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Violencia De género


Enviado por   •  13 de Mayo de 2015  •  2.501 Palabras (11 Páginas)  •  207 Visitas

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Violencia escolar y violencia de género

La violencia visible u oculta en las escuelas actualmente se está comenzando a estudiar actualmente en nuestro país. Sabemos que al interior de cada institución se gesta de manera indistinta, donde algunos alumnos se aprovechan o hacen uso de ella, mientras otros la sufren.

En pleno siglo XXI es poco lo que se sabe en México sobre la violencia escolar; entre las escasas investigaciones se encuentran la de (Gómez, 1996) sobre primaria. Desde luego, el fenómeno de la violencia escolar no es nuevo; si hacemos un recuento personal recordaremos que en más de una ocasión fuimos víctimas y en otras agresores y, al pasar el tiempo que es lo más grave pensamos que forma parte de la cultura escolar.

Existe un fuerte debate en torno a la definición del término violencia, su uso tiene aplicaciones muy diversas y hay quienes defienden, incluso desde esa perspectiva, la postura de que la naturaleza del fenómeno es sustancialmente diferente de algunas culturas a otras, por lo menos en determinadas manifestaciones (Sanmartín, 2006). No obstante estas diferencias, hay acuerdos sobre su significado que son más o menos aceptados y que la investigación ha ayudado a construir.

En una conferencia sobre política e investigación sobre el tema, celebrada en Noruega en 2004, convocada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), los países participantes publicaron conjuntamente un documento en el que coincidían en que las definiciones de violencia se refieren típicamente a “un ejercicio de poder injusto o abusivo, particularmente cuando es repetido y sistemático” (OCDE, 2004:3). Estos países reconocieron que existen “áreas grises” en cuanto a cuándo y en qué momento conductas inconveniente o poco respetuosas se convierten en violencia aun cuando sean menores pero de repetida aparición.

La violencia que me interesa resaltar para este trabajo es (….) la que un ser humano ejerce sobre otro ser humano. Fundamentalmente, consiste en una cierta fuerza empleada para producir en el otro efectos físicos o psíquicos que contrarían sus inclinaciones, sus propensiones y sus necesidades. Por consiguiente es una fuerza de conflicto, oposición y contradicción y tiende a suprimir, desde el punto de vista humano, a la persona que es objeto de ella (Domenach et al. 1981:36)

La violencia, en un sentido amplio, puede ser entendida como una acción que entraña un abuso de poder, en el que se transgreden los derechos humanos fundamentales: el derecho a determinar qué hacemos con nuestro cuerpo y qué se hace con él, y el derecho a tomar nuestras propias decisiones y a afrontar las consecuencias de nuestros propios actos.

De acuerdo con (Ortega, 2005) la violencia dentro de la escuela puede ocurrir entro un individuo y otro, entre grupos, o implicar a un conjunto escolar y aún a la institución en su totalidad. Algunos especialistas han expuesto expuesto que la violencia en un grupo escolar se presenta con mayor probabilidad cuando en éste predominan las sanciones o las formas disciplinarias rígidas como principales formas de control del maestro o la maestra sobre sus estudiantes, y cuando el profesor o la profesora no son capaces de lograr un liderazgo basado en el fomento del trabajo en equipos.

La violencia escolar también se manifiesta de distintos modos pero adquieren connotaciones diferentes dependiendo de las personas implicadas. De este modo, podemos distinguir aquella que ocurre entre el personal docente y el alumnado y aquella que se da entre el alumnado y, dentro de ambas, podemos detectar sesgos de género y violencia basada en el género.

El contexto escolar constituye uno de los espacios que más poderosamente influye en la construcción de la identidad personal de hombres y de mujeres, y de su futuro proyecto de vida. En cada contexto social se construye un conjunto de rasgos de pensamiento, de valoraciones, de afectos, de actitudes y de comportamientos, que se asumen como típicos y como referentes del deber ser y de pertenencia, según se sea hombre o mujer. Estos rasgos que revelan la identidad de las personas, contienen a la vez elementos asociados a los atributos, a los roles, a los espacios de actuación, a los derechos y obligaciones y a las relaciones de género. Se plantean de manera explícita a través del proyecto educativo, de la normatividad, es decir, parten del discurso de la institución escolar, o por lo general, son fragmentos del currículo oculto.

Violencia de género

La cultura marca a los seres humanos con el género, y el género marca la percepción de todo lo demás: lo social, político, lo religioso y lo cotidiano, (Lamas, 1995) la autora, retoma las ideas de Bourdieu, que plantea que existe gran dificultad para analizar la lógica del género, ya que se trata de una asociación que ha estado inscrita por milenios en la objetividad de las estructuras sociales y en la subjetividad de las estructuras mentales.

