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LA CONSEJERIA

maganespe1424 de Junio de 2014

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INTRODUCCION

Cada matrimonio experimenta conflictos de una manera u otra. Unos mas y otros menos. No creo que exista el matrimonio perfecto donde los conflictos nunca han tocada sus puertas. Mi matrimonio, en lo personal, ha experimentado varios conflictos. Estuve 13 años de unión libre (concubinato) y tengo 3 años de casada, gracias a Dios. Y hemos en verdad, pasado por momentos difíciles en los cuales el enemigo ha zarandeado nuestra relación de una manera u otra. Sin embargo, gracias le doy a Dios por Su Sabiduría, la cual nos ha dejado en forma escrita para poder guiar nuestros pasos por el sendero correcto (Sal. 119:105).

En nuestro mundo tan altamente complejo, con el fin de hacerle frente a los rigores de la vida diaria, cada vez son más las personas que están buscando consejería. A pesar del hecho de que hay numerosas fuentes de ayuda disponible: consejeros profesionales, sicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales, la mayoría de la gente prefiere pedirle consejo a su pastor. La consejería cristiana es tanto una encomienda sagrada como relación terapéutica entre el pastor consejero y el que recibe el consejo.

Efesios 5:21 -22

21 Ustedes, que honran a Cristo, deben sujetarse los unos a los otros. 22 Las esposas deben sujetarse a sus esposos, así como lo hacen con Cristo.

De acuerdo a la Palabra, la sujeción debe ser mutua. El cónyuge debe entender el principio de la sujeción. La sujeción al Señor es primero. Después es automática uno al otro. Las mujeres casadas están comprometidas por vida, a un solo marido. Cuando la pareja no esta casada, es muy difícil que el marido se sujete a su mujer, por que nada lo compromete, aunque tengan hijos.

Cristo es la autoridad de la iglesia y el marido es la autoridad de la esposa aquí en la Tierra. En otras palabras, la esposa tiene la autoridad de su esposo delegado por Dios. Los dos tienen autoridad y los dos deben someterse mutuamente. Cuando la esposa entiende el principio de la autoridad que Dios le dio a su esposo, ella se sujeta a su marido y la Unción del Espíritu Santo de Dios la usa grandemente.

La esposa se santifica en su esposo, el cual es el ministro de su hogar. Cuando la esposa entiende la autoridad y se sujeta a su marido por su Amor sincero, ella automáticamente es santificada, consagrada para un solo hombre. El esposo no debe maltratarla o golpearla para sujetarla. Ella conoce su papel cuando su marido esta presente por su amor sincero. Si la esposa esta bien espiritualmente, moralmente, físicamente, etc., es por el esposo que ha cumplido con su deber, entonces ella se siente realizada y eso hace que ella sea amorosa, respetuosa y sujeta con su marido.

La mayor muestra de sujeción nos la dio nuestro Señor Jesús; la Biblia señala: “Se despojó a si mismo y tomo la forma de un esclavo y llego a estar en la semejanza de los hombres. Más que eso, al hallarse de manera de hombre, se humilló y se hizo obediente hasta la muerte”. Filipenses 2:5-8.

En este trabajo no pretendo saber la solución a todos los conflictos que existen en los matrimonios. Tampoco profeso ser un profesional en cuanto a esta área, sin embargo, Dios en Su Palabra nos ha equipado para poder dar un consejo bíblico que ayude a las personas a mejorar sus relaciones matrimoniales.

LA SUJECION DE LA ESPOSA AL ESPOSO.

CARTA A LOS EFESIOS, capítulo 5

21 Ustedes, que honran a Cristo, deben sujetarse los unos a los otros. 22 Las esposas deben sujetarse a sus esposos, así como lo hacen con Cristo. 23 Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza de su iglesia, y también su Salvador. Cristo es la cabeza, y la iglesia es el cuerpo. 24 Por eso, la esposa debe sujetarse a su esposo en todo, así como la iglesia se sujeta a Cristo. 25 Los esposos deben amar a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y dio su vida por ella. 26 Esto lo hizo para santificarla por la palabra, y purificarla por el agua del bautismo, 27 para presentársela a sí mismo como una iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada parecido, sino santa y perfecta. 28 De la misma manera deben los esposos amar a sus esposas como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa, se ama a sí mismo. (29 Porque nadie desprecia su propio cuerpo. Al contrario, lo alimenta y lo cuida, del mismo modo que Cristo cuida a la iglesia. 30 En realidad, cada uno de nosotros forma parte de la iglesia, que es el cuerpo de Cristo.) 31 Dice la Biblia: Por eso deja el hombre a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos llegan a ser como una sola persona. 32 Esa es una verdad muy profunda, y yo la uso para hablar de Cristo y de la iglesia.

