significados y de comprensión. El verdadero oír se produce cuando el oyente es capaz de discernir

y comprender el significado del mensaje del emisor. Sólo así se alcanza el objetivo de la

comunicación.

Recientes encuestas indican que, por término medio, la persona emplea un 9 % de su

tiempo escribiendo, un 16 % leyendo; un 30 % hablando; y un 45 % escuchando. Se oye cuatro o

cinco veces más deprisa de lo que se habla. Las personas pueden hablar entre 90 y 120 palabras

por minuto, mientras que en ese mismo tiempo pueden oír entre 450 y 600 palabras. Es decir:

existe un tiempo diferencial entre la velocidad del pensamiento para poder pensar, para

reflexionar sobre el contenido y para buscar su significado.

Algunos autores ofrecen una serie de principios en orden a perfeccionar las habilidades

que son esenciales para saber oír:

1. Procure tener un objetivo al oír.

2. Suspenda todo juicio inicial.

3. Procure centrarse en el interlocutor, resistiéndose a todo tipo de distracciones.

4. Procure repetir lo que el interlocutor está diciendo.

5. Espere antes de responder.

6. Procure reformular con sus propias palabras el contenido de lo que dice su interlocutor

y la pasión con que lo dice.

7. Procure percibir el núcleo de lo que oye a través de las palabras.

8. Haga uso del tiempo diferencial para pensar y responder.

La ventana de Johari

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La ventana de Johari es una herramienta de psicología cognitiva creada por los psicólogos Joseph Luft y Harry Ingham —las primeras letras de cuyos nombre conforman la palabra Johari— para ilustrar los procesos de interacción humana. Este modelo se utiliza generalmente en grupos de autoayuda y en ejercicios corporativos de dinámica de grupo como un forma de heurística.

Este modelo de análisis ilustra el proceso de comunicación y analiza la dinámica de las relaciones personales.

Este modelo intenta explicar el flujo de información desde dos puntos de vista, la exposición y la realimentación, lo cual ilustra la existencia de dos fuentes, los "otros" y el yo.

Esta teoría se articula mediante el concepto de espacio interpersonal, que está dividido en cuatro áreas, cuadrantes, definidas por la información que se transmite.

Estos cuatro cuadrántes son:

- Abierto o libre: 1.- Lo que yo sé de mí. 2.- Lo que los demás saben de mí.

- Oculto 1.- Lo que yo sé de mí. 2.- Lo que los demás no saben de mí.

- Ciego 1.- Lo que yo no sé de mí. 2.- Lo que los demás saben de mí.

- Desconocido, perdido y oscuro 1.- Lo que yo no sé de mí. 2.- Lo que los demás no saben de mí.

Estos cuadrantes están permanentemente interactuando entre sí, es decir, si se produce un cambio en un cuadrante, este afectará a todos los demás.

Charles Handy llama a este concepto la casa de cuatro habitaciones de Johari.La primera habitación es la parte de nosotros mismos que los demás también ven. La número dos lo que los otros perciben pero nosotros no. La tercera es la parte más misteriosa del subconsciente o del inconsciente que ni el sujeto ni su entorno logran percibir y la última habitación es el espacio personal privado.

Según la teoría, la persona en la cual predomine el cuadrante abierto, funciona en forma más armónica y más sana, pues se muestra tal cual es, se conoce a sí misma y no vive con miedo a que los demás lo conozcan.

“LA VENTANA DE JOHARI”.

La ventana de Johari es un diagrama diseñado por los científicos Josep Luft y Harington Ingham con el fin de desvelar los misterios que abordan las cuestiones relacionadas con el grado de éxito o fracaso de la comunicación que se establezca dentro de un grupo de personas.

Según esta interpretación el YO del individuo queda dividido en cuatro áreas diferentes dependiendo de la información sobre sí mismo que comparte con los demás o que los demás captan de él. Así, las relaciones vendrían establecidas según el siguiente cuadro:

Área libre:

Es el Yo conocido, un área donde la información es conocida por el individuo y por el grupo, puede deberse a que sean cuestiones que el propio individuo ha facilitado al grupo o porque simplemente sea información de dominio público.

Área ciega:

En este área se engloban aquellas cosas que el individuo no alcanza a percibir sobre sí mismo (bien porque se ha acostumbrado a ellas o bien porque las niega inconscientemente) pero que los demás sí perciben sobre él. Se encuadra dentro de este área la imagen personal, el cómo deseamos que los demás nos vean, pero a pesar de que ocultemos información voluntariamente para crear esa imagen, no siempre conseguimos que la imagen que tenemos de nosotros mismos coincida con la que tienen los demás.

Área oculta:

Es nuestra intimidad, aquella información que nadie puede tocar, se trata de aspectos del individuo que le avergüenzan y que no quiere que nadie tenga conocimiento de ellos porque podrían perjudicarle (todo aquello que la persona considere negativo, perjudicial, inoportuno o reservado).

Área desconocida:

Es la zona donde se encuadran aquellas reacciones que desconozco porque jamás me he enfrentado a ellas, por tanto los demás tampoco pueden conocerlas. Pueden ser tanto sentimientos o impulsos reprimidos e inconscientes como habilidades o destrezas que no conozco sobre mí mismo.

Según estas áreas los individuos podrán pues, a la hora de mantener una comunicación, alcanzar distintos niveles dependiendo de la cantidad de información que muestren u oculten:

La flecha A nos muestra la vía por la que circula la mayor parte de la información compartida por los individuos. Es una vía que no supone esfuerzo ni riesgo para los individuos, la comunicación se realiza de forma voluntaria, consciente y con un propósito determinado. Por esta vía circula la información al alcance de todos, aquella que nosotros interpretamos como no perjudicial para nuestras relaciones.

La comunicación establecida por la vía B transmite información de forma involuntaria para el individuo, se trata de la información que nosotros no aportamos voluntariamente pero que sin embargo los demás captan de nosotros. En esta categoría se encuentran el lenguaje no verbal y la metacomunicación, nuestros gestos, nuestra forma de vestir, de vivir, nuestra forma de hablar o expresarnos facilita información sobre nosotros a cada momento incluso si tratamos de evitarlo.

La vía C comprende la información voluntaria y confidencial que un individuo decide aportar a otro por haberse ganado su confianza. Son cuestiones sobre nosotros que conocemos pero sólo revelamos a unos pocos seres debido a su alto nivel de privacidad.

Las flechas que establecen el tipo D de comunicación enlazan las áreas ciegas de los dos individuos. Es una comunicación mediante la cual los individuos se comprenden afines en sus sentimientos, desconocen su procedencia pero no niegan su existencia. Se incluyen en esta comunicación todas las influencias en los sentimientos de otra persona.

Las

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