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La Idolatria


Enviado por   •  26 de Abril de 2015  •  1.481 Palabras (6 Páginas)  •  291 Visitas

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LA IDOLATRIA

La palabra "idolatría" viene de las raíces griegas εἴδωλον - 'eidolon' (i.e. ídolo) que significa "imagen" o "figura", y λάτρις 'latris' que significa "adoración", por lo que su significado es: Adoración a imágenes. En nuestros días, una forma de entenderla muy claramente y sin mayores problemas es como la adoración por algún pueblo atrasado a la imagen de algún dios primitivo, o incluso como la fascinación fanática hacia algún artista de la industria del entretenimiento. Pero lo anterior es sólo una forma de entenderla muy limitada. Aunque hay idolatría en muchas religiones, y en creencias esotéricas y oculistas, nos enfocaremos en la que podemos encontrar en los que profesan o creen profesar la fe cristiana.

Qué dice la Biblia sobre la idolatría

La palabra idolatría suena a algo malo y pareciera que la respuesta al título de esta entrada está de más. Sin embargo, la forma en que se profesa o se cree profesar una fe cristiana por millones de personas (dejo abiertas ambas posibilidades), hace que esta respuesta no sea tan obvia como uno imaginaría. Revisemos con cuidado este tema que tiene aristas que pueden incomodar a muchos.

El primer mandamiento

En el Antiguo Testamento, el no caer en la idolatría está contemplado en nada menos que el primero de los 10 mandamientos. »No tengas otros dioses además de mí. »No te hagas ningún ídolo, ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni los adores. Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso. Éxodo 20.3-5a-b Vemos que el mandamiento de reconocerlo sólo a Él como nuestro Dios viene acompañado en forma muy explícita con la prohibición expresa de ni hacer representaciones físicas de nada, ni celestial ni terrenal, ni de adorarlas. Empezamos constatando que es un tema muy central en la voluntad de Dios.

¿Cómo es la imagen de Dios Padre?

Además, Dios Padre nunca se mostró ante nadie en la Biblia en forma inequívoca. Moisés, quien fue el profeta más importante en el Antiguo Testamento y quien tuvo más contacto directo con Él, vio su gloria ('shekinah'), pero Dios no quiso que viera mucho más que eso. Entonces dijo Moisés: —Te ruego que me muestres tu gloria. Jehová le respondió: -Yo haré pasar toda mi bondad delante de tu rostro y pronunciaré el nombre de Jehová delante de ti, pues tengo misericordia del que quiero tener misericordia, y soy clemente con quien quiero ser clemente; pero no podrás ver mi rostro ,añadió, porque ningún hombre podrá verme y seguir viviendo. (Éxodo 33.18-20) Así pues, Dios Padre nunca se manifestó en forma personal a nadie.

VENERACIÓN (¿O ADORACIÓN?) A HOMBRES

En la Biblia encontramos muchos hombres y mujeres muy destacados, y admirables en muchos aspectos, si bien, humanos al fin. En el s. VIII surgió un conflicto entre la iglesia de Bizancio y la de Roma, entre los llamados iconoclastas e iconodulios (los que se oponían a la adoración de imágenes y los que estaban a favor de ellas).

Los iconoclastas argumentaban: Basándonos en las Santas Escrituras y en los Padres, declaramos unánimemente, en el hombre de la Santa Trinidad, que habrán de ser rechazado y removido y maldito lo de la Iglesia Cristiana cuya apariencia esté hecha de cualquier material y color por el malvado arte de pintores ... ¡que sea anatema! "Epítome de la Definición del Concilio Iconoclasta", Concilio de Constantinopla V También decían: Satán desvió a los hombres, de manera que adoraran a la criatura en vez de al Creador. La Ley de Moisés y los Profetas cooperaron para remover esto ruin. Pero el previamente mencionado demiurgo del mal…gradualmente trajo de vuelta a la idolatría en la apariencia de Cristianismo.

Los iconodulios contra-argumentaron lo siguiente: Que el mandamiento de no adorar a ídolos quedó atrás con la venida de Jesús como Dios encarnado. Que los ídolos representaban seres irreales y los "íconos" a seres reales que sí vivieron (esto, aunque parece una buena razón, no es cierta pues muchos ídolos representaban a faraones, reyes y césares como deidades).

