ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Derechos Humanos


Enviado por   •  22 de Octubre de 2012  •  1.194 Palabras (5 Páginas)  •  288 Visitas

Página 1 de 5

Su Mensaje

Quizá el mensaje fundamental de Sócrates es, en cierto modo, muy similar al de las escuelas y sistemas orientales: para conocer realmente el mundo exterior hay que penetrar dentro de uno mismo, descubrir lo esencial, alcanzar lo universal, para después -y desde esas bases- intentar llegar al acuerdo y la conciliación con el mundo exterior, con los demás. En otras pala¬bras, frente al ciudadano admirado por todos, cargado de éxito y fama, de riqueza y aplausos, Sócrates insiste una y otra vez en que la verdadera riqueza es interior, en que el máximo objetivo en la vida es llegar a ser uno mismo, sin permanecer preso de los demás, atado a sus opiniones, enajenado por las exigencias y las presiones sociales. Lógicamente, Sócrates va contra corriente, pues la sociedad ateniense exige otros mensajes y otras enseñanzas. Los sofistas cuidan mucho la imagen, Sócrates, en cambio, se preocupa ante todo de la coherencia consigo mismo.

Todo el pensamiento socrático está encaminado hacia el conocimiento interior, hacia lo fundamental de las cosas y de la vida, hacia el cultivo del espíritu. Pero encuentra con un obstáculo importante en el ambiente ateniense: a casi nadie le importa su discurso. En general, se tiene la sensación de saberlo todo o, al menos, lo suficiente para tener el éxito deseado en la vida. La ciencia y la filosofía están de más si no tienen una utilidad directa. Los conocimientos son siempre "para" algo pragmático: hay que ser prácticos, realistas y tener los pies en la tierra; las teorías, las especulaciones, la reflexión por sí misma no tienen sentido.

El Método

Sócrates incansablemente emplea una táctica para minar una postura mental tan ciega y cerrada: preguntar, mayormente conocida como la mayéutica. Ante alguien que va por la cuidad sabiéndolo todo y despreciando lo que no sabe, la única forma de demostrarle sus carencias es preguntarle por lo que da implícitamente por suficientemente sabido, pero sobre lo que en realidad nunca o muy raramente se ha puesto a pensar. Sócrates le pregunta y le pregunta, aparentemente para aprender, realmente para que acepte la dura realidad de su ignorancia. Cada una de sus preguntas, lleva implícita una invitación: “¿Porqué en vez de hablar tanto y pronunciar discursos tan brillantes, no te dedicas más a pensar en aquello que estás diciendo?”

Llega un momento en que el interlocutor, casi siempre un sofista, quizá moles¬to, pretende que Sócrates dé una respuesta a sus propias preguntas, pero éste vuelve a hacer una pirueta dialéctica y le responde que "sólo sé que no sé nada". Probablemente, esto irritaba aún más a su interlocutor, que no se podía permitir socialmente el lujo -como Sócrates- de ir de ignorante por la vida (por muy ficticia que fuese de hecho su actitud). Probablemente, en la ciudad de Atenas no eran pocos los que sentían escasas simpatías hacia Sócrates. Sin embargo, éste no buscaba la fama ni el éxito, y continuaba impertérrito con su afán de poner de manifiesto la ignorancia real por parte de algunos de muchas cuestiones de las que tanto alardeaban públicamente.

Llega un momento en que el interlocutor, casi siempre un sofista, quizá moles¬to, pretende que Sócrates dé una respuesta a sus propias preguntas, pero éste vuelve a hacer una pirueta dialéctica y le responde que "sólo sé que no sé nada". Probablemente, esto irritaba aún más a su interlocutor, que no se podía permitir socialmente el lujo -como Sócrates- de ir de ignorante por la vida (por muy ficticia que fuese de hecho su actitud). Probablemente, en la ciudad de Atenas no eran pocos los que sentían escasas simpatías hacia

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (7.3 Kb)  
Leer 4 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com