El Shabat - Ensayo Teología

EL SHABAT

Conquistar el tiempo antes que el espacio

Blanca Jara Minaya

El hombre se encuentra obsesionado por lo tangible, lo material, el espacio. La mayoría de ellos piensa que su grandeza se encuentra ligada a todas sus posesiones y trabaja arduamente día a día para hacerla crecer. Sin embargo, el judaísmo nos brinda la oportunidad de ser conscientes de lo intangible, por medio de la valoración de acciones en el tiempo a partir de la práctica del Shabat. Por ello, en este ensayo se enfoca en el estudio del afán del hombre por la conquista de lo material, la importancia de pausar la intención del hombre por esta conquista y el estudio del Shabat como medio para la conquista del tiempo. Para ello, nos basaremos en el libro de Abraham Joshua Heschel: El Shabat.

Para empezar, ya hemos mencionado la importancia del espacio para el hombre. Heschel va más allá y habla de la civilización técnica y la define como el anhelo humano por someter y dirigir las fuerzas de la naturaleza. Esta obsesión del ser humano con el espacio afecta a sus actividades diarias,  incluso a sus las religiosas. Así pues, las religiones actuales y sus más altos dirigentes se han orientado a relacionar la divinidad con el espacio. De esa manera, lo divino está cada vez más atado a lo material y menos a lo espiritual.  Debido a que la mente primitiva es incapaz de ver a Dios sin una imagen, la iglesia relaciona la divinidad con una. Además, en muchas religiones se alega que Dios está en el universo, haciendo hincapié en su atadura con el espacio y su nula relación con el tiempo.

Sin embargo, según las creencias judías, la relación de Dios con el espacio no hace más de humanizar su imagen. Pero ¿es esta humanización realmente lo que consideramos como divino? Pues no. La divinidad trasciende lo material y el judaísmo lo explica a través de la idea del Shabat. El Shabat es un día dedicado a la vida y aleja al hombre de su afán de conquistar lo material. Esta idea logra liberar al hombre de su sumisión por las cosas, tal y como lo explica el autor, y elimina la “ceguera” que impide que el ser humano reconozca toda realidad no ligada a una cosa. Así pues, es importante que nuestro ser se desvincule parcialmente de las cosas, debido a que el adquirir el poder en el reino del espacio lleva a traicionar la aspiración del conocimiento del reino del tiempo. Lo anterior, se debe a que el magnificar el espacio y todo lo tangible, no es más que el principio de la falsa felicidad: creer que la felicidad está en la posesión y el dominio y que no puede encontrarse en otras prácticas ni creencias, acciones libres de lo material.

La búsqueda de pausar la intención de conquista del espacio por parte del hombre, nos debe llevar a intentar conquistar el tiempo. Esta nueva conquista se logra, como ya se ha mencionado, por medio del Shabat. Sin embargo, antes de conocer a fondo el Shabat se debe tener en cuenta por qué es tan importante para el judaísmo. Según menciona Heschel, la importancia de la santidad del tiempo es reconocida por los judíos desde el Génesis “Y bendijo Dios al día séptimo y santifícole”. Así pues, la santidad del tiempo precede a la del hombre y a la de todo el espacio; y, el hombre no puede simplemente ignorar la existencia e importancia del tiempo. Sin embargo, la conquista de este conlleva a una desvinculación del espacio, a reconocer que el momento es lo que se impregna en el ser y no el lugar donde ocurre. Para poder entender el Shabat se le debe reconocer como la arquitectura del tiempo. Sin embargo, este no se liga con algún mes o con las fases de la luna; sino, al acto de creación, al principio mismo y al dominio del yo. Esta práctica se enfoca en la realización de 3 actos: el descanso, la bendición y la santificación. De este modo, luego de 6 días de trabajo, el Shabat propone el descanso con espiritualidad: el goce del cuerpo y del alma. El séptimo día es más una atmósfera que una fecha, y esta atmósfera se encarga de ennoblecer el alma y hacer prudente al cuerpo, de lograr paz y felicidad.

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