Derechos Humanos.
michellebohoquez9 de Febrero de 2014
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DERECHOS HUMANOS.
Según el siguiente artículo se dará comienzo al contiguo trabajo acerca de los Derechos Humanos (DH) ya que propone desde una vista universal e histórica la importancia de estos a lo largo del tiempo y en la actualidad.
Derechos humanos: ¿utopía o realidad?
Los Derechos Humanos son para todos los humanos, grandes o pequeños, fuertes o débiles ¿utopía o realidad? La Declaración Universal de los Derechos Humanos llega en este año 2014 a su 66 aniversario. ¿Con qué frutos reales?
¿Qué ha sido llevado a cabo de cuanto, con tan buena voluntad, fue aprobado el 10 de diciembre de 1948? ¿Ha quedado en utopía un esfuerzo por promover la justicia universal? ¿O podemos decir que los derechos humanos han modificado positivamente el modo de vivir de los pueblos y de las personas?
Si cogemos la lista de los derechos aprobados, y empezamos también a señalar aquellos que no han sido respetados aquí o allá, ayer o, por desgracia, todavía hoy, el panorama puede resultar desolador.
Pero también es justo reconocer que muchos hombres y mujeres, desde lugares muy distintos del planeta, con profesiones que van desde las más sencillas hasta las más tecnificadas, han sabido asumir y promover en la propia vida y en las vidas de aquellos que estaban a su alrededor, muchos de los derechos humanos.
Podemos pensar en los millones de padres y madres de familia que han acogido y defendido el derecho a la vida de sus hijos (desde el embarazo), les han dado alimento, les han vestido, les han transmitido los instrumentos básicos de la educación, les han enseñado los valores que permiten la convivencia cívica.
Podemos añadir el número de millones de personas que se han entregado a actividades de voluntariado en favor de los pobres, los enfermos, los abandonados, los relegados, superando muchas fronteras culturales y políticas que parecían infranqueables.
Podemos recordar a los millones de obreros que han dedicado sus vidas en tantos sectores productivos, para garantizar el que hoy muchas millones de personas puedan tener una casa en condiciones de dignidad y de higiene aceptables. O a los millones de campesinos y comerciantes que han asegurado no sólo la producción, sino también el traslado y conservación de los alimentos con los que muchos (por desgracia, no todos) podemos sostener nuestras necesidades materiales.
También hay que tener presentes a los millones de maestros, profesores técnicos o universitarios, que hacen posible todos los días, por medio de las clases y del estudio, la educación de pueblos enteros a lo largo y ancho del planeta.
¿Y qué decir de la multitud de médicos y enfermeros que aseguran, día a día, a veces en medio de sacrificios no pequeños, la difusión de medidas higiénicas que promueven la salud, o que buscan asistir a los enfermos en la búsqueda de su pleno restablecimiento, o que les ofrecen un alivio en medio de sus dolores y penas, con el fin de acompañarles en las últimas etapas de sus vidas?
No sería justo olvidar, en la historia de la realización de los derechos humanos, a los millares de servidores del orden público, policías y bomberos, militares, funcionarios y miembros de la protección civil, que han intervenido en tantas y tantas situaciones en las que la emergencia o la injusticia han puesto en peligro muchos de los derechos fundamentales. Algunos de ellos han pagado, con su vida, este servicio en favor del orden público y de la equidad.
Sería igualmente injusto olvidar a los políticos sinceros y auténticos (que los hay) que han buscado servir a sus pueblos con abnegación y renuncia, muchas veces en medio de un ambiente hostil y de presiones que querían apartarlos de su esfuerzo por proteger a las comunidades para convertirlos en colaboradores del mal y de la opresión. Como también es de justicia incluir en la lista a tantos jueces honestos que han defendido y defienden los derechos fundamentales de la declaración de la ONU en su trabajo cotidiano, sencillo, humilde, lleno de seriedad e imparcialidad.
No hay que suponer ingenuamente que el mundo haya erradicado profundos sufrimientos después de 1948. El mal existe, y hay que seguir luchando contra él. Pero en medio de las enormes injusticias de todo tipo que impiden la plena realización de los derechos del hombre, es de justicia reconocer la labor de millones de ciudadanos anónimos que construyen ese mundo mejor, que dan algo de luz y de esperanza a esta humanidad cansada de sufrir. Son ellos los auténticos protagonistas de los derechos humanos, pues no existe ningún derecho si no existe, junto a tal derecho, quien acepte el reto de respetarlo, de hacerlo realidad para el bien de otros.
