EXORCISMO
COMPIS15 de Septiembre de 2014
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7-. MARCO TEORICO
Algunas de las principales preguntas a responder con esta detallada investigación serian.
¿Qué es la posesión?
¿Cuáles son las características esenciales para diagnosticar una posesión?
Consideraciones psiquiátricas
¿Cuál es el modo más práctico para saber si alguien está poseso?
¿Qué argucias puede usar el demonio para ocultar su presencia en el poseso?
¿Qué oración se debe hacer para saber si alguien está poseso?
¿Cuáles son las causas de la posesión?
¿Por qué posee el demonio?
¿Qué diferencia hay entre el desdoblamiento de personalidad y la posesión?
¿Qué fenómenos extraordinarios se dan en la posesión?
¿Por qué ahora hay menos casos de posesión que en la época del Evangelio?
¿Qué tipos de demonios aparecen en las posesiones?
¿Qué es un demonio?
¿Cuáles son los nombres del demonio?
¿Dónde están los demonios?
Estas son solo algunas de las preguntas en las que nos basaremos para facilitar la determinación de una posesión demoniaca o una enfermedad externa ya que un demonio es un ser espiritual de naturaleza angélica condenado eternamente según lo determinado. No tiene cuerpo, no existe en su ser ningún tipo de materia sutil, ni nada semejante a la materia, sino que se trata de una existencia de carácter íntegramente espiritual. Dado que no tienen cuerpo, los demonios no sienten la más mínima inclinación a ningún pecado que se cometa con el cuerpo.
Pueden tentar a los hombres a pecar en esas materias, pero sólo comprenden esos pecados de un modo meramente intelectual, pues no tienen sentidos corporales. Los pecados de los demonios, por tanto, son exclusivamente espirituales.
El odio nació con la energía de sus voluntades resistiendo una y otra vez a las llamadas de Dios que como un padre les buscaba. El odio nació como reacción lógica de una voluntad que tiene que afianzarse en su decisión de abandonar la casa paterna, por decirlo en términos que resulten inteligibles para nosotros. Es decir, alguien que se marcha de casa al principio simplemente quiere marcharse, pero si el padre le llama una y otra vez, el hijo acaba diciendo déjame en paz. Dios les llamaba entonces, pues sabía que cuanto más tiempo sus voluntades estuvieran alejadas de Él, más se afianzarían en su alejamiento.
¿Qué es la posesión?
Posesión es el fenómeno por el que un espíritu maligno reside en un cuerpo y en determinados momentos puede hablar y moverse a través de ese cuerpo sin que la persona pueda evitarlo. El espíritu maligno no reside en el alma, ésta en toda circunstancia sigue siendo libre e incapaz de posesión alguna. Sólo el cuerpo es susceptible de sufrir posesión.
¿Cuáles son las características esenciales para diagnosticar una posesión?
Los criterios diagnósticos que debería presentar un sujeto para que sospecháramos de posesión serían los siguientes:
1.-Ante lo sagrado o lo religioso se da una gama de sensaciones que van, según el sujeto, desde el fastidio hasta el horror, desde la leve expresión de molestia hasta la manifestación de ira y furia.
2.-En estos casos más extremos, el horror lleva a accesos de furia, acompañados normalmente de blasfemias o insultos dirigidos hacia el objeto religioso que se ha situado en la proximidad.
3.-El poseso en los episodios agudos de manifestación de ira furiosa, pierde la consciencia. Cuando vuelve en sí no recuerda nada. La amnesia es total y absoluta. Sin embargo, aunque no recuerde nada el sujeto durante el episodio ha padecido un cambio de personalidad mientras ha durado esa crisis de furia. Durante esa crisis una segunda personalidad emerge.
4.-Esa segunda personalidad siempre tiene un carácter maligno. Es frecuente que durante esos momentos las pupilas se vuelvan hacia arriba, o hacia abajo, dejando los ojos en blanco. Los músculos faciales se ponen frecuentemente en tensión. También las manos muestran crispación. En esos momentos de crisis, la persona articula la voz llena de odio y rabia.
5.-Acabada la crisis furiosa, la persona vuelve lentamente a la normalidad, el tránsito de vuelta a la normalidad es prácticamente similar en cuanto al tiempo y al modo al tránsito que se observa de la vuelta del estado de hipnosis al estado normal de conciencia.
6.-Fuera de las crisis furiosas en que emerge la segunda personalidad, la persona lleva una vida completamente normal, sin que esta patología afecte para nada ni a su trabajo ni a sus relaciones sociales. El sujeto aparece como una persona perfectamente cuerda. En todo momento distingue perfectamente entre la realidad y el mundo psíquico, no observa una conducta delirante.
