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76 sermones del antiguo testamento de la biblia

mastershift10 de Septiembre de 2013

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76 Sermones Del Antiguo Testamento De La Biblia

El Rey David

13: La amabilidad abundante del Rey David

14: La fe inquebrantable de David en el Padre

15: La tolerancia del Rey David

16: El amor del Rey David por sus hijos rebeldes

17: El Rey David, un hombre de Dios

18: La alabanza de Dios por el Rey David

19: David expresa su concepto de Dios en sus Salmos

20: El segundo Salmo de David no alude a Jesús

21: David lamenta las injusticias existentes en su reinado

22: David contempla la vida después de la muerte

23: Jesús explica el Salmo 18

24: Explicando sacrificios eclesiásticos durante la era del Rey David

25: El Salmo Veintitrés

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13: La amabilidad abundante del Rey David

Recibido el 21 de Julio de 1958

Yo estoy aquí, Jesús.

Te estuve informando sobre aquellas narrativas en el Antiguo Testamento, donde Dios se visualiza como un Dios de Amor, si no el Padre del Amor Divino, entonces el Jehová, cuyo Amor brilla en este nivel humano, exhibido por Sus hijos. En los sermones antecedentes, señalé cómo el amor entre hermanos, entre padre e hijo, y entre parientes políticos, refleja este Amor entre el hombre y su prójimo, indicativo del alma humana creada a imagen del Padre.

En este sermón, y en otros que seguirán, deseo informarte el desarrollo de este amor humano, como el más grande de los reyes de la nación Hebrea lo poseía, David Ha-Melec, como el pueblo Judío, con el más profundo afecto, le llama y siempre le ha llamado a lo largo de los siglos.

David, el menor de los hijos de Jesé (Isaí), un próspero terrateniente y ganadero de Belén, era un joven fuerte y ágil, que se dedicaba tanto a los sentimientos poéticos, como a la caza, y su padre vio, que se le debían dar lecciones de música, como se la entendía en estos tiempos. Cuando rey Saúl comenzó a sufrir de ataques de melancolía y cólera, se lo arregló para llevar a David a la corte como arpista, para sosegar a Saúl en sus momentos difíciles, pero David pronto logró ser el portador de armas de Jonatán, y le acompañó en varias incursiones en las líneas de los Filisteos. Por el otro lado, David nunca fue ungido en secreto por Samuel, para que llegase a ser el siguiente rey de los Hebreos, y esta historia fue insertada muchos años posteriormente en las Escrituras, cuando David ya ocupaba el trono en Jerusalén, a fin de fortalecer la pretensión de David de su legitimidad, haciéndolo aparecer como si Dios le hubiese elegido a través de Samuel, Su profeta. En realidad, David se apoderó del reino en una guerra contra el hijo de Saúl, Ishbaal, después de la muerte de Saúl y Jonatán en el Monte Gilboa. Generalmente se aceptaba, que Dios daba la victoria a su candidato predilecto.

De la misma manera, el relato del triunfo de David sobre Goliat de Gat, es sencillamente una leyenda, y nunca sucedió. El gigante Filisteo realmente fue muerto en batalla, pero por Elhanán, un soldado de David. Toda la narrativa del regreso de David a la casa de su padre, el enojo de su hermano, cuando apareció en el frente de batalla, su incapacidad de utilizar armadura, la completa ignorancia del rey acerca de David después, y la llevada de la cabeza del gigante a Jerusalén, cuando la ciudad todavía estaba en manos de los Jebuseos, pues David sólo la capturaría muchos años después, todo esto muestra la mano de un autor posterior, que introdujo en las Escrituras esta fábula de la hazaña de David, para enriquecer su fama de gallardía, y para destacar su confianza en Dios.

Pues David tenía fe implícita en el Padre, y buscaba Su ayuda y protección en cada movimiento suyo, y a través de sus oraciones a Él, sentía que Él le apoyaría y le liberaría de las manos de sus enemigos, incluso en las circunstancias más calamitosas. David cometió fechorías, malas en los ojos del Padre, y sabía que eso era mal hecho, y también cometió muchas maldades, que nacieron de las circunstancias prevalecientes de aquel entonces, y no las reconocía como malas en aquel momento, pero por las cuales tenía que rendir compensación con todo, sin embargo, la separación de David de Dios siempre era temporal, y siempre buscaba al Padre por Su perdón, por seguridad y salvación, y toleraba estoicamente, lo que sentía eran las respuestas de Dios para él, transmitidas a través de los profetas de su época, Natán y Gad.

