La Iglesia En La Edad Antigua
adrianpl28 de Abril de 2015
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LA IGLESIA EN LA EDAD ANTIGUA:Dificultades,Persecuciones, Mártires.
I.LA IGLESIA DE JESUCRISTO.- La Iglesia es una Sociedad Religiosa Universal.- Todo el mundo sabe que existe una sociedad religiosa, cuyo fin es dar culto al verdadero Dios y a Jesucristo, su divino Hijo. Esta Sociedad es la Iglesia. Nadie ignora que el Jefe Supremo de la Iglesia es el Papa, que reside en Roma, en la Ciudad del Vaticano. También es público y notorio que la Iglesia tiene miembros repartidos por todas las naciones del mundo. Precisamente por eso se la llama Iglesia Católica o Universal, y a sus miembros se les denomina Católicos.
1. La Iglesia primitiva o patriarcal.- Primeramente fueron los Patriarcas los que tributaron culto al verdadero Dios. La religión primitiva o patriarcal conocía la existencia de Dios y de los ángeles, el pecado original, las promesas de un Redentor y otros dogmas fundamentales. Para eso llamó a Abrahán y le dijo: «Deja la casa de tu padre y ve a la tierra que yo te indicaré, porque te voy a haber padre de un gran pueblo» (Génesis 12, 1-2).
2. Presencia continua de Jesucristo en la Iglesia.- Jesús cumplió su palabra de estar con la Iglesia hasta el fin de los tiempos. En efecto: desde la fundación de la Iglesia, Jesús está presente en ella:
a) Por el Santísimo Sacramento de la Eucaristía y el Santo Sacrificio de la Misa, en el que Jesús es a la vez Sacerdote y Víctima.
b) Por la Gracia que comunica a los demás Sacramentos, de los que Él es Ministro Principal.
c) Por la Fe, la Esperanza y la Caridad, las tres virtudes teologales, que son como el alma de la Iglesia.
d) Por medio de la Jerarquía eclesiástica; sobre todo, por el Papa, que es Vicario de Jesucristo en la tierra. e) Finalmente, Jesucristo está presente en la Iglesia, dándole fuerzas para vencer los innumerables obstáculos.
3. El bautismo de los Apóstoles.- Jesús había prometido varias veces a los Apóstoles que les enviaría el Espíritu Santo. En el Sermón de la Cena se lo dijo hasta tres veces «Si no me fuese, el Espíritu no vendría a vosotros; pero si me fuese, os lo enviaré» (San Juan 16, 7). «El dará testimonio de mí» (San Juan 15, 26). Antes de subir Jesús a los Cielos mandó a los Apóstoles permanecer en Jerusalén esperando la venida del Espíritu Santo que los había de bautizar y confirmar con su divina virtud: «Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días» (Hechos 1, 5). «Recibiréis la virtud del Espíritu Santo que descenderá sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda la Judea, en Samaria y hasta los extremos de la tierra» (Hechos, 1, 8).
4. La venida del Espíritu Santo: Pentecostés.- Al subir Jesucristo a los cielos quedaron reunidos en el Cenáculo, en espera del tantas veces prometido Espíritu Santo, los once Apóstoles, presididos por Pedro y acompañados de la Santísima Virgen y de las piadosas mujeres que acompañaron a Jesús durante su vida pública. También se hallaban allí reunidos otros discípulos y parientes de Jesús con los cuales la naciente Iglesia sumaba Pedro, que presidía aquella asamblea en calidad de Primer Papa, propuso elegir de entre los discípulos del Señor un sucesor de Judas en el apostolado. Se presentaron dos candidatos: José, por sobrenombre el Justo, y Matías. Después de orar en común pidiendo el favor de Dios, echaron suertes y le correspondió a Matías, el cual fue contado desde entonces en el número de los apóstoles. Pasados diez días y coincidiendo con la fiesta de Pentecostés, «se produjo de repente un ruido del cielo, como el de un viento impetuoso, que invadió toda la casa en que residían. Aparecieron, como divididas lenguas de fuego, que se posaron sobre cada uno de ellos, quedando todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en lenguas extrañas, según que el Espíritu les
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