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Yo Integral


Enviado por   •  8 de Enero de 2015  •  8.295 Palabras (34 Páginas)  •  385 Visitas

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I. PERSONA INTEGRADA

Eyer, Julita (1989). Persona integral.

Universidad Prodeo. Italia

Hay en nosotros un núcleo muy profundo siempre igual y en el que repercuten dinámicamente todas las vivencias internas y externas. Es el núcleo que nos hace decir "yo”. Sin embargo, en este núcleo, en esta hondura de mi yo se genera una energía con una doble orientación: hacia adentro de mí y hacia afuera de mí, hacia mi propio yo, y hacia el mundo y los otros. Es la energía que me hace decir "yo soy" y yo "soy siendo". El yo es el núcleo que genera y recibe pasivamente. "Soy" y "soy siendo,", esto es, existo y voy creando en mí la existencia, es decir la vida, el núcleo vital y la energía vital.

Este yo, no obstante, no está integrado ni unificado. No se mueve únicamente hacia adentro y hacia afuera de mí, sino que se ramifica en su mismo impulso generador en nueve dimensiones que tenemos que integrar de manera equilibrada hacia adentro y hacia afuera de nosotros mismos.

A todo esto lo denominamos integración del yo: Unificar todas las vertientes vitales, todas las dimensiones del ser en una continuidad consciente y constante hasta lograr una personalidad plena.

EL YO FÍSICO Y EL YO FISIOLÓGICO

Te mueves, ríes, cantas, hablas, rezas, te emocionas, piensas, sientes, experi-mentas aspiraciones y grandes ideales. Todo esto derrama vivencias, y una nube de vivencias nos envuelve constantemente. Las vivencias son pasajeras, viene una, viene otra, son oleadas constantes en nuestro cuerpo; oleaje incesante. Pero sabemos que hay algo que permanece invariable, idéntico a sí mismo el núcleo de mi yo donde se apoyan esas vivencias. Ese núcleo que debo poseer para llevar el timón. Ese núcleo que está sustentado precisamente por mi realidad física.

De este fondo sustancial, del cual mi cuerpo es el portador, brota el equipo de energías, tendencias y capacidades que constituyen el equipo dinámico-humano de personalización.

El cuerpo portador vive en dependencia radical del núcleo vital, pero el núcleo vital queda radicalmente dependiente respecto del cuerpo. Es lo que llamamos somatización. Cualquier movimiento en el hombre hace sentir su influjo en todo el hombre, en toda su dimensión personal. De allí nace la importancia de la educación del cuerpo. Mente sana en cuerpo sano; cuerpo sano, vida saludable.

Ahondar un poco en esto supone aclarar algo sobre nuestra realidad corporal.

El yo físico se puede considerar desde fuera: mi identidad externa; o desde dentro: mi identidad interna o fisiológica.

EL YO FÍSICO

Es el más simple, el más patente, el que podemos percibir con facilidad porque lo tocamos, lo sentimos, vemos, oímos y aun olemos. Pero el yo físico no es mas que el mediador para conectar con el exterior otros aspectos del yo mucho más profundos, menos perceptibles, pero tan hondamente reales como el físico o fisiológico que nos es patente, muchas veces es velo y obstáculo para la manifestación del verdadero yo. Sin embargo, es la primera aceptación consciente para la identidad: "Es mi cuerpo, me has dado un cuerpo y aquí estoy." Después del cuerpo está la mente, y nadie puede leer la mente de otro; nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, se traducen en gestos, palabras, posturas, expresiones faciales es decir en cuerpo, en velo que cubre el verdadero yo y que tiene que ser descifrado constantemente.

De allí que se pueda afirmar, con cierta certeza, “cuanto más transparente seas, mejor", y para eso hay que aceptarse. Aceptar la constitución recibida, sobre la cual muy poco podemos hacer.

Externamente esto supone aceptar estatura, complexión, cabeza, pelo, cara, mejillas, ojos en color y expresión, nariz, boca y labios, manos, dedos, piel, expresión de la sonrisa, etc. Lo que superficialmente llamamos identidad, la que aparece en pasaportes, tarjetas de identidad, contratos laborales, etc. Sin embargo, ¿me atrevo a vivir conforme a mi propia constitución? ¿Me atrevo a introyectarme para conocerme bien y atreverme a vivir según soy? De acuerdo a mi figura son mis vestidos, los colores que escojo, los estilos según mi propio físico. Si no me acepto tal cual soy, me convierto en instrumento de la moda. ¿Por qué me tengo que meter en la corriente aunque no le vaya a mi personalidad? Lo importante es que sea lo que soy. Si me va lo clásico, lo clásico; si lo exótico, lo exótico; pero no lo artificial, para no jugar con la propia imagen. ¿Qué se quiere decir en relación a los cosméticos? Lo importante en el yo físico externo, es quedarse libre, no dejarse manipular. Ser uno mismo. Siempre habrá gente a quien guste y gente a quien no agrade. ¿Te gustas y te amas a ti mismo o te dejas negligentemente y te rechazas? ¿Te amas sin querer cambiar? Esto es la libertad con respecto a lo físico. Es la lucha de aceptarlo en el periodo de la adolescencia. Esto es ser sincero, sin máscara. Sincerarse significa quitarse toda la cera. Aquí estoy, sencillo, tal cual soy; que todo ayude a la interpretación de mi yo interior; a la transparencia para mí mismo y para los demás. Este es el primer paso en la personalización: aceptarme tal cual soy, en mi unidad, es decir, fisonomía global –Gestalt- y en mi continuidad, o sea en la evolución biológica de mi físico, aceptándome y presentándome tal cual soy en cada etapa de mi fase vital, para transparentar también en cada fase mi realidad interior.

EL YO FISIOLÓGICO

La expresión visible, externa, de mi ser a través de mi cuerpo trae consigo otro aspecto de identidad, otro aspecto que se ha de integrar en el núcleo profundo del yo. Es el aspecto fisiológico que supone conocimiento y aceptación de cada uno de los órganos y sistemas que rigen la vida corporal del individuo. Este es un vasto campo de aceptaciones" y de decisiones voluntarias que nos llevan a vivir la salud integral.

Todos queremos mantenernos físicamente en forma y gozar de buena salud, pero no a todos nos es dado de la misma manera. Una cosa sí es "pareja" para todos: la fuerza vital que se presenta diferentemente según la edad; por ejemplo, poco cansancio en la segunda infancia, vigor en la juventud, fuerza y regocijo de la vida en la madurez cuando nos irrumpe alguna enfermedad.

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