Y es la verdad, que Dios sí liberó a David, a través de Sus ayudantes, de las manos de sus enemigos y su envidia, como Dios siempre libera a Sus hijos de los problemas del mundo material, los sostiene con valentía en los tiempos de aflicción, y prepara las circunstancias, en el momento apropiado, y a través de Sus agentes, en la carne y en el mundo de los espíritus, que reemplazan la malignidad de las condiciones físicas prevalecientes y las inclinaciones de seres humanos no redimidos. E incluso cuando las leyes materiales, que rigen las condiciones materiales, no pueden ser abolidas, y acaece la muerte, el alma humana siempre puede, en la actualidad, recibir el Amor Divino del Padre, y la felicidad, de una naturaleza, que el ser humano no tiene concepción alguna, que deriva de la posesión del Amor del Padre y una morada en Sus Cielos Celestiales, o de hecho la felicidad, que proviene de una alma purificada y un alto lugar en los Cielos Espirituales, que anula la infelicidad, que pueda presentarse al abandonar el mundo material y sus atracciones.

Y cuando David escribió sus Salmos, los que realmente escribió, tenía una comprensión transcendente, aunque no la posesión, del Amor Divino de Dios y Su Misericordia por él y por la humanidad, y su propio amor por Dios coincidía y estuvo concomitante con su amor y generosidad hacia otros seres humanos. Porque, como todos los pecados de David, poseía un corazón lleno de cariño, que superaba a creces, a lo que se podía anticipar de un refugiado, cazado por un rey celoso y, por el otro lado, del monarca Hebreo más poderoso de todas las edades, cuyos antojos y deseos eran ley.

Y si bien David está aquí, agradeciéndome porque diga esto, tengo que decir con toda imparcialidad, que la vida de David abundaba de cariño, caridad y generosidad, y en las líneas que siguen, expondré cómo estos maravillosos Dones del Padre para David, fueron utilizados, para el eterno honor de David, para ayudar, perdonar y abstenerse de la venganza. Tanto la nobleza fundamental del corazón de David, como su valor en la guerra, fue comprendido y apreciado plenamente por Jonatán, el hijo de Saúl, y el amor y la amistad entre los dos llegaron a ser legendarios a lo largo de los siglos. Vemos cómo la fidelidad de Jonatán hacia su amigo fue extremadamente útil en que David pudiese escaparle a Saúl, y lo mismo puede decirse de Mical, su esposa.

Jesús de la Biblia

y

Maestro de los Cielos Celestiales

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14: La fe inquebrantable de David en el Padre

Recibido el 22 de Julio de 1958

Yo estoy aquí, Jesús

En historias y comentarios innumerables sobre David, su valor en la batalla, su poder de liderazgo, su habilidad en la ampliación de las fronteras de la nación Hebrea, e inevitablemente, sus pecados con Bath-sebah y su esposo Urías, son aquellos temas que surgen constantemente, y quizá estén garantizados y justificados para apreciar las cualidades del hombre, juzgando su carácter, y también debo añadir, desde el punto de vista religioso, su fe inquebrantable en el Padre y, desde luego, esto es verdad, pero también quiero decirte, que David también fue un hombre de un calor personal, y que demostraba cariño y compasión, no como un deber, del que pensaba que lo debía a Dios, sino que venía de su corazón, y que sentía como un se humano.

Por lo tanto, David abrigó un profundo afecto hacia Jonatán, considerándolo un amigo leal, y sintió compasión con el joven, cuyo padre era irascible y, a veces, incontrolable en sus ataques de cólera. Se unían en deportes viriles de aquella época, apropiados para el hijo de un monarca y su escudero, y llegaron a un mutuo aprecio de su brío en incursiones y en la caza. La infelicidad de Jonatán, como hijo del rey Saúl, que le hubiese sacrificado para cumplir con un juramento, como ocurría en los tiempos más antiguos, en los días de los Jueces, se aliviaba por su amistad con David, y por eso no nos debería sorprender, que él actuara para salvar a su amigo de la persecución por el hombre, que tantas veces no era como un padre para él.

Y así, Jonatán pactó con David: "Y si yo viviere, harás conmigo misericordia del SEÑOR; mas si fuere muerto, no quitarás perpetuamente tu misericordia de mi casa." (1 Samuel 20: 14 – 15) Pues David y Jonatán sabían en sus almas, que el cariño en la humanidad provenía de Dios, y que la ley de Moisés exigía: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Y por lo tanto, comprendían que el Amor del Padre actuaba a través del Amor, que el hombre le tenía al hombre, pero no tenía, por supuesto, ninguna idea, de que el Amor Divino fuese diferente del amor, que Moisés había proclamado: El amor por Dios y por el prójimo. Reconocían que el alma podía purificarse, pero jamás que podía llegar a ser Divina, a través del Amor del Padre, porque este Amor estaba desconocido y no podía ser poseído por la humanidad, hasta que yo, como el Mesías de Dios, llegué a la posesión de aquel Amor y proclamé su disponibilidad para la humanidad.

Y

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