ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Ensayo de Teología I


Enviado por   •  5 de Febrero de 2021  •  Ensayos  •  1.433 Palabras (6 Páginas)  •  160 Visitas

Página 1 de 6

 

 

 

 

 

 

 

 

 

JOSÉ DAVID ACOSTA ATEHORTUA

 

 

 

 

 

 

 

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA CALI

SANTIAGO DE CALI

OCTUBRE DE 2018

 

La importancia de la experiencia

La experiencia es un deber del ser humano. Como humanos, estamos destinados a vivir. Esto implica cierto grado de libertad que permite adquirir una innumerable cantidad de experiencias que aportarán, poco a poco, a la construcción del ser. ¿Pero, cómo recordar cada una de las experiencias presenciadas? Ciertamente, es imposible tener en mente cada experiencia vivida. Los seres humanos somos cambiantes, por lo tanto, cada experiencia, aunque nos aporta a nuestro desarrollo personal, sobrelleva un proceso de jerarquización en donde se ordena las experiencias por tiempo e impacto individual. Muchas veces, el impacto de la experiencia sobrepasa, en importancia, al tiempo de ocurrencia por lo que se tiene presente, en la mayoría de los escenarios, aquellas experiencias que consideramos más pertinentes o importantes. En este orden de ideas, la experiencia es conocimiento y lo que importa no es cuantas experiencias hemos tenido, sino, el aprendizaje obtenido de cada una de ellas.

                 Para empezar, hay que aclarar, que como afirma Gerardo Remolina Vargas, “las experiencias, generalmente, poseen una serie de sentimientos, pero no son los mismo. La experiencia proviene del conocimiento, mientras que, los sentimientos, de la emoción” (Vargas, 2016). Además, siguiendo con el pensamiento de Vargas, “el valor de una experiencia está estrechamente relacionado a la frecuencia con que se acude a ella creando así una especie de conocimiento inmediato” (Vargas, 2016). Con esto en mente, quisiera mencionar al día que murió mi padre. En este entonces mis pensamientos estaban meramente relacionados con mis sentimientos. Me abrumaba una especie de tristeza que nunca había sentido. Me encontraba en tal estado de melancolía que olvidaba el verdadero valor de la experiencia que fue todo lo bueno que mi papá dejó al estar vivo. Por lo que primaba lo subjetivo sobre lo objetivo evitando así el balance entre ambos.

No obstante, al pasar el tiempo y disminuir ese estado de tristeza, me di cuenta de que lo verdaderamente importante no era pensar, a menudo, en su muerte, sino, acudir a las experiencias que dejó mientras estuvo vivo. De esta manera, su vida no quedaría en el olvido, sino, inmortalizada mediante cada decisión que tome, influenciada por los rasgos característicos de mi padre que fueron transmitidos hacia mi. “De ahí pues, que la experiencia sea concebida como un proceso histórico que nunca cesa de terminar” (Vargas, 2016). La experiencia puede ser, por consiguiente, la construcción de vivencias influenciadas por el linaje de una persona y llevadas a la práctica en el día a día.

Así pues, todas esas historias transmitidas por mi padre aportan un granito en la elaboración de mi identidad. Igualmente, se crea una identidad narrativa que como recopila Pedro Enrique García Ruiz de las obras de Paul Ricouer, “es vital para establecer una unidad narrativa, a partir de los relatos de una cultura, que permita entender el mundo y llegar a una mejor interpretación de las experiencias” (Ruiz, 2013). Por lo tanto, este proceso dialéctico creado con mi padre resulta enriquecedor a la hora de crear mis propias experiencias debido a que me ha aportado un modelo a seguir para analizar mis propias vivencias personales y constituir mi propia identidad.

Por otra parte, resulta pertinente destacar que las experiencias no son del todo materiales, también existen experiencias espirituales. Como afirma Gerardo Remolina Vargas, “para que haya una experiencia debe de haber una presencia que implica estar consciente de que algo existe en un mismo espacio-tiempo o puede haber una presencia no corporal (espiritual)” (Vargas, 2016). Con esto en mente, quisiera aludir a un reciente retiro espiritual que experimente, hace algunas semanas, en la institución universitaria Javeriana Cali. En un principio, me sentía incrédulo de lo que el retiro espiritual me podía aportar a mi desarrollo personal y lo hacía más bien por deber y obligación que por gusto propio. Sin embargo, al poder experimentar este retiro me di cuenta lo difícil que es desconectarse de la vida material y encaminarse hacia una experiencia espiritual.

Concuerdo con la idea presentada por Vargas del psicólogo y filósofo William James en donde destaca que “toda experiencia religiosa es individual y no tiene que basarse en la revelación o demostración de Dios, sino en entender que hay una realidad misteriosa diferente a la común” (Vargas, 2016). Para mi, una experiencia espiritual consta de poder conectarse con mi interior y poder extraer todas esas ideas y experiencias que, o han quedado en el olvido o no las tengo presentes frecuentemente. Poder revelar esa verdad escondida en mi más profundo ser. Con esto presente, me gustaría comentar a cerca de una de las actividades realizadas en el retiro en la cual había que recordar los momentos más significativos y memorables de cada año desde que nacimos. En caso de no acordarse había que basarse en lo que nuestros familiares nos han contado y, finalmente, poner un sentimiento que representara ese acontecimiento para cada uno. Para esta actividad que cualquiera creería que se demoraría como mucho veinte minutos, nos tomó hora y media. Esto debido a que cada quien tuvo que hacer una minuciosa introspección para así elaborar dicha consigna.

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (9 Kb)   pdf (72.4 Kb)   docx (10.4 Kb)  
Leer 5 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com