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El Dios De Los Cristianos


Enviado por   •  2 de Abril de 2015  •  18.931 Palabras (76 Páginas)  •  233 Visitas

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JOSEPH MOIGNT; “El Dios de los cristianos”, en BOTTÉRO, OUAKNIN y MOIGNT; La más Bella Historia de Dios, Andrés Bello, Santiago (117-190).

1. El Mesías sentado a la diestra de Dios

1.1. Los cristianos consideran que Jesús, un hombre, es el Hijo de Dios. ¿Se presentó él mis-mo de este modo en los Evangelios?

[119] No, pero es una opinión habitual, incluso en-tre los cristianos. Un hombre, Jesús, habría recorrido Palestina anunciando que era el Hijo de Dios y que en Dios había tres “personas”, el Padre, el Hijo y el Espí-ritu Santo. Esto no fue así. Hay dos sucesos que es-tán en el origen del cristianismo: la fe en la resurrec-ción de Jesús y el don del Espíritu Santo, es decir, de la presencia y la fuerza de Dios, en Pentecostés, cin-cuenta días después de esta resurrección. Ese día, el Espíritu Santo –sus símbolos son la llama y el viento– se comunica con los apóstoles reunidos en Jerusalén y les hace comprender que Jesús, ese hombre con quien habían caminado y ha muerto, está “sentado a la diestra del Padre”. Esta imagen les resulta evoca-dora, porque proviene de las Escrituras judías (Sal 110,1: “El Señor dijo a mi Señor: siéntate a mi dies-tra”). Se va a imponer en seguida a los primeros [120] cristianos –que aún son judíos– como una especie de evidencia, antes de toda reflexión filosófica o teológi-ca, antes de toda interro¬gación consciente sobre la personalidad de Jesús.

1.2. Jesús, Hijo de Dios... idea nacida de la Pa¬sión y de la resurrección, dice usted. ¿Así, pues, de súbito, sin que Jesús la haya insinua-do?

¡Por supuesto, de súbito! La resurrección de Je-sús, en la cual creyeron los apóstoles y los primeros cristianos, y les transformó la vida, desencadenó todo. Apoyados en ella releyeron la vida y la enseñanza de Jesús. A partir de allí se anunciaron los Evangelios, primero oralmente, después por escrito. Y también hay que leerlos a partir de allí. Mucha gente, cristiana o no, ignora esta norma de lectura: si poseen algo de espíritu crítico, chocan con algunos pasajes; si no lo poseen, creen y dicen que Jesús vino a proclamar que era Dios.

1.3. ¿ Y no es el caso?

No, no fue así. Los primeros testigos, que camina¬ron con él, sin duda se impresionaron por su vida, en-se¬ñanzas, actos y palabras. Los Evangelios se refie-ren en numerosas ocasiones a su libertad de palabra y acción, tanto en relación con los jefes de la comuni-dad judía como con el ocupante romano. También se dice varias veces que “hablaba con autoridad” y que esto los impactó. Pero decisiva para ellos fue la expe-riencia de la resurrección: les permitió comprender que se las habían con “un profeta y más que profeta”. [121]

2. Cuatro Evangelios, un solo Cristo

2.1. ¿Qué sabemos, exactamente, de Jesús? ¿Qué verdad histórica contienen los Evange-lios?

RUDOLF BULTMANN, un gran exégeta de este siglo, declaró en los años veinte: “No podemos saber prácti¬camente nada de la historia de Jesús”. Y agregó que había que renunciar a saber lo que fuera del “Jesús de la historia”, es decir, de los detalles de su vida. Basta saber que existió. En esto hay un consenso casi unáni¬me. Creer que es el Hijo de Dios y el Sal-vador, y sacar las consecuencias para nuestra vida: eso es lo esencial. En otras palabras, la verdad histó-rica de los Evangelios sería un problema por completo secundario. Lo impor¬tante es el sentido del “aconte-cimiento Jesús”.

No obstante, en la actualidad los exégetas son mu¬cho menos severos que Bultmann en lo concerniente a la verdad de los hechos que relatan los Evangelios. Partiendo de la base de que se escribieron bastante después, con la fe en el Jesús resucitado y “sentado a la diestra de Dios”, se ha podido establecer que nu-merosos detalles son verídicos, que corresponden a lo que dicen los historiadores más reconocidos de los tiempos de la Palestina de Jesús. Hoy se tiene inclu-so la impresión de que los escritos del Nuevo Testa-mento –los Evangelios, los Hechos de los Apóstoles, las cartas de Pablo, de Pedro…– constituyen una de las fuentes más seguras para conocer ese judaísmo llamado “intertestamentario”: el judaísmo que se vivió entre el Antiguo Testamento y el Nuevo, o, como se prefiere decir ahora, entre el Primero y el Segundo Testamento. Es el periodo que abarca, a [122] gran-des rasgos, entre el año 200 a.C. y los años 100 a 150 de nuestra era.

2.2. Pero a pesar de todo, ¿no debemos decir que el conjunto fue rehecho, o inventado, para responder a las inquietudes de las primeras comunidades cristianas?

¿Qué es un relato histórico? ¿Cómo se escribe la his¬toria? Estas son las verdaderas preguntas. Sobre este tema se han escrito centenares de libros desde la inven¬ción de la historia moderna en el siglo XIX. En la actuali¬dad contamos con varias historias “científicas” de la Re¬volución Francesa, de Napoleón I o de Jules Ferry; aun¬que “científicas”, pueden diferir mucho. ¿Significa eso que son falsas? No, todas son “verda-deras”. Todas a¬portan, desde distintos puntos de vis-ta, algo esencial pa¬ra la comprensión de la Revolución Francesa, Napoleón o Jules Ferry. Dicho de otro mo-do, el pasado, por defi¬nición, ha desaparecido y sólo se lo puede interpretar.

Como los demás historiadores de la Antigüedad, los evangelistas ni siquiera tenían esa pretensión “científica” moderna. Además, querían comunicar un mensaje. Hoy hay consenso acerca de que informan con bastante fidelidad sobre el modo de vivir y hablar de Jesús y sobre la percepción que de Él se tenía mientras vivió. Al cabo, y considerando el efecto de una fe nueva y entusiasta, pudieron haber agregado mucho de maravilloso. Pudieron, o debieron, hacer de Jesús una suerte de semidiós que seducía multitu-des con sus milagros. No lo hicieron. Sus relatos son finalmente muy sobrios, aunque ya sean interpreta-ciones marcadas por la fe y la resurrección.

Todavía hay individuos que se asombran cuando descubren que las cosas no ocurrieron exactamente como [123] la Biblia las informa: el relato de la crea-ción (Génesis), la salida de Egipto (Éxodo), la infancia de Jesús (la relata el evangelista Lucas)… La primera reacción es decir que la Biblia cuenta falsedades. Y bien, esto sería ser muy corto de vista, pasar de largo junto a lo esencial y ocultar lo que estos textos nos quieren decir de Dios y de su revelación a los hom-bres.

2.3. ¿No es contradictorio que haya cuatro Evangelios,

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