Una esposa muestra sumisión a su esposo cuando ella le permite a él que tome el liderazgo en la relación. Su posición, como líder, es bíblica: “Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.” (1 Co 11:3). Sara, la esposa de Abraham, es un ejemplo de una mujer que sigue el liderazgo de su marido: “como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza.” (1 P 3:6). Sara nunca ha sido confundida como a una mujer que se le permitió ser pisoteada. Note que Pedro afirma que Sara, no temió “ninguna amenaza”. Por lo tanto, la sumisión no debe ser confundida con la debilidad de una persona.

A las mujeres no se les ordena que se sometan a sus maridos porque Dios se asegura de que los hombres serán justos o amorosos. Cuando una mujer se somete a su esposo, realmente ella se está sometiendo a Dios:

• Efesios 5:22: "Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor;"

Por lo tanto, cuando una mujer se somete a su esposo no lo hace porque él merezca, desde la perspectiva humana, algún mérito. Ella se somete porque sabe que es agradable a su Señor, y que por derecho divino, Dios estableció al hombre como líder y una mujer deberá creer que Dios, es bueno. Ella también puede saber que nada escapa a la atención de Dios; y un hombre malo, tendrá que rendir cuentas de sus acciones.

Cuando una esposa se somete a su marido, ella no trata de quitarle su liderazgo. Desde el principio de los tiempos, la mujer ha tratado de quitarle al hombre su liderazgo; y con frecuencia, el hombre le ha cedido su liderazgo (Génesis 3). Algunos eruditos creen que Génesis 3:16 (“A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti.”), se refiere al nuevo pecado, el cual llevó a Eva ha anular la jefatura de su esposo en el liderazgo, lo cual, ha continuado en la descendencia femenina. Las mujeres usan muchas tácticas para tratar de tomar el control del liderazgo, incluyendo la crítica, el engaño y la manipulación. Esto con frecuencia resulta en pecado y con consecuencias lamentables (Génesis 27). Cuando una mujer recurre a esas tácticas, ella, lo que está haciendo, es usurpar el buen diseño de Dios en el papel de la relación; por lo tanto, una esposa sumisa debe primeramente, aprender a confiar en la bondad de Dios y en Su soberanía.

Sin embargo, una esposa sumisa no está relegada a mantenerse ociosa esperando que sea el marido quien tome todas las decisiones de la familia. En un matrimonio saludable, el esposo y esposa trabajan como un equipo. Cuando una decisión no se puede acordar conjuntamente, el líder es quien la toma, sabiendo que él es el responsable delante de Dios por esa decisión. En esas circunstancias o en una decisión que debe ser tomada sólo por el marido, una esposa sumisa no excederá sus límites ofreciendo consejo. Ella debe hacerlo de una manera que muestre respeto a la posición que Dios le ha dado al hombre como cabeza de la familia. Una esposa sumisa ofrece también abundante ánimo, entendiendo que tomar decisiones es una responsabilidad pesada en los hombros de un hombre.

Algunas mujeres no están satisfechas con esto. Ellas quieran estar a cargo. Pero bíblicamente, el matrimonio no funciona de esa manera. La unidad requiere una estructura relacional. Este patrón lo vemos en otras relaciones. Pero la sumisión, nunca es una señal de valor. Jesús se sometió a la voluntad de Su Padre: “Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.” (Mt 26:39). Sería una herejía decir que Jesús es de un menor valor que el Padre. Ellos son Uno y por lo tanto, Jesús no puede ser de menor valor. Su sumisión no tiene nada que ver con Su valor; esto, tiene que ver con Dios; con una estructura ordenada. Lo mismo es con el esposo y esposa.

Sumisión necesita humildad. También toma mucha oración y confianza en el Espíritu Santo. Lo mismo ocurre con el liderazgo piadoso. Las mujeres pueden mirar el ejemplo de Jesús y reflejar Su amor y sacrificio en la medida que escojan amorosamente al marido que Dios ha colocado en sus vidas.

1era. Pedro (3:1-7)

3:1 Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas,

3:2 considerando vuestra conducta casta y respetuosa.

3:3 Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos,

3:4 sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.

3:5 Porque así también se

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