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LOS DOS HERMANOS


Enviado por   •  20 de Mayo de 2017  •  Síntesis  •  759 Palabras (4 Páginas)  •  97 Visitas

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Esta es una triste, pero interesante historia de dos hermanos cuyas vidas eran opuestas. El menor era disoluto y perverso. La mayor era temeroso de Dios, sobrio y vivía una vida santa. La vida de su hermano le preocupaba, y con lágrimas en los ojos le suplicaba que abandonara su mala manera de vivir. Pero ni lágrimas, ni suplicas le conmovían, y se hundía más y más en los vicios y el pecado.

Cierta noche, recios golpes que daban a la puerta le despertaron. Se levantó a abrir y vio a su hermano temblando de miedo y sus ropas ensangrentadas.

¡Sálvame!  ¡Escóndeme! He matado un hombre y la policía me persigue. ¿Mira mi ropa, está manchada de sangre!".

Pero ¿cómo iba a salvarlo y a protegerlo de la justicia humana?

El amor halló la manera. Sin decir palabra, el inocente despojó al criminal de sus ropas delatoras, y se vistió con ellas. Luego puso las suyas al asesino y lo llevó a su cuarto.

El inocente fue puesto preso. A las preguntas que le hacían en la indagatoria sólo respondía: "Yo pagaré el crimen con mi vida".

"Tiene algo que alegar en su defensa?"

"Nada", respondió. ¡El inocente fue condenado a muerte!

La víspera de su ejecución, le pidió al juez, le facilitara lo necesario para escribir una carta “Prométame delante de Dios", le dijo al juez al entregarle la carta, "que no la abrirá y que después de mi muerte la hará llegar a su destinatario.

El juez le prometió que cumpliría su última voluntad. Aquella noche la pasó el reo inocente en paz y comunión con su Dios. Amanecía ya; unas horas más, y todo habría terminado.

Cuando el culpable recibió la carta, no se atrevía a abrirla. Por fin rompió el sello; empezó a leerla y no pudo contener las lágrimas.

"Mañana, vestido con sus ropas yo moriré en su lugar; pero Ud. vestido con la mía, debe, desde este día, vivir una vida santa en memoria de lo que yo hice por Ud.".

"Moriré por Ud.' Estas palabras conmovieron el corazón del criminal.  Súbitamente, como si hubiera vuelto en sí gritó: "Moriré por Ud.!" "Quizá no haya muerto aún".

Corrió a la prisión esperando llegar a tiempo de salvar a su hermano.

El juez enterado de lo que ocurría, interrogó al culpable. Este confesó su crimen y con tremenda angustia, dijo: "Matadme a mí, no quiero vivir El juez miro al miserable, indigno de tan inmenso amor, y dijo: "Su crimen ya ha sido expiado, la justicia está satisfecha, Ud. no debe nada; no hay ley que le condene a muerte. La muerte de su hermano le ha dado libertad y vida.

Agobiado por el peso de su iniquidad, regresó al hogar. Quebrantado y arrepentido pidió a Dios:

"Oh Señor, no permitas que yo muera en mis pecados, ayúdame a luchar contra el mal. Hazme digno de llevar el vestido de mi hermano.   Ayúdame a vivir limpio de todo pecado", dijo sin poder contener las lágrimas.

Así que, cuando sus amigos le invitaban les rechazaba, diciendo: "Con esta ropa no puedo acompañarles, mi hermano jamás iría donde van Uds."

Uh cambio se había operado en su vida.

Yo como este hermano menor, fui condenado a muerte por la justicia de Dios. Pero Cristo, mi hermano mayor, murió en mi lugar.  Soy libre, no hay ley que me condene, pero debo vivir como vivió mi Salvador, "el cual no hizo pecado, ni se halló, engaño en su boca".

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