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Curso De Homiletica


Enviado por   •  2 de Octubre de 2012  •  1.448 Palabras (6 Páginas)  •  684 Visitas

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Capítulo 1

Homilética

Introducción

El arte de predicar es denominado frecuentemente "HOMILÉTICA", que se deriva de la palabra griega "homilia", que significa "estar en compañía de, ejemplo, conversar y comunicar".

Hay dos aspectos distintos relacionados con la predicación. Primero, el divino; segundo, el humano. ¡La homilética es el estudio del aspecto humano! Predicar es el arte de comunicar la verdad divina a través de la personalidad humana. Un predicador es esencialmente un comunicador. Recibe la verdad de Dios y se la comunica a los demás hombres de manera efectiva. Dios da la revelación, pero el hombre provee la presentación.

Para hacer esto de manera efectiva, tiene que aprender primero a hacer varias cosas bien.

1. Esperando En Dios

Primero, tiene que aprender la manera de esperar en Dios, cómo estar tranquilo delante de su presencia y discernir su voz cuando le hable dentro de su propio espíritu. Todo sermón de valor comienza en el corazón y mente de Dios, que es la fuente de toda verdad. Él es el recurso de todo conocimiento. La primera tarea del predicador efectivo, es aprender a recibir los pensamientos de Dios. Rara vez escuchará Su voz de manera audible.

La verdad divina destilará tranquilamente hacia el interior de su espíritu como el rocío de la mañana. El predicador con futuro, debe esperar pacientemente en la presencia de Dios para recibir sus pensamientos y verdades preciosas que siempre desea compartir con aquellos que le buscan diligentemente.

Es bueno adquirir el hábito de pasar tiempo en la presencia de Dios. Separe una porción de cada día para entrar ante su presencia y esperar pacientemente en Él. Pronto aprenderá cómo percibir su voz, la cual, le hablará apaciblemente en su espíritu.

No deberíamos entrar en la presencia de Dios sólo con la idea de "conseguir un sermón". Necesitamos entrar ante Su presencia, primeramente, con el propósito de exponernos con regularidad ante su divino escrutinio y consejo.

Precipitarnos en su presencia con urgencia porque "necesitamos un sermón para mañana", no es ciertamente la actitud de un corazón que pueda recibir Sus maravillosas verdades. Deberíamos dar a la verdad oportunidad para que tenga su efecto sobre nosotros antes de que nos dispongamos a compartirla con los demás.

2. Estudiando La Biblia

Sería ideal que el predicador viniera delante de Dios con su Biblia en la mano. Haciendo tiempo para sentarse tranquila y pacientemente delante de Dios de esta manera. Pídale iluminación e inspiración de Su Palabra. En oración busque el consejo, la sabiduría e instrucciones del Señor en su Palabra a medida que extiende las páginas de la Biblia ante sus ojos en su divina presencia. A veces es bueno seguir un patrón regular de lectura, empezando en el sitio donde la dejó el día anterior. Esto le ayuda a recorrer la Biblia de una manera consistente, en lugar de tomar pasajes de aquí y de allá, dejando amplias porciones de las Escrituras sin leer. En otras ocasiones, podría buscar algún impulso del Espíritu con respecto al lugar donde debería leer. De esa manera evitaría caer en la rutina.

3. Tenga Una Libreta De Notas

Es esencial que tenga una libreta de notas en la cual registre los pensamientos e ideas que le vienen a su mente en esos tiempos de quietud en los que espera la dirección de Dios. Es sorprendente lo rápido que se puede olvidar la verdad más maravillosa, si el pensamiento no es registrado mientras está fresco en su mente. Adquiera la práctica de escribir cada pensamiento significativo que venga a su mente cuando lea las Escrituras en oración. Si un tema se lo sugiere, sígalo y profundice todo lo que pueda en su contenido. De esa manera acumulará una buena fuente de materiales aptos para sermones.

Repase el material de vez en cuando. Los pensamientos comenzarán a expandirse en su corazón. Descubrirá que algunos temas ocuparán su mente por semanas, ensanchándose de manera continua a medida que medite en ellos.

Adquiera el hábito de hablar con el Señor acerca de su Palabra. Cuando haya cosas que usted no entienda, pida al Espíritu Santo que arroje luz sobre ellas. Luego, aprenda a esperar tranquila y pacientemente delante de Dios a medida que dirige afablemente sus respuestas hacia el interior de su espíritu. Apúntelos tal y como le lleguen. Subraye la configuración de la verdad en su libreta de apuntes. No las confíe al poder de su memoria. Aun la mejor de las memorias tiene sus debilidades.

4. Expóngase

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