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Dios Como Esencia


Enviado por   •  29 de Agosto de 2013  •  2.076 Palabras (9 Páginas)  •  240 Visitas

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CAPÍTULO CUARTO

Dios como esencia moral o ley moral

Dios, como Dios -el ser infinito general que carece de antropomorfismos y es exclusivamente creado por la inteligencia-, no tiene para la religión mayor importancia que un principio fundamental para una ciencia especial; sólo es el supremo y último punto de contacto, es, por decir así, el punto matemático de la religión. La conciencia de la limitación y nulidad humana que se liga con la conciencia de aquel ser, no es, en ningún modo, una conciencia religiosa; más bien caracteriza al escéptico y al materialista, al naturalista y al panteísta. La fe en Dios -por lo menos en el Dios de la religión-, sólo se pierde donde, como en el escepticismo, panteísmo y materialismo, se pierde la fe en el hombre, por lo menos en el hombre tal como es en la religión. Pero, así como la religión no toma en serio la nulidad del hombre (1), así tampoco toma en serio aquel ser abstracto con que se liga la conciencia de su nulidad. La religión sólo toma en serio las determinaciones que objetivan al hombre para sí mismo. Negar al hombre significa negar la religión.

Seguramente la religión tiene un interés en que el ser objetivado sea otro que el hombre y por lo mismo recién ella tiene más interés todavía en que aquel otro ser sea a la vez humano. El que sea otro, sólo afecta a la existencia, pero él que sea humano, a la esencia intrínseca de aquel ser. Si fuere otro ser por su esencia, ¿que podría interesar al hombre su existencia o su no existencia? ¿Cómo podría tener un interés marcado en su existencia si su propia esencia no tomara parte en ella?

Un ejemplo: Si yo creo, dice el libro de las Concordias, que solamente la naturaleza humana hubiese sufrido para mí, entonces Cristo sería un mal salvador porque hasta él necesitaría de un redentor. De este modo se exige, debido a la necesidad de salvación, otro ser distinto del hombre, que sea mayor que éste. Pero tan pronto que este otro ser se ha creado, origínase también el deseo del hombre hacia sí mismo, hacia su propia esencia, y, en consecuencia, repónese en seguida el hombre:Sería un Cristo mal hecho que sólo sería un Dios, una persona divina, sin humanidad. No, amigo; donde tú pones a Dios debes poner también a la humanidad. El hombre quiere satisfacerse en la religión; la religión es su bien supremo. Pero ¿cómo podría él encontrar en Dios solaz y paz, si Dios fuese un ser esencialmente diferente? ¿Cómo puedo yo compartir la paz de un ser si yo no soy de su esencia? Cuando su ser es diferente, también lo será su paz y su paz no es para mí. ¿Cómo puedo, entonces compartir su paz si no puedo comprobar su esencia? ¿y cómo puedo compartir su esencia si soy un ser realmente diferente? Todo ser vivente siente la paz sólo en su propio elemento, sólo en su propia esencia. Si por lo tanto el hombre siente paz en Dios, sólo la siente porque Dios es su verdadera esencia. Porque recién en Dios el hombre está en sí mismo, porque donde hasta ahora buscaba la paz y lo que tomaba por su esencia, era otro ser ajeno. Por eso, si el hombre quiere satisfacerse en Dios, debe hallarse a sí mismo en Dios. Nadie gustará de la divinidad misma, pues ella quiere ser gustada solamente de tal manera que se la contemple en la humanidad de Cristo, y si no encuentras de esta manera la divinidad, no tendrás jamás la tranquilidad del espíritu. (2). Cualquier cosa descansa en el lugar en el cual ha sido nacida. El lugar de donde ha nacido Dios es la divinidad. Ella es mi patria. ¿Tengo yo un padre en la divinidad? Sí; no solamente tengo allí un padre, sino que me tengo allí a mí mismo. Antes de que yo naciera, había nacido en la divinidad. (3)

Por eso un Dios que sólo expresa la esencia de la inteligencia, se interesa no solamente por el hombre, sino también por los seres fuera del hombre, por la naturaleza. El hombre intelectual se olvida a sí mismo por la naturaleza. Los cristianos se burlaban de los filósofos paganos porque en vez de pensar en sí mismos y en su salvación, pensaban solamente en las cosas fuera de ellos. El cristianismo sólo piensa en sí mismo. La inteligencia contempla con el mismo entusiasmo a las chinches y los piojos que a la imagen de Dios, que es el hombre. La inteligencia es la indiferencia e identidad absoluta frente a todas las cosas y seres. Ni al cristianismo, ni al entusiasmo religioso -es al hombre intelectual al cual debemos la existencia de la Botánica, de la Mineralogía, de la Zoología, Física y Astronomía. En una palabra: la inteligencia es un ser universal panteístico, es el amor al Universo; pero la determinación característica de la religión, especialmente de la religión cristiana, es que ella constituye un ser absolutamente antropoteístico, el amor exclusivo del hombre hacia sí mismo, la afirmación exclusiva del ser humano y esto del ser sujetivamente; porque por cierto la inteligencia afirma también la esencia del hombre, pero la esencia objetiva, la esencia que se refiere al objeto por amor al objeto, la esencia cuya representación precisamente es la ciencia. El hombre que quiere y debe satisfacerse en la religión debe por lo tanto tener en ella todavía otra cosa que solamente la esencia de la inteligencia, y esta otra cosa debe contener el modelo propiamente dicho de la religión. La determinación intelectual y razonable de Dios, tal como se presenta en la religión y especialmente en la cristiana, es ante todo una representación de la perfección moral. Pero Dios, en su calidad de ser perfectamente moral, no es otra cosa que la idea realizada y la ley personificada de la moral (4), es la esencia moral absoluta del hombre, concebido como ser absoluto -es la propia esencia del hombre-; pues el Dios moral exige del hombre, ser así como es él mismo: Santo es Dios, y así como Dios

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