El nombre de María
miktireMonografía9 de Noviembre de 2011
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Introducción
María, madre de Jesucristo, venerada en el cristianismo desde los tiempos de los primeros apóstoles. El islam también la venera como la virgen sin pecado Marian. Los Evangelios sólo proporcionan un relato fragmentado de su existencia, mencionándola en relación con los comienzos y el final de la vida de Jesús. Mateo habla de ella como esposa de José que "concibió por obra del Espíritu Santo" antes de que "conviviesen" como marido y mujer (Mt. 1,18). Después de nacer Jesús, María está presente en la visita de los Reyes Magos (Mt. 2,11), en la huida a Egipto (Mt. 2,14) y de regreso a Nazaret (Mt. 2,23). Marcos sólo habla de ella como madre de Jesús (Mt. 6,3). La Natividad de Lucas incluye la anunciación del ángel Gabriel a María de la llegada de Jesus (Lc. 1,27-38); la visita a Isabel, madre de Juan el Bautista y pariente; el himno de María, el Magníficat (Lc. 39,56) y la visita de los pastores al portal de Belén (Lc. 39,56). Lucas también se refiere a la perplejidad de María cuando encontró a Jesús en el Templo discutiendo con los doctores a los 12 años. El Evangelio según San Juan no habla de la infancia de Jesús ni menciona el nombre de María, a la que se refiere como "la madre de Jesús" (Jn. 2,19), que está presente en el primer milagro de Jesús en las bodas de Canaán (Jn. 2, 1,3,5) y en su muerte (Jn. 19, 25-27). También se menciona a María en el monte de los Olivos con los apóstoles y los hermanos de Jesús antes de Pentecostés (He. 1,14). De igual manera a María es dedica una de las cartas pastorales de Monseñor Rafael Arias Blanco, en la cual nos invita a confiar en María, a pedirle con fervor, ya que María es la Santa Madre de Jesús.
El nombre de María
Para los hebreos el nombre no era un simple apelativo; estaba íntimamente ligado a la persona. Por ello usaban nombres que describirían la personalidad, el carácter; así, era muy usada la expresión "su nombre será tal" cuando se quería designar una misión o carácter especial al niño por nacer.
María es un nombre conocido en el Tanaj o Antiguo Testamento por haber sido nombre de la hermana de Moisés y Aarón, originalmente escrito como Miryām. La versión de los Setenta lo menciona como Mariám (Mαριαμ); el cambio en la primera vocal señala tal vez la pronunciación corriente, la del arameo que se hablaba en Palestina antes del nacimiento de Cristo. Al igual que con los nombres de Moisés y Aarón, que fueron tomados con sumo respeto, el de María no se usó más como nombre común, pero la actitud cambió con el tiempo y fueron puestos como señal de esperanza por la era mesiánica. En el texto griego del Nuevo Testamento, en la versión de los Setenta, el nombre usado era Mariám. María sería probablemente la forma helenizada de la palabra.
María es asimismo conocida como "Estrella de los Mares" o "Estrella del Mar" (Stella Maris). Dicho nombre procede de la interpretación de un pasaje del Antiguo Testamento, del primer Libro de los Reyes 18:41-45.
Vida de María
María es mencionada por su nombre por primera vez al escribirse el evangelio más antiguo, el evangelio según san Marcos, pero de forma tangencial. En el evangelio según san Mateo se la menciona con motivo de la narración de la concepción milagrosa de Jesús y de su nacimiento y huida a Egipto.
Aquí el evangelista menciona que es María aquella de quien habló el profeta Isaías al decir: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros". El evangelio según san Lucas es el que más datos da sobre María, al desarrollar con más detalle los temas de la infancia de Jesús, algunos de los cuales se amplían más abajo: la Anunciación, la Visita a Isabel, el Nacimiento de Jesús, la Presentación de Jesús en el Templo (aquí el anciano Simeón le profetiza: a ti misma una espada te atravesará el corazón, aludiendo al dolor de María durante la Pasión de su Hijo) y la pérdida de Jesús y su hallazgo en el templo. También es san Lucas quien dice que María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. En el evangelio según san Juan, Jesús hace su primer milagro a petición de ella, en Caná. Y en la cruz, la entrega como madre al mismo san Juan, y san Juan es entregado a María como hijo. Las teologías católicas y ortodoxa destacan, a raíz del milagro de Caná, la eficacia de la intercesión de María ante su Hijo; y en la entrega al pie de la cruz, la proclamación simbólica de María como Madre de la Iglesia, es decir, de todos los cristianos, figurados en la persona de Juan. También se la menciona en los Hechos de los Apóstoles9 como miembro destacado de la comunidad cristiana primitiva.
