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EL AMOR DE DIOS


Enviado por   •  8 de Julio de 2015  •  1.922 Palabras (8 Páginas)  •  195 Visitas

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La Revelación de la Cruz

“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3)

La palabra griega que se ocupa para el término conocer es Ginosko e indica una relación entre la persona que conoce y el objeto o la persona quien es conocida. En la Biblia la palabra conocer no se usa como en la actualidad. Nosotros hablamos como conocer, a encontrarnos con cualquier persona, sin embargo, en muchos pasajes bíblicos la palabra conocer aparece tipificando la unión espiritual entre el hombre y la mujer manifestada en la relación sexual.

“Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he adquirido varón“(Gen 4:1)

“Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.“(Mat 1:25)

Entonces, cuando el Espíritu Santo nos habla de conocer a Dios, se refiere a una relación profunda con EL, una vida con El

Una vez entendida la idea bíblica de “conocer”, podemos decir que el conocer a Jesús comienza cuando recibimos las revelación de la cruz. Tu podrías preguntar entonces ¿Que es la revelación de la cruz?. La revelación de la cruz es:

“...experimentar el poder de Dios por medio de lo que Jesús sufrió, para alcanzar nuestra redención”

Por medio de la fe la meta de cada creyente debería ser llegar hasta la cruz y percibirlo que el Señor vivió, sintiendo Su misma agonía. Es fundamental que le pidamos al Espíritu Santo sentir lo que Jesús sintió, porque si somos uno con El en su muerte, también lo seremos en su resurrección.

La experiencia de la cruz: Un milagro

La Revelación de la Cruz es un milagro porque Dios toma nuestro espíritu, llevándolo hasta el mismo momento de su mayor agonía y literalmente llegamos a ser uno con El. Jesucristo murió en la cruz no para ser famoso, sino para tomar mi lugar, llevando todas nuestras debilidades al madero, cancelando la deuda que teníamos nosotros con Dios.

Aquella persona que viva esta revelación llegará a sentir que la muerte de Cristo Jesús, pasa a ser también su propia muerte. Esto implica que el dolor que El sintió nosotros también lo sentiremos. Usted podrá decir “Siento sobre mi la misma agonía, dolor y sufrimiento que Cristo, pero ahora como si fuese yo el crucificado”.

Es impresionante ver como los poderosos siervos de Dios han sido confrontados con la cruz.

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor? (Sal 22:1)

En el verso anterior vemos a David proclamando las mismas palabras que Jesucristo en la cruz del calvario. Y sorprendentemente podemos ver las siguientes declaraciones de David

“Porque perros me han rodeado; Me ha cercado cuadrilla de malignos; Horadaron mis manos y mis pies“.(Sal 22:16)

A David físicamente jamás le horadaron sus manos y sus pies. Entonces ¿Por que el proclama esto? David estaba experimentando la revelación de la cruz. La Revelación de la cruz sucede en el mundo espiritual, donde no hay tiempo y espacio, por eso David la pudo experimentar muchos años antes de que sucediese en el cuerpo de Cristo. Por eso, cuando recibas la revelación de la cruz tus ojos espirituales se abrirán y verás todo lo que le aconteció a Jesús, y lo sentirás como tuyo.

Cuando recibes la revelación de la cruz, es como que no estuvieses en tu cuerpo, ya que el Espíritu Santo te transporta a otro lugar. Incluso sientes la ausencia de protección del Padre. Cuando Cristo estaba en la cruz, Dios le dio la espalda a Cristo. Cualquiera podría preguntarse porque Dios no quizo ayudar a su propio Hijo. Debemos recordar que Jesús había renunciado a todos sus privilegios. En ese instante representaba a toda la raza humana que se había revelado contra Dios. Asumió el pecado de todas las personas y todos los tiempos, por eso Dios se alejó.

Nacer a la revelación de la cruz

Todos debemos recibir la revelación de la cruz. Si participamos de Su muerte también gozaremos Su resurrección. Es nuestro deber ir a diario a la cruz. El Apóstol Pablo decía:

“Os aseguro, hermanos, por la gloria que de vosotros tengo en nuestro Señor Jesucristo, que cada día muero.” (1Cor 15:31)

Todos los días debemos crucificarnos para que el poder de la resurrección divina fluya a través de nosotros.

“Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito“(Zacarías 12:10).

Una vez que ha venido sobre nosotros el Espíritu Santo, El nos permite experimentar la revelación de la cruz. Ahora, lo que viviremos no se compara ni en una gota al real sufrimiento de Jesús.

Jesús toma el lugar de nuestra maldición

Lo primero que debemos entender es como nos ve Dios. Miremos lo que nos dice a través del profeta Isaías

“Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento. ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás. ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo

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