La violencia de género: Es la forma de violencia que se fundamenta en relaciones de dominación y discriminación por razón de género y en definiciones culturales donde lo femenino y lo masculino se entienden de manera desigual y jerárquica. “incluye maltrato físico, amenazas, coerción o privación de la libertad de ser y de actuar. Tiene como consecuencia un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer o el hombre, por el solo hecho de serlo” (INMUJERES, PNUD, 2006: 98).

La violencia de género se manifiesta de tantos modos que podemos ubicarla en los tres vértices del triángulo, ya que un solo acto violento puede mostrar a la vez su carácter directo y estructural cuando, por ejemplo, se trata de golpes e insultos que se producen bajo la dinámica de relaciones de dominación: los golpes e insultos (violencia directa) los cuales varían según sean hombres o mujeres quienes los reciban o los causen son infligidos por personas que se sienten superiores y ejercen violencia sobre aquellas otras que consideran inferiores (violencia estructural y cultural). En estos casos, por lo general son los hombres quienes dominan a las mujeres, y los padres de familia quienes dominan a sus hijas e hijos.

Se denomina violencia de género a aquella que los hombres llevan a cabo en contra de las mujeres. Desde pequeños a los varones se les inculca que la violencia es un medio aceptable para garantizar su dominio y para dirimir los conflictos. Si bien esto es lo más común, no debe ignorarse que también existen mujeres que ejercen violencia, debido a que es una práctica generalizada para enfrentar los problemas en la vida cotidiana. (García, 2007: 49).

Indagar sobre la construcción escolar de la masculinidad en la escuela constituye una prioridad ineludible en los contextos pedagógicos comprometidos con la igualdad entre los sexos. Y no sólo a favor de las chicas, sino también, y a la vez, a favor de los chicos.

Nos parece bien que las niñas evolucionen y que puedan crecer más libres que antes, pero los niños siguen atrapados en los estereotipos de una masculinidad inamovible, supuestamente dictada por la biología. Es injusto, es lamentable que los niños no puedan jugar a las muñecas, ni tomar clases de ballet, ni desarrollar libremente su sensibilidad. (Castañeda, 2002: 58).

Por otra parte, conviene tener en cuenta que en la actualidad el fracaso académico, el ausentismo escolar, los suicidios y las agresiones en los centros escolares son mayoritariamente masculinos. (Tomé y Rambla, 2001).

De ahí la conveniencia de impulsar desde el ámbito escolar tanto una actitud crítica ante las conductas violentas sexistas de algunos chicos como un conjunto de acciones pedagógicas orientadas a fomentar otras maneras de entender y de vivir la identidad masculina.

Educar a los chicos en la ética del cuidado de las personas, en la cultura de la paz y del diálogo, en la expresión de los sentimientos en el contexto de otros modelos amorosos (Altable, 2000), en el aprendizaje de las tareas asociadas convencionalmente a las mujeres, en el aprecio de los saberes y de los estilos femeninos, en la crítica a las actitudes de menosprecio a las chicas y en la oposición a cualquier tipo de violencia simbólica, psicológica y física contra las mujeres (y contra otros hombres) constituye un camino adecuado para favorecer tanto una mayor igualdad entre los sexos, dentro y fuera del ámbito escolar, como la adquisición escolar de los saberes, de las destrezas y de los valores asignados culturalmente a las mujeres y que no deben ser el patrimonio exclusivo de un sexo concreto sino de todos los seres humanos.

Algunos autores sostienen que la mayoría de los actos violentos son ejecutados por varones (Azaola, 1999), lo cual nos lleva a pensar que parecería haber una conexión entre el género masculino y la violencia que se ejerce. Las características de la masculinidad parecen estar asociadas con la violencia del individuo que se expresa cuando cree que su predominio puede perderse o esté en duda su masculinidad. De ahí la importancia de identificar y entender cómo se construye y expresa la masculinidad y los factores detonantes de violencia como reacción a posibles amenazas.

De lo anterior se infiere que la construcción social de la masculinidad tiene dos elementos básicos: el poder sobre el otro y la diferenciación de ese otro, en este caso de lo femenino, considerado de menor jerarquía.

Por su parte, la violencia contra las mujeres permanece, en tanto se asumen como normas ciertas prácticas represivas propias de contextos culturales donde ellas son consideradas inferiores o débiles (violencia cultural) y bastan esas caracterizaciones para justificar el maltrato.

De acuerdo con la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, Cap. I, Art. 5, Fracc. IV, la violencia contra las mujeres “Es cualquier acción u omisión, basada en su género, que cause daño o sufrimiento psicológico, físico, patrimonial, económico, sexual o la muerte tanto en el ámbito privado como en el público”.

Violencia de género dentro del triángulo de la violencia

“La violencia contra las mujeres, las niñas y los niños se relaciona con el grado de violencia social, política y económica, es decir, con la violencia estructural de una sociedad” (PUEG, 2008:2).

