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DISCURSO BODAS


Enviado por   •  30 de Septiembre de 2019  •  Documentos de Investigación  •  3.146 Palabras (13 Páginas)  •  208 Visitas

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Y llegó el día, costó pero llegó el día, y se los ve contentos y se ve que irradian felicidad, y así debe ser, es lo que Jehová desea. Como el Dios feliz que es, el desea que nosotros también seamos felices, es por eso que nos ha hecho muchas provisiones y esta es precisamente una de sus provisiones. El matrimonio es una provisión de Jehová para que nosotros seamos felices, al fin y al cabo el fue quien efectuó el primer casamiento. ¿Se imaginan ustedes el privilegio que tuvieron Adán y Eva al ser Jehová mismo quien los unió en matrimonio? Bueno, Jehová no los va a casar hoy, pero como vamos a leer sus propias de las escrituras, sin duda que Él está aquí hoy para darles su aprobación. Así que veamos como se manifiesta la sabiduría de Jehová al hacernos esta provisión del matrimonio. 
En primer lugar, aunque el hombre fue creado perfecto, para cumplir con el mandato de Dios de llenar la tierra y sojuzgarla necesitaba una ayudante y por supuesto que Jehová lo sabía. Por eso, Génesis 2:21,22 registra como se efectuó el primer casamiento. Aun antes de que Adán siquiera solicitase una compañera humana, Dios, su Creador, se propuso crearla. Jehová creó a la mujer como una compañera del hombre, y al formarla de la costilla de este, la convirtió en su pariente carnal más cercano, su propia carne.
Adán expresó satisfacción completa en sus palabras cuando Dios le presentó la mujer perfecta como ayudante y complemento: Génesis 2:23 Esas palabras que dijo cuando finalmente vio a su esposa recién creada pudieran indicar que Adán había esperado ya por algún tiempo antes de recibir a su deleitable compañera humana. Puesto que a Adán se le había dicho que la primera mujer había sido construida de una de sus costillas (que tienen propiedades de producir sangre en su tuétano), él podía correctamente llamarla hueso de sus huesos y carne de su carne. El hecho de que su propio cuerpo había contribuido algo para la creación de ella por Dios le añadía razón para sentir que ella era parte de él. Así por toda la familia humana hay una unidad de la carne, una que no hubiera sido así si Dios hubiera creado a la primera mujer del polvo del suelo por separado de Adán el primer hombre.
Después del relato que suministra de este matrimonio del primer hombre y la primera mujer en el Paraíso, el registro divino pasa a decir: “Es por eso que el hombre dejará a su padre y a su madre y tiene que adherirse a su esposa y tienen que llegar a ser una sola carne.” (Génesis 2:24) Debido a la manera en que la mujer fue creada, Adán y su esposa eran “una sola carne” antes que siquiera tuvieran unión sexual juntos. 
Pero, ¿como llegarían a ser una sola carne hoy día dos personas que en sí son diferentes? Miremos un instante a la creación y podremos entenderlo mejor. Comenzamos hablando de las provisiones de Jehová, una de estas han sido elementos como el hierro y el carbono. Ambos son muy útiles y el hombre ha encontrado múltiples usos para ellos. Sin embargo, cuando logramos combinarlos en las proporciones correctas obtenemos el acero, mejorando las prestaciones y los usos. A esto se le llama una aleación, y el hierro deja de ser hierro y el carbono deja de ser carbono, para formar un nuevo elemento con propiedades que corresponden al hierro y el carbono, pero un nuevo elemento en definitiva. La unión de estos elementos es tal que sería ilógico pensar en volver a separarlos para obtener los elementos originales. Esta idea tiene una muy buena correspondencia con la unión matrimonial. Dos personas diferentes se unen para formar un nuevo vínculo único y especial, pensar en disolverlo también sería ilógico. 
¿Cómo podemos lograr que nuestro matrimonio perdure, con amor y felicidad? Pensemos nuevamente en el acero, este material que se forma con hierro y carbono, y supongamos que vamos a construir una viga de acero. Creen ustedes que el hierro que es parte del acero diría, no, yo no quiero construir una viga, yo quiero construir una olla. O al revés, ¿diría el carbono acaso esto? No, sería imposible porque ahora inevitablemente los dos construirán una sola cosa no dos. De igual forma, para que el matrimonio cristiano perdure ambos deben tener una meta en común, y esta es poner a Dios en primer lugar en la vida y seguir sus consejos. Apropiadamente Eclesiastés 4:9-12 ilustra el matrimonio de la siguiente manera. 
Se describe aquí al matrimonio como una cuerda doble, con ambos cónyuges unidos y apoyándose mutuamente, pero si ambos se dan a la tarea de amar a Jehová, entonces Dios puede fortalecer el matrimonio, como si formara una cuerda triple, agregándole firmeza y estabilidad. Esto es especialmente cierto si tenemos en cuenta las palabras de Salmos 103:14. Jehová es nuestro creador, así que, ¿podemos pensar en alguien más apropiado para que nos aconseje, cuando el conoce nuestra composición física y emocional mejor que cualquier consejero matrimonial humano? Pero, ¿cómo ponemos a Jehová dentro de nuestro matrimonio? ¿Cómo hacemos para que forme parte de él? Tenemos que tomar a Dios en cuenta en todos los aspectos de nuestra vida y para esto necesitaran estudiar la Biblia, orar, y adorar juntos al Creador. Esto tendrá un doble beneficio, ya que los acercará el uno al otro pero también a Jehová. 
