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El Verdadero Cuerpo De Cristo


Enviado por   •  5 de Noviembre de 2013  •  979 Palabras (4 Páginas)  •  343 Visitas

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El verdadero cuerpo de Cristo

476 Como el Verbo se hizo carne asumiendo una verdadera humanidad, el cuerpo de Cristo era limitado (cf. Cc. de Letrán en el año 649: DS 504). Por eso se puede "pintar la faz humana de Jesús (Ga 3,2). El séptimo Concilio ecuménico (Cc. de Nicea II, en el año 787: DS 600-603) la Iglesia reconoció que es legítima su representación en imágenes sagradas.

477 Al mismo tiempo, la Iglesia siempre ha admitido que, en el cuerpo de Jesús, Dios "que era invisible en su naturaleza se hace visible" (Prefacio de Navidad). En efecto, las particularidades individuales del cuerpo de Cristo expresan la persona divina del Hijo de Dios. Él ha hecho suyos los rasgos de su propio cuerpo humano hasta el punto de que, pintados en una imagen sagrada, pueden ser venerados porque el creyente que venera su imagen, "venera a la persona representada en ella" (Cc. Nicea II: DS 601).

El Verdadero Cuerpo de Cristo, remite a la Imagen de Dios hecha carne. Como el Verbo (Dios) se hizo carne asumiendo una verdadera humanidad, lo cual podemos asumir por el Concilio de Letrán del año 649, por el cual se condenó el “monotelismo”, doctrina que defendía que Jesucristo tenía únicamente una voluntad divina y ninguna humana. Por eso se puede “pintar la faz humana de Jesús”, porque, según Gálatas capítulo 3, versículo 2: “Esto es lo que quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la Ley, o por recibirlo por la Fe?”, lo que nos dice que no por la ley se recibe al Espíritu, sino por dejarlo entrar en nosotros por la Fe, una Fe que nos deja verlo hecho carne como se nos prometió.

Por el séptimo Concilio Ecuménico, el II Concilio de Nicea en el año 787, la Iglesia reconoció que es legítima su representación en imágenes sagradas. Dicho Concilio fue convocado a raíz de la controversia iconoclasta. Los iconoclastas negaban la legitimidad de las imágenes y su culto, a causa de cierto esquema aún monofisita, sumado a la influencia musulmana y judía en el Imperio de Oriente y el deseo de contrarrestar el poder de los monjes, defensores de la iconodulia, doctrina contraria a la iconoclasta. Los iconoclastas usaban argumentos de la prohibición que en el Antiguo Testamento vetaba la creación de imágenes o de la filosofía platónica ya que el uso de imágenes implica representar modelos a partir de lo que sólo son sombras. Pero en el Prefacio de Navidad nos invita a entender que Dios, “que era invisible en su naturaleza, se hace visible”. El Primer Prefacio de Navidad proclama: “porque gracias al misterio de la Palabra hecha carne, la Luz de tu Gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo esplendor, para que, conociendo a Dios visiblemente, Él nos lleve al amor de lo invisible". En efecto, las particularidades individuales del cuerpo de Cristo expresan la persona divina del Hijo de Dios. Él ha hecho suyos los rasgos de su propio cuerpo humano hasta el punto que, pintados en una imagen sagrada, pueden ser venerados porque el creyente que venera su imagen, “venera a la persona representada en ella”. Esto se sostiene también por el II Concilio de Nicea, en el cual sus cánones permiten hacer una distinción entre el culto dado a Dios (llamado adoración)

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