7.-En algunos casos sí exponen cosas que parecen alucinaciones sensoriales (concretamente exponen que, esporádicamente, ven sombras, sienten una difusa sensación extraña en alguna parte concreta del cuerpo u oyen crujidos). Por el contrario no oyen voces internas, ni sienten que algo les corre bajo la piel.
Consideraciones psiquiátricas
El explicar este fenómeno a psiquiatras a estos siete criterios habría que añadir que no se puede considerar dentro de este campo de la posesión los casos en que el sujeto meramente dice sentir una presencia. En la mayor parte de los casos estos fenómenos de posesión se producen tras participar en algún tipo de rito esotérico: ouija, práctica de espiritismo, santería afrocubana, macumba, vudú, etc. Este tipo de personas, tal como se ha mencionado , sufren alucinaciones sensoriales siempre con una temática muy precisa pero no se ven afectadas por ningún tipo de delirio. Por el contrario hay una total ausencia de construcción patológica de conjuntos de ideas que puedan justificar ese tipo de trastornos explicados en los ocho puntos anteriores. El paciente mantiene un razonamiento claro, y se muesta sumamente crítico respecto a los síntomas que él mismo describe al médico. Es muy frecuente que comience su exposición al especialista médico o al sacerdote con las palabras "va a pensar que estoy loco", "no me va a creer" o "no sé por donde empezar". El mismo poseso es el primero en reconocer que su discurso va a resultar poco digno de crédito. El poseso sitúa perfectamente en el tiempo el inicio de sus trastornos. Y suele referir como causa de ellos la participación de ese rito esotérico.
Cuando se dice de alguien que es un psicótico caben varias definiciones, “la definición más limitada de psicótico se restringe a ilusiones o alucinaciones notables, con las alucinaciones teniendo lugar con ausencia de conocimiento de su naturaleza patológica"8. Como se ve no acaba de encajar este tipo de pacientes en el concepto de psicótico ya que mantienen una continua conciencia crítica respecto a los trastornos que refieren.
Podríamos decir que la posesión tiene algún ligero aspecto en común con la esquizofrenia paranoide. Dado que la característica esencial de una esquizofrenia de tipo paranoide es la presencia de notables ilusiones o alucinaciones en el contexto de una relativa preservación de la función cognitiva y afectiva. El punto 7 (expuesto anteriormente) daría la impresión de que este tipo de pacientes entrarían en la clasificación para este tipo de enfermedad. Aunque hay que hacer notar que ese tipo de alucinaciones en estos casos mantendrán una temática constante. Aunque transcurran varios años, las alucinaciones no cambiarán de temática, ni tampoco variarán en su frecuencia. Frecuencia tan irrelevante que no llevarán a catalogar al que las padece de persona esquizoide. En este tipo de enfermos esta patología alucinatoria en ningún caso deriva hacia el delirio.
Lo verdaderamente relevante, el factor predominante, será el hecho de que en los momentos de mayor furia en los que emerge esa segunda personalidad da todos signos el paciente de sufrir un desorden disociativo de la personalidad. La presencia de una identidad distinta que toma control sobre la conducta de la persona entra plenamente en la descripción de esta patología de la disociación. Esta segunda identidad siempre aparece con unos rasgos muy fijos: hablará con rabia, con ira, exponiendo un gran odio hacia todo lo relativo a la religión, y hablará además con la expresión facial manifestando una gran tensión. En unos pacientes esta segunda identidad es locuaz en cuyo caso manifiesta una gran procacidad en su vocabulario y expresiones blasfemas. En otros pacientes esta segunda identidad es casi muda, hablando en contadas ocasiones y de un modo extremadamente lacónico, sus intervenciones cargadas de odio y tensión tienen en común con el tipo anterior en que la voz cambia por efecto de esa ira contenida.
Hablando de la generalidad de las patologías de personalidad disociada, en estos casos el paciente asume un segundo rol de modo inconsciente, y fruto de la profunda asimilación inconsciente de esa segunda personalidad puede venir la prontitud y coherencia de las respuestas adecuadas. Pero hay que hacer notar que en los enfermos de posesión esta segunda identidad siempre presenta los mismos rasgos, aunque dividida en esos dos tipos citados (personalidad locuaz o muda). ¿Cuales son esos rasgos? Esa segunda personalidad exclusivamente se manifiesta en los momentos de furia que producirán la amnesia de lo dicho y realizado durante esa crisis. Esa segunda personalidad siempre es maligna. Y, por último, manifiesta una terrible aversión a todo lo sagrado (personas, objetos o palabras).
El horror que sienten los posesos hacia todo lo sagrado,
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