Dentro de estos consejos que Jehová nos proporciona para nuestro beneficio, encontramos el de 1 Corintios 11:3. Este arreglo de jefatura en el que Dios ha nombrado al hombre cabeza amoroso de la familia, implica manifestar buen juicio basado en la Biblia y dirigir con amor y bondad. Incluye además, satisfacer las necesidades de la familia en sentido material, espiritual y emocional, así como de entretenimiento. En el sistema que vivimos hoy, muchos esposos no toman la iniciativa en la adoración a Dios, pero esto es esencial para disfrutar de una vida de familia equilibrada. Sin duda que el mejor ejemplo ha seguir es el de Cristo. ¿Cómo seguir el ejemplo de Cristo si el no se casó? Quizás pregunte usted. Leamos directamente de la Biblia aquí en Efesios 5:25, 28, 29. 
¿Qué cualidades manifestó Jesús al tratar con la congregación a quien se asemeja a una novia en las escrituras? En primer lugar, Jesús estuvo dispuesto a dar su vida por la congregación, además, con altruismo puso a los demás en primer lugar, fue de genio apacible y una fuente de refrigerio. Todo esto es muy fácil de hacer si tenemos el punto de vista de que no se lo estamos haciendo a otra persona, en realidad nos estamos haciendo todo esto a nosotros mismos, porque ¿recordamos? Ahora son una sola carne, así que todo lo que hagamos en definitiva será para nuestro propio beneficio. Por eso, cuando leemos aquí en Colosenses 3:19, bien podríamos leer “Esposos, sigan amando a [sus] esposas y no se encolericen amargamente con ustedes mismos. 
¿Cual es el beneficio de que el esposo cumpla con el papel que Jehová le ha asignado? Jehová nos asegura que nos ganamos el profundo respeto de nuestra esposa, y ¿no es eso lo que más nos gustaría? Claro esta que, para formar el acero, el hierro debe contribuir con sus propiedades, pero así también el carbono debe hacerlo, de otra forma no tendríamos acero. Es por eso que la Biblia muestra que el papel que la esposa desempeña en el matrimonio es honorable y digno. Jehová mismo expreso que haría para Adán un complemento, en ningún momento dijo una esclava ni alguien inferior a quién subyugar. Por esta razón, el libro de Efesios 5:22-24 muestra que la esposa debe reconocer cual es el arreglo que Jehová ha establecido para su persona. El que reconozca el principio de jefatura contribuye al éxito y la felicidad del matrimonio. 
Por ejemplo: un crucero pudiera parecer imponente mientras está anclado e inmóvil en el muelle. No obstante, su verdadera navegabilidad se demostrará en el mar, y tal vez hasta en medio del embate de las olas en una tormenta. Pero que pasaría si este crucero tuviera dos capitanes, y uno de ellos dice: tenemos que anclar el barco y resistir la tormenta donde estamos, mientras que el otro dice, no, no lo que tenemos que hacer es poner el crucero a toda marcha y arremeter contra las olas. Quizás ambas ideas pueden ser útiles, pero no se puede llevar a cabo las dos al mismo tiempo. Por eso es que hay un capitán y no dos. Es evidente que la falta de dirección provoca discordias, confusión e infelicidad, pero el exceso de dirección también. Por esta razón la esposa haría bien en prestar atención a este consejo inspirado de Efesios 5:33. 
La esposa le muestra “profundo respeto” a su esposo cuando coopera con él sin competir. Ahora bien, volvamos por un segundo de nuevo al crucero. El capitán ha tomado una de las dos decisiones que tenía ante sí. Pero resulta que la tormenta era mayor de lo que se preveía y ha durado más tiempo de lo esperado. ¿Qué haría el contramaestre o el ayudante del capitán? ¿Sería quizás este el momento para empezar a decir?, ¡te dije que no era esto lo que teníamos que hacer, pero tu nunca me haces caso, claro como tu te crees el capitán!! ¿No sería más bien el momento para aunar esfuerzos en salvar la embarcación, es decir la vida y el propio matrimonio? La fuerza del vínculo matrimonial no se define únicamente durante los momentos pacíficos, tranquilos y románticos. En ocasiones, se demuestra en medio de circunstancias difíciles en las que la pareja aguanta las tormentas de la adversidad. 

Cada matrimonio tiene sus propios desafíos y problemas singulares (tribulación en la carne). La cuestión no es si estos surgirán o no, sino cómo reaccionará la pareja cuando se presenten. La esposa cristiana que es una ayudante y que colabora con el esposo puede contribuir mucho a que el hogar sea un lugar acogedor y feliz, mediante acudir a su esposo cuando hay que tomar decisiones y cooperar para que estas produzcan buenos resultados. Una esposa que cumple con el papel que Jehová le ha asignado es una esposa a quien se ama con ternura. A propósito de esto, es interesante la expresión que encontramos en Colosenses 3:12-14. 
¿Qué hacemos nosotros cuando tenemos frío? Verdad que nos ponemos una prenda de vestir, pero ¿y si seguimos con frío? Pues nos ponemos otra y otra, hasta que ya no tengamos frío. De la misma forma deberíamos vestirnos de amor en nuestro matrimonio. Si surge una adversidad, entonces la cubrimos con amor y si persiste entonces otra capa de amor y así tantas como sean necesarias para superar el frío de la adversidad. Tal como la ropa puede realzar la belleza de quien la usa, el amor puede realzar nuestro matrimonio, puede hacer que se destaque esta maravillosa provisión de Jehová en un mundo sin amor.

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