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Deidad De Cristo


Enviado por   •  1 de Noviembre de 2014  •  2.893 Palabras (12 Páginas)  •  295 Visitas

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Posiciones Históricas Sobre la

Deidad de Cristo1

(Capítulo 1)

Una de las doctrinas más básicas y fundamentales del Nuevo Testamento es el hecho de que Jesucristo era mas que un hombre. La Verdad proclama que El es en realidad Divino, Dios el Hijo (Juan 1:1; Heb. 1:6-8). Es tan importante creer en Su Deidad que Jesús dijo: "... si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis" (Juan 8:24). Jesús, en efecto, está usando la designación divina que fue dada a Moisés cuando le preguntó a Dios: "He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros" (Exodo 3:13-14). Nuevamente, el punto que debe ser enfatizado es que ¡la creencia en la Deidad de Cristo es esencial para la salvación! En la tierra El era "Dios con nosotros", Dios y hombre (Mat. 1:23; Juan 1:14).

La Cuestion: ¿Quien es Jesucristo?2

Jesús consideró que la opinión que los hombres tenían de él era de importancia fundamental. C.S. Lewis, que fuera profesor de Cambridge y que durante un tiempo fuera agnóstico, escribió: "Estoy tratando aquí de prevenir a cualquiera para que no diga la necedad que la gente dice a menudo respecto de él: Estoy dispuesto a aceptar a Jesús como un gran maestro de moral, pero no acepto sus aseveraciones de ser Dios. Eso es lo que no debemos decir. Un hombre que fuese meramente hombre y dijera las cosas que dijo Jesús, no sería un gran maestro de moral. Podría ser un lunático - en un mismo nivel con el hombre que dice que es un huevo revuelto - o bien podría ser un demonio infernal. Le corresponde a usted hacer la elección. Si este hombre fue, y es, el Hijo de Dios; o si es un demente o algo peor".

C.S. Lewis añade que: "Usted puede encerrarle por loco, puede escupirle y darle muerte como si fuera un demonio; o puede postrarse a sus pies y llamarle Señor y Dios. Pero no nos presentemos con la necedad de una arrogante condescendencia acerca de que él es un gran maestro humano. El no nos ha dejado abierta esa posibilidad. Ni siquiera lo intentó".

A través de los siglos, han surgido objeciones a esta gran Verdad. Deberíamos estar enterados de las principales controversias:

Los Sabelianos (ca. D.C. 215) Sabelio fue un maestro de Roma y líder de la escuela de pensamiento "modalistic monarchian" con respecto a la divinidad ("monarquía" que sugiere la primacía del Padre). El monarquianismo Modelístico se llama también el Patripasianismo, porque enseñaba que el Padre sufrió; también se le conoce como Sabelianismo, por Sabelio, su exponente más famoso. Noeto y Praxeas, sus primeros defensores, enseñaban que el Padre nació como Jesucristo, viniendo así a ser el Hijo, y que el Padre murió y se levantó de entre los muertos. Sabelio creía que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres modos o aspectos de Dios, así como el sol es brillante, caliente y redondo.

Esta forma de monarquianismo llegó hasta Roma al fin del primer siglo y en el primer cuarto del segundo siglo. Ganó apoyo parcial de parte de dos obispos de Roma: Ceferino (año 198-217) y Calixto (217-222). Aunque Calixto excomulgó a Sabelio, publicó un informe en el cual declaró que el Padre y el Hijo son uno mismo, y que el Espíritu que se encarnó en la Virgen María no es diferente del Padre, sino uno y el mismo. Mientras negaba que el Padre sufriera, sostenía que el Padre sufrió junto con el Hijo. Esto parece una forma modificada del monarquianismo modelístico. Hipólito, contemporáneo de Ceferino y Calixto, en Roma, escritor prolijo y teólogo de distinción, condenó amargamente las opiniones de Calixto.

El monarquianismo vino a Roma desde el Este, y permaneció en varios lugares como en Siria, Asia Menor, Libia y Egipto, por muchos años. Fue especialmente persistente en Egipto. En el quinto siglo Agustín se inclinaba hacia el monarquianismo modalístico.3

Sabelio argumentaba que Dios es una "Persona" que se proyecta a Sí mismo en tres "maneras" (llenando tres papeles):

a. Visto como el "Padre", El crea y da la ley;

b. Visto como el "Hijo", redime y salva; y

c. Visto como "el Espíritu", santifica dando vida espiritual.

Las formas modernas de Sabelianismo son sostenidas por los Unitarios y los Solo Jesús (Pentecostales Unitarios, La Luz del Mundo, etc.).

Los Arrianos (ca. 318-381 D.C.) Arrio era un teólogo de Alejandría que murió en el 336 D.C. Alejandro (también de Alejandría) respondió a sus visiones ante el Concilio de Nicea (325 D.C.) y Atanasio disputó después con él. Arrio argumentaba que Jesús era un ser creado y no eterno. Jesús era un ser intermedio entre la deidad y la humanidad, dijo: "El Padre solo es el verdadero Dios. El Hijo es llamado "Dios" solo en un sentido metafórico y por tanto, no es de la misma esencia (no homoousion, la misma sustancia) que el Padre. Una forma moderna de esta falsa posición es sostenida por los Testigos de Jehová. (El capítulo 2 trata más extensamente sobre el Arrianismo).

Los Apolinaristas (ca 361-381 D.C.) El obispo de Laodicea, Apolinar, fue un agresivo polemista del siglo cuarto. Afirmaba que Jesús era Divino hasta el punto de que no podía ser verdaderamente humano al mismo tiempo. El único principio de vida en Cristo era el Logos, dijo: "Y por tanto todo el envolvimiento humano en Jesús era observado `pasivamente' pero no experimentado realmente. Consecuentemente, Jesús no tenía una voluntad humana y no participó en el proceso del pensamiento humano (aprendizaje, etc.). Tampoco fue tentado realmente. Esta posición llevó a la adoración de la carne de Jesús en la visión de la transubstanciación de la Cena del Señor.

Apolinar sostenía que en un mismo ser, Cristo, dos naturalezas completas y contrarias no podían existir, es decir, la divina: eterna, invariable y perfecta, y la humana: temporal, corruptible, finita e imperfecta. Juntamente con otros, el mantenía que cada ser humano se compone de cuerpo, alma y mente o razón, siendo ésta lo que distingue al hombre

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