Que a Moisés se le ordenó hacer estatuas de querubines (ángeles guardianes) sobre el arca (cierto, pero la Biblia no registra absolutamente ninguna veneración a estas estatuas). Que debían seguir tradiciones orales aunque no estuvieran escritas en la Biblia. Que hay imágenes de origen sobrenatural (tal como se sostuvo siglos después sobre el Sudario de Turín y la imagen de la Virgen de Guadalupe en una tilma). Que era tonto negarle a Dios el mismo honor que se les daba a los reyes del mundo.

La Iglesia Católica distingue la adoración a Dios como "latria" (de la raíz griega mencionada al principio) y "dulia" (gr. δουλεία - douleia), que significa veneración, la cual se subdivide en "hiperdulía" que tiene un grado más alto destinado a la Vírgen María, y sólo "dulia" para los santos. Esto parece ser una distinción correcta en la teoría, sin embargo, la realidad es que en la práctica muchos depositan casi toda o por lo menos una enorme porción de su fe en la Virgen María (o en sus personificaciones), y en los santos, además de hacerlo en forma muy expresa hacia imágenes de éstos, ya sea en templos, estatuillas, pinturas, estampas, etc.

El tema de María debe tratarse con más amplitud, lo cual haré en otra entrada (Qué dice la Biblia sobre la Virgen María). Sólo recordemos sus propias palabras. Su madre dijo a los que servían: —Haced todo lo que él os dijere. (Juan 2.5)

Respecto a los santos, tenemos que en el Antiguo Testamento nunca se veneró a los profetas en el sentido de rendirles culto. Ciertamente se honró la memoria de grandes profetas y reyes, pero siempre se les reconoció como humanos falibles. Estos son sólo unos botones de muestra: Jacob logró la primogenitura con un engaño a su padre medio ciego (cf. Génesis 25). Moisés asesinó a un egipcio, huyó y se escondió en tierras lejanas (cf, Éxodo 2), y por su desobediencia le fue negada su entrada a la Tierra Prometida (cf. Deuteronomio 34). David mandó a una muerte segura a uno de sus generales con tal de quedarse con su esposa (cf. 2a Samuel 11). Todos estos hechos, al estar incluidos en la 'Tanach' de los judíos (Antiguo Testamento), los hicieron muy conscientes de que aún a pesar de lo anterior, si estos fueron hombres importantísimos y con virtudes admirables, esto fue así por Dios y, por lo tanto, sólo a Él debían dirigir siempre su culto.

En el Nuevo Testamento, veamos lo que pasa en el relato de la transfiguración. Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto. Allí se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede dejar tan blancos. Y vieron a Elías y a Moisés que hablaban con Jesús. Entonces Pedro dijo a Jesús: ¡Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí! Hagamos tres enramadas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. No sabía lo que hablaba, pues estaban asustados. Entonces vino una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz que decía: «Este es mi Hijo amado; a él oíd». Y luego, cuando miraron, no vieron a nadie más con ellos, sino a Jesús solo. (Marcos 9.2-8) Para estos apóstoles, Moisés y Elías eran tal vez los más grandes profetas y su primera reacción fue que debían rendirles los mismos honores que a Jesús. ¿Qué pasó? Que en una de las contadas ocasiones que Dios Padre habló en el Nuevo Testamento, indicó muy claramente que Jesús era Su Hijo, que lo oyeran a Él, y para mayor claridad, ya no aparecieron más ni Moisés ni Elías. Mensaje: No importa lo prominente que hayan sido estos hombres, sólo a Jesús debemos adorar.

En otro pasaje, cuando a Bernabé y a Pablo quisieron adorarlos, encontramos a este último diciendo: -¿Por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay. (Hechos 14.15)

CONCLUSIONES

Concluimos que no hay excusa para depositar nuestra fe en otro más que Dios Nuestro Señor. Podemos respetar y reconocer a hombres y mujeres prominentes en la Biblia, hacer más que eso no está indicado en ninguna parte de ésta. Además, el hecho es que lo que sí practican muchos es una clara idolatría al centrar su fe en otros que no son Dios, y en adorar sus imágenes.

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