ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Las Arenas Del Alma


Enviado por   •  28 de Marzo de 2014  •  541 Palabras (3 Páginas)  •  224 Visitas

Página 1 de 3

LAS ARENAS DEL ALMA

del mundo, todo por la providencia de Dios. Y siempre he aprendido, inclusive al observar a otros oradores, que un conferencista jamás debe mirar individualmente a sus oyentes. Se recomienda que uno ponga la vista en un punto fijo y predique sin mirar a nadie en particular. Que vea, pero que no observe.

¿Qué tal si te distraes de tu propio sermón porque tu mirada tropieza con un bostezo de elefante del caballero sentado en la tercera fila?

~Y qué me dices si en el clímax de tu exposición, la dama del segundo asiento se levanta para ir al baño? ¿O si un niño aburrido decide hacer avioncitos de papel con las hojas del himnario ante la mirada indiferente de sus padres?

Indudablemente, si algún día predicas, no te pon-gas a observar detenidamente al público.

Pero el predicador que acababa de arribar a nuestra iglesia desconocía ese principio, o por lo menos le restaba importancia. Comenzó su canción mirando a cada uno de los setenta y tres hermanos de la iglesia. A todos y a cada uno. Mientras cantaba, se dedicó a escarbar el alma de aque-llos que pretendían pasar desapercibidos un domingo más.

A decir verdad, nunca he podido recordar aquella canción en su totalidad. O para ser más brutalmente honesto, solo recuerdo la primera frase del estribillo, que el hombrecillo repitió hasta el cansancio. Pero esto fue más que suficiente para marcar el resto de mi vida.

—Yo sé que estás en crisis, me lo dicen tus ojos...

Luego, más adelante, la canción decía algo así como que el Señor enjugaría cada lágrima derramada en los desiertos de las crisis. Sin embargo, lo sorprendente fue que miró a cada persona sentada en aquella remota y pequeña iglesia.

Me lo dicen tus ojos

En un instante, giró sobre sus talones y miró a la orquesta. Por aquel entonces, este humilde servidor intentaba tocar la batería en un loable intento de hacer música, o algo parecido. El hombre me observó dete-nidamente, como si pudiese calar en mi alma y desnudar mis pensamientos, en un momento tuve miedo de que lo supiera todo.

Y fue entonces que lo volvió a decir, o a cantar.

—Yo se que estás en crisis, me lo dicen tus ojos.

Todavía no puedo explicar a ciencia cierta qué fue lo que más me impactó. A lo mejor se trató de la melodía. Tal vez fue, como dije, la manera de cantar mirando a cada uno del público. O quizás fue la primera vez que alguien desde el púlpito me observaba de verdad. Por primera vez no era un punto fijo ni parte de una multitud.

Este misterioso hombre se detuvo solo para mirar-me y dedicarme algunos párrafos de su canción. Y por alguna curiosa razón, podía mirarme a los ojos y afirmar

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (3.1 Kb)  
Leer 2 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com