Antes y después de 1948, millones de hombres y mujeres de buena voluntad han permitido que los derechos humanos fuesen una bella realidad. A todos ellos les damos, de corazón, las gracias.
A los que seguimos en el camino de la historia humana, nos toca recoger la estafeta que muchos han llevado con tanta altura, para promover una auténtica cultura de los derechos humanos, basada en el respeto y el amor hacia cada hombre. “Sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”, como leemos en el artículo 2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que cumple 65 años de “vida”.
Para entrar a fondo en este tema tan extenso, y polémico, a la vez tan necesario y desconocido trabajaremos desde la página www.vatican.va cada uno de los temas que se presentan para abordar este magno asunto. Desde el punto de vista de la Iglesia, de lo ético, y parte de lo histórico, destacando la importancia y el roll de los derechos humanos en la sociedad, y en la convivencia.
El primer eje transversal a trabajar seria:
a) El valor de los derechos humanos.
152 El movimiento hacia la identificación y la proclamación de los derechos del hombre es uno de los esfuerzos más relevantes para responder eficazmente a las exigencias imprescindibles de la dignidad humana.302 La Iglesia ve en estos derechos la extraordinaria ocasión que nuestro tiempo ofrece para que, mediante su consolidación, la dignidad humana sea reconocida más eficazmente y promovida universalmente como característica impresa por Dios Creador en su criatura.303 El Magisterio de la Iglesia no ha dejado de evaluar positivamente la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, proclamada por las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, que Juan Pablo II ha definido « una piedra miliar en el camino del progreso moral de la humanidad ».304
153 La raíz de los derechos del hombre se debe buscar en la dignidad que pertenece a todo ser humano.305 Esta dignidad, connatural a la vida humana e igual en toda persona, se descubre y se comprende, ante todo, con la razón. El fundamento natural de los derechos aparece aún más sólido si, a la luz de la fe, se considera que la dignidad humana, después de haber sido otorgada por Dios y herida profundamente por el pecado, fue asumida y redimida por Jesucristo mediante su encarnación, muerte y resurrección.306
La fuente última de los derechos humanos no se encuentra en la mera voluntad de los seres humanos, 307 en la realidad del Estado o en los poderes públicos, sino en el hombre mismo y en Dios su Creador. Estos derechos son « universales e inviolables y no pueden renunciarse por ningún concepto ».308 Universales, porque están presentes en todos los seres humanos, sin excepción alguna de tiempo, de lugar o de sujeto. Inviolables, en cuanto « inherentes a la persona humana y a su dignidad » 309 y porque « sería vano proclamar los derechos, si al mismo tiempo no se realizase todo esfuerzo para que sea debidamente asegurado su respeto por parte de todos, en todas partes y con referencia a quien sea ».310 Inalienables, porque « nadie puede privar legítimamente de estos derechos a uno sólo de sus semejantes, sea quien sea, porque sería ir contra su propia naturaleza ».311
154 Los derechos del hombre exigen ser tutelados no sólo singularmente, sino en su conjunto: una protección parcial de ellos equivaldría a una especie de falta de reconocimiento. Estos derechos corresponden a las exigencias de la dignidad humana y comportan, en primer lugar, la satisfacción de las necesidades esenciales —materiales y espirituales— de la persona: « Tales derechos se refieren a todas las fases de la vida y en cualquier contexto político, social, económico o cultural. Son un conjunto unitario, orientado decididamente a la promoción de cada uno de los aspectos del bien de la persona y de la sociedad... La promoción integral de todas las categorías de los derechos humanos es la verdadera garantía del pleno respeto por cada uno de los derechos ».312 Universalidad e indivisibilidad son las líneas distintivas de los derechos humanos: « Son dos principios guía que exigen siempre la necesidad de arraigar los derechos humanos en las diversas culturas, así como de profundizar en su dimensión jurídica con el fin de asegurar su pleno respeto ».313
DERECHOS HUMANOS, UNA OPORTUNIDAD PARA LAS POLÍTICAS PÚBLICAS EN SALUD.
La declaración universal de los derechos humanos hace más 50 años y reconoció que el derecho de la salud proporciona un nivel de vida adecuado en este pacto internacional se dijo: «Los Estados, partes en el presente pacto, reconocen el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental» (artículo 12, inciso 1).
La comunidad internacional reconoce dos categorías de derechos humanos: los derechos civiles y políticos y los derechos económicos,
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