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Dios Y Hoy


Enviado por   •  1 de Marzo de 2015  •  1.761 Palabras (8 Páginas)  •  167 Visitas

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¿HACIA DÓNDE VA LA RELIGIÓN?

(Resumen realizado por José Cervantes Gabarrón)

El Seminario permanente del Foro "Ignacio Ellacuría" ha concentrado su atención durante el curso 2002-2003 en el estudio, investigación y debate de la cuestión ¿Hacia dónde va la religión? A este tema dedicamos la síntesis que en este Informe se ofrece.

Razones y sinrazones de la creencia religiosa (Primera Sesión)

En la reunión celebrada el día 19 de octubre contamos con la presencia entre nosotros de Juan Antonio Estrada. En ella debatimos abiertamente con este autor las cuestiones suscitadas a partir de la lectura de su libro titulado Razones y sinrazones de la creencia religiosa, Madrid, Trotta, 2001. Se comenzó la sesión haciendo un breve resumen de cada uno de los capítulos del libro de José Antonio Estrada, y se plantearon después algunas cuestiones de interés para el debate.

En los capítulos 1 y 2 se aborda la pregunta por el sentido de la realidad, por el sentido mismo de la vida, es una pregunta que forma parte consustancialmente del ser humano. El ser humano no sólo se pregunta cómo es la realidad (ciencia), ni cuál es su significado y sentido racional (filosofía), sino que la percibe como algo misterioso que suscita admiración, asombro y ansiedad. No sólo se afronta la vida desde la razón, sino que es toda la persona con sus deseos, carencias, expectativas, proyectos y esperanzas, miedos y temores la que se enfrenta con la realidad. Las creencias y los saberes responden a expectativas humanas que superan la racionalidad. Las religiones pretenden ultimidad y absolutez más allá de la experiencia empírica y mundana. Nace así lo sagrado, lo inmutable, lo absoluto, lo divino, lo santo como el ámbito último desde el que hay que comprender la realidad. Hay un campo común en el que surgen los principios metafísicos constitutivos del ser, propio de las grandes ontologías clásicas, los teoremas científicos y los dioses de la religiones. La creencia religiosa tiene funciones esenciales para el hombre. La religión tiene consistencia porque responde a preguntas y necesidades humanas que no pueden ser resueltas por la ciencia y tampoco por la filosofía, aunque sea ésta la que más se acerca a la religión en cuanto sistema metafísico de creencias. Exista Dios o no, la religión permanece, porque responde a preguntas existenciales inevitables y mantiene el carácter misterioso del universo y del hombre.

Sin embargo, la razón pertenece al mínimo irrenunciable del hombre. Podemos y debemos preguntarnos personalmente por qué creemos. Es necesario dar razones de nuestra fe, debemos comprometernos con una fe al menos razonable, plausible y convincente, ya que no demostrable, porque toda pretensión global de sentido para la vida humana rebasa el marco de lo comprobable empíricamente y de lo racionalmente fundamentable. La necesidad de sentido justifica la búsqueda religiosa, pero no legitima ni convalida su verdad. Por eso la religión es compatible con la duda, que debe ser un elemento humanizador de la religión, ya que así se impide el fundamentalismo, se abre a la interpelación de otras religiones y de los no creyentes y permite el autocuestionamiento.

En el capítulo 3 se analiza la ambigüedad de la experiencia religiosa. La experiencia religiosa de la humanidad se caracteriza por una enorme ambivalencia. Se trata, de una experiencia individual, en la que el hombre entra en relación con esa realidad misteriosa y fascinante a la que llamamos Dios. A lo largo de la historia, el miedo a Dios ha sido determinante, quizás tanto como el amor, y sobre ese sentimiento se han establecido distintas prácticas religiosas, sacrificios, normas, creencias, tabúes y costumbres sociales. Así, la religión no sólo se funda en el amor sino también en el miedo. Esta ambigüedad está presente tanto en la tradición bíblica como en el mismo cristianismo histórico. Esto se ejemplifica en varias líneas de desarrollo: la ambigüedad del juego de la inmanencia y la trascendencia, la ambigüedad de la relación con Dios (sacrificio) y la ambigüedad de la esperanza en el Dios salvador.

Los capítulos cuarto y quinto están dedicados al problema del mal. En ellos se plantea cómo el problema de la teodicea, es decir, la relación entre Dios y el mal, ha dado paso a la antropodicea, como consecuencia de la secularización de la sociedad, del declive de las instituciones religiosas y del creciente protagonismo del hombre como agente del desarrollo. Se abordan de nuevo los problemas existenciales y preguntas como qué sentido tiene la vida y para qué tanto sufrimiento. Se analizan diversas propuestas de la teología filosófica para racionalizar o dar sentido al problema del mal, y se muestra que son inviables y no conclusivas. Desde aquí se rechaza una justificación racional del mal. También se estudian los distintos intentos de la teología para hacer compatible la experiencia del mal y la afirmación de un Dios bueno y omnipotente. A partir de la vida y muerte de Jesús es posible encontrar apoyos para afrontar cristianamente el mal.

En el sexto capítulo se trata el problema de la violencia humana y sus raíces socio-culturales. Se plantea la nueva forma de abordar la Ilustración y la teología judeo-cristiana. Después de Auschwitz e Hiroshima ha quedado radicalmente cuestionada la afirmación de que el poder lleva a la emancipación humana y de que Dios es providente y se preocupa de los suyos en los acontecimientos históricos. Auschwitz e Hiroshima

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