La revelación del Dios Cristiano

CAPÍTULO II

LA REVELACION DEL DIOS CRISTIANO

1. PRESUPUESTOS TEOLÓGICOS

1 Posibilidad de conocer a Dios

Se plantea en este punto la posibilidad, por parte del ser humano de alcanzar y conocer a Dios por la razón. ¿Puede el ser humano alcanzar a Dios con sus solas fuerzas? La respuesta a esta cuestión la Iglesia ha dado siempre una respuesta afirmativa: el hombre tiene la capacidad de conocer a Dios por la razón, aunque este conocimiento no es el más perfecto, ni llega a abarcar el misterio divino.

1.1 Perspectiva bíblica

Dios existe. Para el hombre bíblico, “Dios existe”; Él es “el primero y el último” (Is. 41, 4; 44, 6; 48, 12). Existía ya “en el principio” (Gén. 1, 1; Jn. 1, 1). Esto es algo tan evidente que el ateísmo teórico es cosa de “insensatos” (Cfr. Sal. 13, 1): “El necio dice en su corazón, no hay Dios”.

La Biblia no se plantea el problema de la existencia de Dios como se entiende en nuestra mentalidad actual. Desde Mesopotamia hasta Egipto se admitía sin discusión la existencia de Dios.

Dios está vivo y presente. El “argumento” de Israel de la existencia de Dios es la experiencia que Él está vivo y presente en la historia viva del pueblo. Es la experiencia de su presencia en su historia. Por eso Israel puede llamar a Yahvé “El Dios de nuestros padres”, porque tien conciencia de ser el pueblo de Dios, el elegido, el preferido, el amado.

También en el NT la aceptación de Dios se basa en la fe de que Él se ha hecho “Emmanuel”, Dios-con-nosotros. El mismo Dios que ha acompañado a Israel en su historia, ha hablado ahora definitivamente por su Hijo (Heb. 1)

Revelación progresiva. Este Dios que existe, del que hace experiencia Israel en su historia, se va autorrevelando y autocomunicando progresivamente. En otras palabras, Israel, en su devenir histórico va cada vez más conociendo quién es ese Dios que le acompaña. Aunque su misterio trinitario no aparece sino en sombras en el AT. La plenitud de esta revelación es el misterio trinitario de Dios revelado por Cristo, quien descorre definitivamente el velo del misterio divino y lo comunica en un grado de intimidad jamás imaginado ni alcanzado (Jn. 14-16)

Presencia misteriosa. La convicción de la presencia divina en el AT y NT -descorrer el velo- no significa haberlo demostrado, o “haberle visto”, en el sentido racionalista moderno. En toda la Escritura está impregnada de la idea de la trascendencia de Dios, de que Él está más allá de todo pensamiento humano, que es el totalmente otro, siempre más de cuánto pueda concebirse de Él (Misterio Trinitario, Sebastián Fuster, pp. 44-46).

1.2 Demostración racional: testimonio bíblico y eclesial

La Sagrada Escritura atestigua que el hombre, por sí mismo y únicamente por las fuerzas de su razón puede descubrir la existencia de Dios a partir de las cosas creadas: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, la obra de sus manos anuncia el firmamento” (Sal. 19, 2).  Aunque este conocimiento “natural” o racional no es la principal preocupación de la Escritura.

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