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LA PASCUA DE CRISTO: "Respuesta Al máximo Enigma De La Existencia Humana: La Muerte."


Enviado por   •  14 de Octubre de 2011  •  1.893 Palabras (8 Páginas)  •  842 Visitas

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LA PASCUA DE CRISTO:

“Respuesta al máximo enigma de la existencia humana: la Muerte.”

El hombre sufre con el dolor y con la disolución progresiva de su cuerpo; la enfermedad, los tormentos y achaques de la vejez son un grito hiriente que anuncia la llegada de la muerte. Esta última realidad, es su máximo tormento. En efecto, la agonía más inquietante es el temor por la desaparición perpetua. Por ello, todo hombre experimenta que desde lo más íntimo de su ser, una fuerza se levanta, una energía descomunal se resiste frente a la muerte y a la posibilidad de la disolución absoluta de su ser en la nada.

Por eso, se puede asegurar que el hombre cuando piensa en la muerte, inmediatamente piensa en la vida. Sí, piensa en seguir viviendo él, quiere continuar viviendo él y, vivir feliz y eternamente. No quiere desaparecer al morir, como “desaparece una gota de agua que se funde en el océano”. Sabe muy bien, que en su vida hay un misterio, que lo envuelve, que lo hace trascender las barreras “espacio-temporales” de la visibilidad. Él anhela sobre todas las cosas, disfrutar de la infinitud, de la eternidad.

Sin embargo, el hombre por ser un misterio, puede también cerrarse en sus propios anhelos, o mejor desorientar sus deseos, reduciéndolos a la mera temporalidad. En otras palabras, puede quedarse sólo con la frontera de lo visible, de lo tangible, dedicando su vida a la comodidad, al goce, al disfrute de esta vida al máximo, a acumular riquezas, a construir un reino de la fama, el poder y la apariencia, de la prosperidad material, al éxito profesional, a la salud física y psíquica, en resumen, a buscar su propia “realización personal”, en donde los otros importan en cuanto sirven al propio yo, etc.

Ahora bien, ¿por qué ocurre esto? las causa pueden ser variadas, pero aquí se señala que, en el fondo, se duda de la existencia de la vida ultratumba o en el peor de los casos el hombre, a veces no cree en la vida eterna después de la muerte y muchos menos espera la salvación como oferta gratuita de Dios Padre por Jesucristo en el Espíritu Santo, sino que dicha “salvación,” equivale a “realización,” “autorrealización” o total emancipación: concebida como una empresa del mero esfuerzo humano, porque el hombre lo puede todo y además el pecado es una invención religiosa. El pecado no existe, por mucho habría que hablar de errores humanos. Entonces, la salvación es posible, sin necesidad de Dios. Es decir, la salvación no se recibe, sino que se conquista a base de una lucha titánica contra la adversidad, la desgracia, las carencias…De allí se entiende por qué el hombre y la mujer del mundo actual acuden a la medicina, a la psicología, a la economía, a la tecnología y a otras ciencias, para conquistar y asegurar salud, dinero y amor.

Esto es precisamente, lo que han propuesto diversas ideologías al hombre moderno: el materialismo creyó que al satisfacer las necesidades económicas del hombre, éste sería completamente feliz. Pero, no contó con una verdad evidente y fundamental del ser humano: su libertad. Efectivamente, olvidó el marxismo que el hombre es libre incluso para el mal. Asimismo, desconoció otra gran verdad de claridad meridiana, no obstante, oscura para ellos; le hombre es un ser pecador. El pecado no destruyó completamente la naturaleza humana, pero sí la hirió gravemente, pareciendo la muerte como su lógica consecuencia.

Son, pues, estos dos últimos puntos -libertad y pecado-, los que a lo largo de los años han demostrado que los “mesías o salvadores” ofrecidos por el hombre al propio hombre, son y serán siempre insuficientes, al punto que caen por su propio peso. Dos datos fundamentales de todo análisis antropológico serio. Así se demuestra, que no es suficiente conocer el bien para practicarlo o el mal para evitarlo (cientificismo/tecno-centrismo); tampoco el afán por el dinero, la búsqueda de la equidad, el bienestar o la justicia social por sí misma, es capaz de colmar los vacíos del corazón humano, porque el hombre aspira a lo Absoluto y a la postre, se constata que todos esos bienes, también son caducos (marxismo-materialismo e incluso capitalismo).

En consecuencia, desde esta óptica el máximo “enigma” de la vida humana, la muerte, sigue siendo eso: “enigma”. La muerte sin la mirada que se proyecta desde la fe, esperanza y el amor, centrado en el acontecimiento decisivo, crucial y definitivo de la historia humana, que es Jesucristo mismo; sigue siendo además de problema, un misterio y un peso insoluble que nos aplasta, que nos aniquila, conduciendo la vida humana al absurdo de la nada o a la ilógica reencarnación como camino purificador para una salvación final. Preguntas elementales, hacen trastabillar esta corta visión del sentido de la vida y de la muerte: ¿Qué tal hombre reencarnando en una hormiga u otro ser inferior? ¿Acaso no es esto una contradicción ontológica visto desde la ciencia y la filosofía e incluso desde el sentido común? ¿No se cree firmemente que la vida humana, es superior a la vegetal y animal? ¿Acoger este tipo de posturas no es una traición a la racionalidad humana y al hombre mismo?...

Entrando, en el punto central de este apartado, aflora inevitable una pregunta, ¿Cuál es la visión específica que nos brinda la fe, esperanza y caridad cristianas? En una palabra, es la misma que Jesucristo proyecta sobre la humanidad, con sus palabras y acciones, toda su vida (Encarnación Descendente y Ascendente), es decir, su Nacimiento, Vida Pública, Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión, son la respuesta válida ante la inquietud humana de ayer y de todos los siglos en cualquier espacio. Jesús,

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