Anunciación de María
La presencia de María en los relatos bíblicos comienza con la narración de la aparición del Arcángel Gabriel a María, según lo relata el evangelista Lucas.
Y al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre que se llamaba José, de los descendientes de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel, le dijo: «¡Alégrate, llena de gracia! El Señor está contigo.» Lucas 1:26-28
Lucas puso empeño en anotar las reacciones de María ante las revelaciones divinas que se irán sucediendo: su turbación y su dificultad, al igual que posteriormente mostraría su asombro ante el oráculo de Simeón y su incomprensión de la palabra de Jesús en el templo. En presencia de un misterio que rebasa su inteligencia, reflexiona sobre el mensaje (Lucas 1:29; Lucas 2:33), piensa sin cesar en el acontecimiento y lo guarda en su corazón.
Desde el momento de la Anunciación, cuando el proyecto inicial de vida de María parece trastocarse, comienza una secuencia de riesgos y de inseguridades señalada por los evangelios de Lucas y de Mateo. La primera inseguridad se presenta en relación al origen de su concepción. En efecto, la incertidumbre parece atacar el corazón de su prometido José, y lo conduce a su intención de repudiar a María en secreto para no ponerla en evidencia.19 Así lo tiene planificado José cuando Dios le hace conocer sus designios por un sueño: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.» A partir de entonces, José coparticipa de los riesgos que se presentan en la vida de María, como se detalla más adelante.
María, ya embarazada, visita luego a su prima Isabel, ya que el ángel Gabriel le había anunciado que también ella, aunque ya anciana, estaba encinta, señal de que para Dios no hay imposibles. Viaja María a una población de la montaña de Judea, que actualmente se conoce como la ciudad de Ain Karim situada a seis kilómetros y medio al oeste de Jerusalén.
Al llegar María, los evangelios narran que el niño que tenía Isabel en su vientre dio un salto, que fue interpretado como de alegría. Isabel reconoce luego a María como la "Madre de su Señor" y la alaba. María responde a Isabel con un canto de alabanza, ahora llamado "Magnificat", inspirado en el cántico de Ana, en varios salmos y en otros pasajes del Antiguo Testamento que, seguramente, eran del conocimiento de María. El "Magnificat" incluye una profecía: "Todas las generaciones me llamarán bienaventurada". La "Anunciación" y el "Magnificat" son, sin dudas, los dos pasajes de los evangelios canónicos en que María explicita verbalmente con más detalle su pensamiento, que no es otro que un anticipo de la misma vida y mensaje de Jesús.
María: la que guardó y cumplió las palabras de Jesús
De acuerdo con las Sagradas Escrituras, María no fue lo que la Epístola de Santiago llamó «un oidor olvidadizo». El Evangelio de Lucas nos lega una frase que se repite dos veces casi literalmente, forma de poner énfasis en el asunto. En la escena del nacimiento de Jesús, después que los pastores relatan a José y María lo que se les había dicho del niño, el evangelista agrega que «María conservaba todas esas cosas y las meditaba en su corazón». Y un poco más adelante, al relatar el episodio del hallazgo del Jesús, de doce años, entre los doctores del templo, el evangelista repite casi textualmente la frase antes citada: «Y su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón».
Es de notar que esta segunda frase no sólo se refiere a la respuesta dada por Jesús en el templo a los doce años, sino que es razonable extenderla a todo lo que Jesús le dijo en los diálogos que con ella tendría durante los años que pasó «sujeto a sus padres». También es claro que el evangelista señala que María conservaba esas palabras a pesar de que ni ella ni José habían entendido la respuesta de Jesús en el templo: que «convenía que él se ocupara de las cosas de su Padre». Juan de Maldonado comenta que no podía María dejar de comprender que Jesús llamara a Dios «su Padre», ni tampoco podía resultarle extraño que él se considerara obligado a ocuparse de las cosas de Dios. Lo que María aún no comprendía era «a qué cosas llamaba Jesús las cosas de su Padre: de enseñar primero a los hombres, y luego de morir por ellos».
A pesar de que, bajo este aspecto, las palabras de Cristo quedaron de momento envueltas en el misterio para la mente de María, ella las guardas como una reliquia, lo que forma
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