Al reconocer en el género el factor que determina formas diferentes de violencia que se ejercen contra mujeres u hombres, independientemente de la edad, se podrá visualizar mejor una construcción genérica de la violencia. Esto equivale a afirmar que la violencia es diferente cuando se dirige contra las mujeres que cuando se dirige contra los hombres. Gracias a la construcción de esta perspectiva se ha identificado una serie de tipos y modalidades de violencia que antes pasaban desapercibidos o apenas se cuestionaban, sobre todo en los casos específicos en los que el acto violento se dirigía contra las mujeres.

El contexto escolar constituye uno de los espacios que más poderosamente influye en la construcción de la identidad personal de hombres y de mujeres, y de su futuro proyecto de vida. En cada contexto social se construye un conjunto de rasgos de pensamiento, de valoraciones, de afectos, de actitudes y de comportamientos, que se asumen como típicos y como referentes del deber ser y de pertenencia, según se sea hombre o mujer. Estos rasgos que revelan la identidad de las personas, contienen a la vez elementos asociados a los atributos, a los roles, a los espacios de actuación, a los derechos y obligaciones y a las relaciones de género. Se plantean de manera explícita a través del proyecto educativo, de la normatividad, es decir, parten del discurso de la institución escolar, o por lo general, son fragmentos del currículo oculto.

Entre las actitudes discriminatorias hacia alguno de los géneros por parte del profesorado hacia alumnas y alumnos, el Informe Nacional sobre Violencia de género indica que los alumnos “manifiestan la sensación de que el personal docente toma en cuenta más a los niños que las niñas preguntándoles e, incluso, pasándolos más al pizarrón. (SEP, 2009:128).

Los resultados del Informe revelan que las burlas representan la agresión psicológica más común y cotidiana. De el alumnado de sexto de primaria y de secundaria entrevistado, 22% señala que “uno de los motivos para molestar a los niños es que éstos no cumplan con el estereotipo masculino” y una cuarta parte del alumnado (más niños que niñas), opina lo mismo de las niñas, es decir, se les molesta si no cumplen con los estereotipos femeninos (SEP, 2009: 101).

En la medida en que se deje de justificar el ejercicio de la violencia por parte de los hombres, los jóvenes y los niños, sólo porque son hombres, y las mujeres dejen de aceptarla, sólo por ser mujeres, niñas o adolescentes, y conforme respondamos activamente como sociedad contra la violencia que vemos en las calles o en otros espacios públicos y privados se podrá eliminar la violencia basada en el género, es decir, en las diferencias jerárquicas y desiguales que se producen al vivir bajo el predominio de los estereotipos de género.

Modificar dichos estereotipos nos conducirá a eliminar toda forma de violencia, en particular, la que se tolera, promueve, favorece y justifica en razón de la pertenencia a un sexo o a una identidad de género.

Resulta indispensable analizar y cambiar los estereotipos de género y las prácticas culturales que generan (basadas en prejuicios y costumbres que a su vez los fortalecen) como primera gran medida para prevenir y suprimir la violencia. (SEP, 2010: 134).

Como funcionan estos conceptos en la práctica y en ámbito escolar

En actitudes y comportamientos En actividades curriculares En interacciones y relaciones interpersonales

 Cuando el castigo es diferenciado para unas y para otros

 Cuando los niños excluyen o marginan a las niñas de sus juegos y viceversa

 Cuando se pasan por alto situaciones concretas de violencia o discriminación en la escuela

 Cuando se permite cierto clima de violencia dentro de la escuela

 Cuando se ridiculiza a alguien (sea alumna o alumno), y más grave, si esto ocurre frente a todo el grupo

 Cuando no se reconoce como violentos sino casi naturales o justificados ciertos actos que sí lo son y que así se indican en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia  Cuando como docente no se tiene una actitud de escucha ni se promueve la negociación de los problemas que se suscitan en el grupo

 Cuando no se promueven espacios para hablar pacíficamente sobre situaciones de violencia que se presentan mientras se realizan actividades escolares

 Cuando se favorecen ejercicios de competencia entre niñas y niños

 Cuando no se proponen actividades colaborativas ni lecturas que ayuden a niñas y niños a superar diversos tipos de discriminación

 Cuando en las clases de historia, geografía, español, y otras, no se explican las razones de la ausencia de las aportaciones de las mujeres al conocimiento y no se invita a investigar nada al respecto  Cuando se permiten los pleitos entre pares (niñas y niños9 sin que como docentes se intervenga para solucionarlos de manera no violenta.

 Cuando entre las y los adultos de la escuela (docentes, autoridades, personal administrativo, etc.) se tiende a resolver los conflictos mediante alguna forma de violencia

 Cuando las actividades de las y los adultos de la escuela están muy marcadas por diferencias de género.

 Cuando las y los docentes hacen muecas descalificadoras ante los errores del alumnado

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