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Isabel De Hungria


Enviado por   •  14 de Enero de 2014  •  2.443 Palabras (10 Páginas)  •  239 Visitas

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INTRODUCCION

A continuación encontrará la narración de los aspectos más importantes de la vida de Isabel de Hungría, una mujer valiente para su época, que prevaleció en su fe y vida basada en el amor a Dios. Mujer de cuna real, tuvo una vida muy corta pues murió a los 24 años de edad, pero la vivió intensamente junto los seres que más amaba, su familia y las personas más necesitadas, teniendo siempre a Dios como la base de su vida.

A pesar de su corta existencia, en la que tuvo grandes tragedias, logró alcanzar grandes metas, manteniéndose siempre firme en la misión que Dios le había encomendado. Ejemplo digno de imitar, Isabel siguió siempre el llamado de Dios y en cada una de sus acciones fue un vivo ejemplo de un cristiano verdadero. Hoy día la conocemos como Santa Isabel de Hungría, siendo admirada por muchos, se convirtió en la patrona de los pobres.

CONTENIDO

Isabel, princesa de Hungría y duquesa de Turingia, nace en el año 1207 en el castillo real de Sàrospatak a Pozsony, uno de los preferidos por la familia real. El mismo está ubicado al norte de Hungría y hoy día conocido como Bratislavia. Algunos escritos mencionan por tradición, que Isabel nació en la noche del verano del 7 de julio. Fue hija de Andrés II rey de Hungría y de la condesa Gertrudis de Carintia y Andechs-Meran. Su tía materna fue Santa Eduviges, y una sobrina nieta suya habría de convertirse más tarde en Santa Isabel de Portugal.

La vida de esta princesa contiene todos los elementos para escribir una bella leyenda alemana a tal punto que en algunos cuentos llegó a conocerse como la "Leyenda Dorada". Proveniente de familia de la alta nobleza y con estirpe de santidad, Isabel creció en la corte húngara junto a sus hermanos los príncipes Béla, Colomanno y Andrés.

En la noche en que Isabel nacería, Klingsohr de Transilvania anunció a Herman de Turingia, que el rey Andrés II de Hungría, primo del emperador de Alemania, tendría una hija que había de distinguirse por su santidad, y contraería matrimonio con el hijo de Herman, quien para entonces tenía 11 años. Y así ocurrió, esa misma noche, Andrés II y su esposa Gertrudis tuvieron una hijita, Isabel que significa “consagrada a Dios” y que nació en Presburgo (Bratislava).

El matrimonio profetizado por Klingsohr ofrecía grandes ventajas políticas, por lo cual, la recién nacida fue prometida en matrimonio al hijo mayor de Herman. Cuando la niña apenas tenía unos cuatro años, sus padres la enviaron al castillo de Wartburg, cerca de Eisenach, el mismo donde Lutero tradujo al alemán el "Nuevo Testamento". En este castillo residía la corte y el palacio de Sajonia, hoy uno de los 16 Estados federados de Alemania, y allí fue enviada para ser educada como princesa. Durante su juventud Isabel tuvo que soportar la hostilidad de algunos miembros de la corte que no valoraban su bondad. En este lugar vivieron juntos Isabel y Luis, como niños jugaron juntos y se enamoraron. No podían vivir el uno sin el otro. El joven Luis se enamoraba cada vez más de ella. Se cuenta que, siempre que Luis pasaba por una ciudad compraba un regalo para su prometida. Cuando se acercaba el momento de la llegada de su prometido, Isabel salía a su encuentro; el joven le daba el brazo amorosamente y le entregaba el regalo que le había traído

Cuando Isabel apenas tenía cinco años, su madre la condesa Gertrudis, esposa del rey Andrés II, fue asesinada durante una conspiración en el 1212. Tres años más tarde de la muerte de su esposa, en el 1215, el rey toma una nueva esposa y de esa unión tuvieron una sola hija, Violente de Hungría, quien sería luego la esposa del rey Jaime I de Aragón. A pesar de todo esto, Isabel tuvo una infancia feliz, era una niña muy hermosa, que habría de destacarse por su piedad y extrema santidad y más tarde consagraría su vida a la caridad y la asistencia a los enfermos.

Y como estaba destinado, se casó a los catorce años con Luis IV, landgrave o gran conde de Turingia, cuando éste asumió el principado. Tuvo tres hijos. A pesar de que el matrimonio fue arreglado por los padres, fue uno vivido en el amor y una feliz unión entre la virtuosa cristiandad y la felicidad humana, entre la diadema real y la aureola de santidad. El matrimonio se celebró en 1221 y de él nacieron cuatro hijos. A Luis no le preocupaba demasiado el reparto de su riqueza entre los pobres que Isabel solía llevar a cabo, ya que creía que la labor caritativa de su esposa le traería una recompensa eterna; a ella se le venera en Turingia como santa. Luis fue un aliado cercano y defensor tenaz de los Hohenstaufen, y en particular del emperador germánico Federico II, por lo cual en la primavera de 1226, cuando Turingia se vio asolada por inundaciones, hambre y la plaga Luis representó a Federico II en la Dieta de Cremona. En esta ocasión, Isabel asumió el control de sus asuntos y repartió limosnas por todo su territorio, incluso dando vestidos y adornos de la corte a los pobres. Debajo del castillo de Wartburgo, hizo construir un hospital con 28 camas, y visitaba todos los días a los enfermos para atenderlos. En esa misma época, el inquisidor Konrad von Marburg se convirtió en su director espiritual.

Se dice que el día de su boda, Isabel, con su característica sencillez, despertó el enojo de la suegra y la cuñada al no querer acudir a la Iglesia adornada con los preciosos collares de su rango, pues creía que no era digna de llevar una corona ostentosa para estar frente a Jesús con su corona de espinas. Esto se evidencia en sus palabras cuando dijo: “¿Cómo podría—dijo cándidamente—llevar una corona tan preciosa ante un Rey coronado de espinas?”. Sólo su esposo, tiernamente enamorado de ella, quiso demostrar lo digno de una criatura tan bella en el rostro y en el alma y tomó por lema en su escudo, tres palabras que lo expresaron de modo concreto. Los esposos se amaron profundamente y rigieron los destinos de su tierra aplicando el lema “Piedad, Pureza y Justicia”.

De casada, Isabel dedicaba mucho tiempo a la oración en las altas horas de la noche, hasta en el mismo aposento matrimonial. Sabía que se debía a Luis totalmente, pero había oído ya la invitación del “otro esposo” que le decía, “sígueme”. De este amor con dos inclinaciones surgía, sin embargo, un profundo gozo y plena satisfacción, no el problema de una desacuerdo interior. Dios era el valor supremo e incondicional que alentaba todos los otros amores al esposo, a los hijos, a los pobres. Incluso a esta maravillosa mujer se suele representar comúnmente como una dama vestida con ropas reales y corona cargando un cesto lleno de rosas. Esto es un símbolo

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