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DEMOSTRACION DE LA EXISTENCIA DE DIOS SOCRATES


Enviado por   •  18 de Agosto de 2012  •  5.013 Palabras (21 Páginas)  •  1.752 Visitas

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DEMOSTRACION DE LA EXISTENCIA DE DIOS SOCRATES

 EXPOSICIÓN EN ESQUEMA

 Influencias

IV. SÓCRATES

• Le inició en la filosofía.

• Está presente en casi todos los escritos de Platón (los “Diálogos”).

• El diálogo como forma de investigación y de enseñanza.

• Teoría del conocimiento: la ciencia se tiene que referir a lo universal; la teoría de la reminiscencia platónica, complemento necesario de la idea socrática del conocimiento.

• Antropología: primacía del alma respecto del cuerpo.

• Ética: cuidado del alma e intelectualismo moral y político.

• Metafísica: existen las entidades universales, en Platón no sólo las relativas al mundo moral.

 EXPOSICIÓN DESARROLLADA

 Influencias

Pero, sin duda, el autor que más determinó su pensamiento fue Sócrates, al que conoció en su juventud y que le inició en la filosofía. La muerte de Sócrates (399 a. C.) le afectó profundamente, por lo que la figura y pensamiento de su maestro recorre muchos de sus escritos, principalmente en los llamados “diálogos de juventud” (Apología, Critón...). Su huella se puede rastrear en toda la filosofía platónica: consideración del diálogo como la forma adecuada para la investigación filosófica y de la verdad; primacía del alma frente al cuerpo; necesidad de atender al cuidado del alma; el intelectualismo moral y político; la creencia en la importancia de ofrecer definiciones universales y necesarias de los conceptos, creencia que favorece la tesis de la existencia de las esencias o entidades universales; la teoría de la reminiscencia, complemento necesario a la mayéutica socrática.

Socrates fue un filósofo griego y reformador educativo del siglo quinto a. C.; nacido en Atenas, en el año 469 a. C.; murió allí el 399 a. C. Luego de haber recibido la educación ateniense normal en música (que incluía literatura), geometría, y gimnasia, practicó un tiempo arte de escultor, trabajando, según se dice, en el taller de su padre. Advertido, como él mismo nos dice, por un llamado divino, renunció a su ocupación con la finalidad de consagrar su vida a la reforma moral e intelectual de sus conciudadanos. Él creía que estaba destinado a convertirse en "una especie de tábano" del Estado Ateniense. Se consagró a sí mismo a esta misión con un celo extraordinario y sencillez de propósito. Nunca dejó la ciudad de Atenas excepto en dos ocasiones, una fue la campaña de Potidea y Delium, y la otra un festival público religioso. En su trabajo como reformador encontró, aunque se le puede acusar de haberlo provocado, una oposición entre los Sofistas y sus amigos influyentes. Él fue el profesor más poco convencional y con el menor tacto. Le agradaba asumir todo tipo de amaneramientos toscos en incluso vulgares, y sacudía a propósito las más refinadas sensibilidades de sus conciudadanos. La oposición contra él culminó en acusaciones formales de impiedad y subversión de las tradiciones morales existentes. Enfrentó estas acusaciones con un espíritu de desafío y, lejos de defenderse, provocó a sus oponentes a través de un discurso en presencia de sus jueces en el que aseguró su inocencia de cualquier fechoría, y se negó a retractarse o disculparse de cualquier cosa que haya dicho o hecho. Fue condenado a beber la cicuta y, cuando llegó el tiempo, enfrentó su destino con calma y dignidad, lo que le valió un lugar elevado entre aquellos que sufrieron injustamente por la búsqueda de la conciencia. Fue un hombre de gran seriedad moral, y ejemplificó en su propia vida algunas de las más nobles virtudes morales. Al mismo tiempo no superó el nivel moral de sus contemporáneos en todo aspecto, y los apologistas cristianos no tienen problemas en refutar el debate en que se le compara a los santos cristianos. Sus frecuentes alusiones a una "voz divina" inspiradora en los momentos críticos de su carrera son, quizás, mejor explicados diciendo que son simplemente su manera particular de hablar acerca de los dictados de su conciencia. Esto implica necesariamente una condición patológica de su mente, ni una creencia supersticiosa en la existencia de un "demonio familiar".

Sócrates fue, obre todas las cosas, un reformador. Estaba alarmado por la condición de los asuntos de Atenas, condición de la que estaba, quizás, en lo cierto al atribuírsela a los Sofistas. Ellos enseñaban que no existía una pauta objetiva de lo verdadero y lo falso, que es verdadero lo que parece verdadero y que es falso lo que parece falso. Sócrates consideraba que este escepticismo teórico conducía inevitablemente a una anarquía moral. Si es verdadero lo que parece ser verdadero, entonces es bueno, decía, lo que parece bueno. Hasta este tomo la moral no era enseñada por principios científicamente comprobados, sino por ejemplos, proverbios, y apotegmas. Él emprendió, pues, primero la tarea de determinar las condiciones de la validez universal de los principios morales una ciencia del comportamiento humano. El auto-conocimiento es el punto de partida, porque, él creía, la mayor fuente de la confusión predominante era la falta de reconocimiento de cuán poco sabemos de cualquier cosa, en el verdadero sentido de la palabra conocer. El hombre del estado, el orador, el poeta, piensan que saben mucho de lo que es coraje; porque hablan de él como noble, loable, hermoso, etc. Pero son realmente ignorantes de él hasta que conocen que es, en otras palabras, hasta que no saben su definición. El significado definitivo, pues, para ser relacionado a la máxima "conócete a ti mismo" es "descubrir la magnitud de tu propia ignorancia".

Consecuentemente, el método socrático de enseñanza incluye dos etapas, la negativa y la positiva. En la etapa negativa, Sócrates, acercándose a su futuro discípulo en una actitud de supuesta ignorancia, empezaría a preguntar una pregunta, aparentemente para su propia información. Continuaría con otras preguntas, hasta que su interlocutor se viera obligado a confesar su ignorancia sobre el tema en discusión. Debido a la supuesta deferencia con la que Sócrates pagaba a la superior inteligencia de su discípulo, a esta etapa del método se le conocía como "la ironía de Sócrates". En la etapa positiva del método, una vez que el discípulo ha reconocido su ignorancia, Sócrates procedería a otra serie de preguntas, cada una de las cuales sacarían a la luz

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