HABLA EL ANTIGUO TESTAMENTO
SANDYRODRIGUEZ218 de Octubre de 2012
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HABLA EL
ANTIGUO TESTAMENTO
Samuel J. Schultz
Un Examen Completo de la Historia y la Literatura del Antiguo Testamento
• Prefacio
• Introducción
• Capítulo 1: El período de los Principios
• Capítulo 2: La edad patriarcal
• Capítulo 3: La emancipación de Israel
• Capítulo 4: La religión de Israel
• Capítulo 5: Preparación para la nacionalidad
• Capítulo 6: La ocupación de Canaán
• Capítulo 7: Tiempos de transición
• Capítulo 8: Unión de Israel bajo David y Salomón
• Capítulo 9: El reino dividido
• Capítulo 10: La secesión septentrional
• Capítulo 11: Los realistas del sur
• Capítulo 12: Revolución, recuperación y ruina
• Capítulo 13: Judá sobrevive al imperialismo asirio
• Capítulo 14: El desvanecimiento de las esperanzas de los Reyes davídicos
• Capítulo 15: Los judíos entre las naciones
• Capítulo 16: La buena mano de Dios
• Capítulo 17: Interpretación de la vida
• Capítulo 18: Isaías y su mensaje
• Capítulo 19: Jeremías—un hombre de fortaleza
• Capítulo 20: Ezequiel—el atalaya de Israel
• Capítulo 21: Daniel— hombre de estado y profeta
• Capítulo 22: En tiempos de prosperidad
• Capítulo 23: Isaías y su mensaje
• Capítulo 24: Las naciones extranjeras en las profecías
• Capítulo 25: Después del exilio
Prefacio
La Biblia vive hoy. El Dios que habló y actuó en tiempos pasados con¬fronta a los hombres de esta generación con la palabra escrita que ha sido preservada en el Antiguo Testamento. Nuestro conocimiento de las antiguas culturas en que este documento tuvo su origen, ha sido grandemente incre¬mentado mediante descubrimientos arqueológicos y las crecientes fronteras ampliadas de la erudición bíblica. La preparación de esta visión general, destinada a introducir al estudiante de las artes liberales y al lector laico en la historia y la literatura del Antiguo Testamento, ha sido impulsada por más de una década de experiencias en las aulas. En este volumen intento ofre¬cer un bosquejo de todo el Antiguo Testamento a la luz de los progresos contemporáneos.
En mis estudios de graduación estuve expuesto a un amplio campo de interpretación del Antiguo Testamento, bajo el Dr. H. Pfeiffer en la Uni¬versidad de Harvard, al igual que los Drs. Alian A. MacRae y R. Laird Harris del Faith Theological Seminary. A tales hombres me liga una deuda de gratitud por un entendimiento crítico de los problemas básicos con que se enfrenta el erudito del Antiguo Testamento. No es sin la conciencia del conflicto del pensamiento religioso contemporáneo respecto a la autoridad de las Escrituras que la visión bíblica de la revelación y autoridad se pro¬yecta como la base para una adecuada comprensión del Antiguo Testamento (ver Introducción). Dado que este análisis está basado en la forma literaria del Antiguo Testamento como ha sido transmitido hasta nosotros, las cues¬tiones de autoridad están ocasionalmente anotadas y los hechos pertinentes de crítica literaria se mencionan de pasada.
Se incluyen mapas para ayuda del lector en una integración cronológica del desarrollo del Antiguo Testamento. Las fechas de los períodos más an¬tiguos están todavía sujetas a revisión. Cualquier dato ocurrido antes de los tiempos davídicos tiene que ser considerado como aproximado. Para el Reino Dividido he seguido el esquema de Edwin H. Thiele. Puesto que los nombres de los reyes de Judá e Israel constituyen un problema para el lec¬tor medio, he dado las variantes utilizadas en este libro en las páginas 158-159.
Los mapas han sido diseñados para ayudar al lector a una mejor com¬prensión de los factores geográficos que han afectado a la historia contem¬poránea. Las fronteras han cambiado frecuentemente. Las ciudades fueron destruidas y vueltas a reconstruir de acuerdo con la variante fortuna de los reinos que florecieron y declinaron.
Es un placer rendir un tributo de agradecimiento al Dr. Dwight Wayne Young de la Universidad de Brandéis por la lectura de este manuscrito en su totalidad y su contribución de ayuda crítica en el conjunto de la obra. También quiero expresar mi agradecimiento al Dr. Burton Goddard y Wi-lliam Lañe de la Gordon Divinity School, así como al Dr. John Graybill del Barrington Bible College, quien leyó las anteriores versiones. Quiero dar las gracias de modo especial a mi amigo George F. Bennet, cuyo interés y consejo fueron una fuente continua de estímulo.
