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Los 5 Ministerios


Enviado por   •  28 de Octubre de 2012  •  4.873 Palabras (20 Páginas)  •  272 Visitas

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APÓSTOL

El término griego a•pó•sto•los se deriva del verbo a•po•stél•lo, que simplemente significa despachar; enviar (Mt 10:5) El sentido básico de la palabra se deduce con facilidad de la declaración de Jesús: El esclavo no es mayor que su amo, ni es el enviado a•pó•sto•los mayor que el que lo envió. (Jn 13:16.) En este sentido, la palabra también aplica a Cristo Jesús como el “apóstol y sumo sacerdote que nosotros confesamos”. No obstante, el término se aplica principalmente a los discípulos que Jesús seleccionó personalmente como cuerpo de doce representantes nombrados. Los nombres de los doce seleccionados en un principio se dan en Mateo 10:2-4; Marcos 3:16-19 y Lucas 6:13-16. Uno de los doce apóstoles, Judas Iscariote, resultó ser traidor. Este término se deriva del griego apóstolos y significa enviado. El Antiguo Testamento lo usa a menudo con este sentido, indicando a la persona que es enviada oficialmente por el rey para representarlo. Este mismo concepto se encuentra también para los profetas, aun cuando no se utilice directamente este término.

En el período posterior al destierro adquiere un significado más específico, por lo que también el sacerdote y el levita son llamados enviados por Dios con la función de enseñar al pueblo los preceptos de la Toráh (2 Cr 17:7-9). El Nuevo Testamento recibió en un primer momento el sentido veterotestamentario; pensemos, por ejemplo, en Pablo, que pidió al Sanedrín cartas para ser enviado, a Damasco (Hch 9,2). Posteriormente se corrigió y se enriqueció este concepto. Antes de indicar un título, tal como sucede hoy en el vocabulario común, apóstol, indicaba una misión la de ser enviado con credenciales para anunciar el evangelio. En este sentido lo vemos utilizado en la comunidad de Antioquía, como demuestra Hech 13,1-2, hablando de pablo y Bernabé. Sin un énfasis especial, este término está también presente en las cartas de Pablo, cuando el apóstol apela al hecho de que ha sido enviado a anunciar el evangelio en virtud de una llamada del Resucitado (1 Tes 2:7-4:4.Gál 1:1). Una reflexión lenta y continua ha permitido que apóstol indicase posteriormente al grupo de los Doce y llegara a identificarse con ellos; los evangelios demuestran que la identificación ya había tenido lugar. Repetidas veces la teología de Mateo pone a los apóstoles como los fundamentos del nuevo pueblo; Lucas los describe como los testigos particulares de la resurrección; Marcos les confía la tarea de participar de la misma autoridad que el Maestro y Juan subraya su vinculación de dependencia con Cristo.

PROFETA

Persona mediante la cual Dios da a conocer su voluntad y propósito. (Lu 1:70- Hch 3:18-21.) Si bien se desconoce la etimología de la voz hebrea para profeta (na•ví´), el uso bíblico del término muestra que los verdaderos profetas no eran simples proclamadores, sino voceros de Dios, ‘hombres de Dios’ con mensajes inspirados (1Re 12:22- 2Re 4:9), que estaban de pie en el “grupo íntimo” de Dios y a quienes Él revelaba su “asunto confidencial”. (Jer 23:18-Am 3:7; 1Re 17:1.) El término griego pro•fe•tes, que significa literalmente proclamador. Pro, ante o delante de, y fe•mí, decir, designa a la persona que declara o da a conocer mensajes atribuidos a Una fuente divina.

(Tit 1:12.) Aunque en este concepto entra la predicción del futuro, este no es el significado fundamental de la palabra. (Jue 6:7-10.) Ahora bien, para que una persona viva en armonía con la voluntad de Dios a de conocer cuáles son los propósitos revelados de Jehová para el futuro, a fin de que pueda conformar sus caminos, deseos y metas a la voluntad divina. Por consiguiente, en la gran mayoría de los casos, los profetas bíblicos transmitieron mensajes que tenían una relación directa o indirecta con el futuro.

El primer profeta humano fiel que se menciona fue Enoc, en cuyo mensaje había una predicción específica del futuro. (Jud 14, 15.) Tanto Lamec como su hijo Noé proclamaron revelaciones inspiradas del propósito y la voluntad de Dios. La palabra (na•ví) ´ se aplica por primera vez a Abrahán. (Gén 20:7.) Este patriarca no se destacó por predecir el futuro, y menos de una manera pública. Sin embargo, Dios le había dado un mensaje, una promesa profética. Abrahán tuvo que sentirse movido a hablar de ese mensaje, en especial a su familia, explicando por qué dejaba Ur y cuál era la promesa que Dios le había hecho. (Gén 12:1-3) De manera similar, Isaac y Jacob, los herederos de la promesa, fueron “profetas” que tuvieron una comunicación íntima con Dios. (Sal 105:9-15.) Además, pronunciaron bendiciones proféticas a favor de sus hijos. (Gén 27:27) Con la excepción de Job y Elihú, mediante quienes Dios revelaron Sus verdades antes del éxodo, a todos los profetas verdaderos desde entonces hasta el siglo I A.C. se les escogió de entre los descendientes de Jacob (los israelitas). Con Moisés, las funciones del profeta se enfocan de manera más definida. Jehová destaca la posición del profeta como Su vocero al designar a Aarón como “profeta” o “boca” Una vez instaurada la monarquía, aparece una línea de profetas casi continua. Gad empezó a profetizar antes de la muerte de Samuel. Tanto él como el profeta Natán fueron destacados durante el reinado de David y al igual que otros profetas posteriores, fueron consejeros e historiadores reales. Dios se valió del propio David para pronunciar ciertas revelaciones, por lo que el apóstol Pedro le llama “profeta”. (Hch 2:25-31, 34.) Después de dividirse el reino, hubo profetas fieles tanto en el reino septentrional como en el meridional. Algunos fueron enviados a declarar mensajes proféticos ante los caudillos y el pueblo de ambos reinos. Entre los profetas del exilio y posteriores estuvieron Daniel, HAgeo, Zacarías y Malaquías.

Evangelista

Predicador del evangelio o buenas nuevas; alguien que lleva un buen mensaje. El término griego eu•ag•gue•li•stes (evangelizador) viene de eu•ag•gué•li•on, que significa buena nueva o “evangelio”. (Mt 4:23) Jesus es el gran evangelista o Portador de buenas nuevas. Después que Adán pecó, las palabras de Génesis 3:15 acerca de que habría una descendencia que aplastaría la cabeza de la serpiente fueron buenas nuevas, y supusieron una esperanza para la humanidad. (Ro 8:20.) Al ampliar la promesa sobre la descendencia, Jehová le declaró a Abrahán buenas nuevas. (Gál 3:8; Gén 12:1-3-Isa 52:7) se profetizó que alguien traería buenas nuevas con respecto a la restauración de los judíos de Babilonia. El apóstol Pablo cita este texto en conexión con la evangelización

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