Deseo igualmente expresar mi agradecimiento a la administración del Wheaton College por concederme tiempo para completar el manuscrito, a la Asociación de Alumnos del Wheaton College por una subvención para investigación y a la Iglesia Bautista de Southshore de Hingham, Massachussetts, por proporcionarme facilidades para investigar y escribir. Estoy agradecido por el interés y el estímulo de mis colegas del Departamento de Biblia y Filosofía del Wheaton College, especialmente al Dr. Kenneth S. Kantzer que asumió responsabilidades presidenciales en mi ausencia.
A Elaine Noon la estoy agradecido por su exactitud y cuidado al meca¬nografiar todo el manuscrito. De igual forma ha sido altamente valiosa la ayuda de los bibliotecarios de Andover-Harvard y Zion. Estoy en deuda de gratitud igualmente con Cari Lindgren de Scripture Press por los mapas incluidos en el presente volumen.
Por encima de todo, este proyecto no hubiera podido llevarse a cabo sin la voluntaria cooperación de mi familia. Mi esposa, Eyla June, leyó y releyó palabra por palabra todo el trabajo brindándome su inapreciable crí¬tica, mientras que Linda y David aceptaron bondadosamente los cambios que este empeño impuso sobre nuestra vida familiar.
S.J.S.
Wheaton College
Wheaton, Illinois
Enero, de 1960
Introducción:
El Antiguo Testamento
El interés en el Antiguo Testamento es universal. Millones de personas vuelven a sus páginas para rastrear los principios del judaísmo, el cristianis¬mo, o el Islam. Otras personas, sin cuento, lo han hecho buscando su ex¬celencia literaria. Los eruditos estudian diligentemente al Antiguo Testamen¬to para la contribución arqueológica, histórica, geográfica y lingüística que posee conducentes a una mejor comprensión de las culturas del Próximo Oriente y que preceden a la Era Cristiana.
En la literatura mundial, el lugar qué ocupa el Antiguo Testamento es único. Ningún libro —antiguo o moderno— ha tenido tal atracción a escala mundial, ni ha sido transmitido con tan cuidadosa exactitud, ni ha sido tan extensamente distribuido. Aclamado por hombres de estado y sus subditos, por hombres de letras y personas de escasa o nula cultura, por ricos y po¬bres, el Antiguo Testamento nos llega como un libro viviente. De forma penetrante, habla a todas las generaciones.
Origen y contenido
Desde un punto de vista literario, los treinta y nueve libros que compo¬nen el Antiguo Testamento, tal y como es utilizado por los protestantes, pue¬den dividirse en tres grupos. Los primeros diez y siete —Génesis hasta Es¬ter— dan cuenta del desarrollo histórico de Israel hasta la última parte del siglo V, a.C. Otras naciones entran en la escena solo en cuanto tienen relación con la historia de Israel. La narración histórica se interrumpe mucho antes de los tiempos de Cristo, por lo que hay un intervalo de separación de cuatro siglos entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. La literatura apó¬crifa, aceptada por la Iglesia Católica, se desarrolló durante este período, pero nunca fue reconocida por los judíos como parte de sus libros aceptados o "canon".
Cinco libros, Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés y el Cantar de los Cantares, se clasifican como literatura de sabiduría y poesía. Siendo de na¬turaleza bastante general, no serán relacionados íntimamente con algún in¬cidente particular en la historia de Israel. Como mucho, solo unos pocos salmos se pueden asociar con acontecimientos relatados en los libros histó¬ricos.
Los diez y siete libros restantes registran los mensajes de los poetas, quienes aparecieron en Israel de tiempo en tiempo para declarar la Palabra de Dios. El fondo general y frecuentemente los detalles específicos dados en los libros históricos, sirven como clave para la adecuada interpretación de tales mensajes proféticos. Recíprocamente, las declaraciones de los pro¬fetas contribuyen en gran medida a la comprensión de la historia de Israel.
La disposición de los libros del Antiguo Testamento ha sido una cuestión de desarrollo histórico. En la Biblia hebrea moderna los cinco libros de la Ley están seguidos por ocho libros llamados "Profetas": Josué, Jueces, I y II de Samuel, I y II de Reyes, Isaías, Jeremías, Ezequiel y los Doce (los profetas menores). Los últimos once libros están designados como "Escritos" o hagiógrafos: Salmos, Job, Proverbios, Rut, Cantar de los Cantares, Lamentaciones, Ester, Daniel, Esdras-Nehemías y I y II de Crónicas. El orden de los libros ha variado durante varios siglos después de haber sido completado el Antiguo Testamento. El uso del códice, en forma de libros, introducido durante el siglo segundo de la Era Cristiana, necesitaba un orden definido de colocación. En tanto eran conservados en rollos individuales, el orden de los libros no era de importancia fundamental, pero según el códice fue reemplazado al rollo, la colocación normal, tal y como se refleja
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