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Los Masones De Venezuela


Enviado por   •  6 de Junio de 2013  •  13.513 Palabras (55 Páginas)  •  351 Visitas

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LA RAIZ PRIMIGENIA

Después de ese prolegómeno histórico de la masonería venezolana, se produce en 1797, el nacimiento del árbol, que creció ininterrumpidamente a pesar de todos los embates. En abril de ese año, llegó a La Guaira, un grupo de prisioneros políticos españoles, autores de la célebre conspiración de "Los Cerrillos de San Blas", dirigida por Juan Bautista Mariano Picornell y Gomilla, ilustre pedagogo reformista, nacido en Palma de Mallorca en 1759.

Junto con el sabio Picornell y Gomilla, llegaron cargados de grillos, José Lax, Manuel Cortés Campomanes, Bernardo Garaza, Juan Manzanares, Juan Pons Izquierdo, Joaquín Villalba y Sebastián Andrés, todos ellos masones y enemigos declarados de la monarquía española.

Estos prisioneros políticos españoles, eran miembros activos de las logias regulares "Libertad" y "España", que trabajaban en el templo masónico de la calle de Basteros, en Madrid.

Influidos por las ideas de la Revolución Francesa, secretamente organizaron en Madrid una vasta conspiración para establecer la República. Estaban cansados de la corrupción y de los abusos de la monarquía. Cuando culminaban los preparativos de la revolución fueron descubiertos por la policía. Por orden del Rey fueron encarcelados y embarcados rumbo a la prisión de Cartagena de Indias. Desembarcaron en La Guaira y temporalmente quedaron encerrados en el Castillo de San Carlos.

Desde la lóbrega mazmorra de La Guaira, estos masones españoles hicieron contacto con José María España, Manuel Gual, Simón Rodríguez, Ponce y otros. Se sabe que José María España por las excelentes relaciones que tenía en La Guaira, estaba al tanto de la personalidad de los prisioneros españoles que fueron desembarcados secretamente.

Valiéndose de sus amigos y hasta del soborno, José María España logró hablar con ellos varias veces. En algunas ocasiones iba al Castillo de San Carlos acompañado de Manuel Gual. Su amistad con el Jefe de la Guardia y algunas monedas de oro, le permitieron permanecer en la cárcel largas horas conversando con los masones españoles. Al parecer en una de esas entrevistas, José María España y Manuel Gual, fueron iniciados formalmente en la masonería, por los ocho Maestros Masones encarcelados.

Lo cierto es que José María España y Manuel Gual, después de esas entrevistas secretas, reorganizaron la Logia irregular que presidían en La Guaira, otorgando mayor importancia a los rituales. Las célebres "Ordenanzas Constitucionales", redactadas en la cárcel por Picornell y Bonilla, calificadas por todos los historiadores, como la declaración expresa de una independencia absoluta, mediante la aplicación del sistema republicano para Venezuela, eran leídas en la Logia por José María España y después fueron sacadas al exterior para su publicación.

Con la ayuda de José María España, Manuel Gual, Simón Rodríguez y otros masones venezolanos, los masones españoles que estaban en el Castillo de San Carlos, lograron fugar a la isla francesa de Guadalupe. Al ir imprimieron una traducción al castellano de los "Derechos del Hombre y del Ciudadano". Editaron asimismo, la "Canción Americana" y "Carmañola Americana", de gran difusión en el Continente.

LA CONSPIRACIÓN DE LA GUAIRA

La siembra ideológica de los masones españoles y especialmente las prédicas de Picornell y Bonilla, encendieron el espíritu revolucionario de José María España, Manuel Gual y Simón Rodríguez. Convencidos de que había llegado el momento de asestar un golpe a la monarquía española y libertar a Venezuela, organizaron un movimiento revolucionario formado por abogados, eclesiásticos, comerciantes, agricultores, artesanos y hasta militares. Deseaban nada menos que la implantación del régimen republicano e independiente en Venezuela.

Al referirse a ese audaz intento revolucionario de los primeros masones venezolanos, escribe Arturo Uslar Pietri, que "las ideas de los conspiradores eran las más avanzadas del credo democrático revolucionario francés. Su texto básico era la más radical proclamación de los derechos del hombre y del ciudadano hecha en Francia en 1793. Los dos primeros artículos del texto impreso, que les fue incautado a los conspiradores, decían, como un estampido en medio del presagioso silencio del orden colonial: "El objeto de la sociedad es el bien común; todo el gobierno es instituido para asegurar al hombre el goce de sus derechos naturales e imprescriptibles. Estos derechos son la igualdad, la libertad, la seguridad y la propiedad".

Entre los conspiradores estaba un tendero de Caracas, muy suelto de lengua. Según parece le informó de los planes revolucionarios a una amante y ésta a un primo que era funcionario español. Lo cierto es que abortó la conspiración.

El 13 de julio de 1797, el gobierno mandó encarcelar a los principales comprometidos, pero varios de ellos, como Simón Rodríguez, lograron huir al extranjero. Después según refiere O'Leary, escribiría en el exilio Simón Rodríguez: "Yo era presidente de una junta secreta de conspiradores. Denunciados por un traidor y hechos blanco de las iras del Capitán General, logré sustraerme a las persecuciones y a la muerte, porque ya embarcado en el puerto La Guaira en un buque norteamericano, y antes de darnos a la vela, supe que muchos de mis compañeros habían sido pasados por las armas sin juicio previo y sin capilla".

Es importante señalar, como lo afirmaron los historiadores Daniel Florencio O'Leary y Alfonso Rumazo González, que la revuelta de los masones Picornell, José María España, Manuel Gual y Simón Rodríguez, no fue apoyada por los aristócratas mantuanos de Caracas y La Guaira, los cuales en número de sesenta acudieron ante el Capitán General y pusieron a su orden personas y fortunas para combatir “el plan infame y detestable" que, entre otras cosas decían "trataba de destruir la Jerarquía Social".

Relata Alfonso Rumazo González que, "uno de los dolidos por la revuelta fue Carlos Palacios, quien le escribió a su hermano Esteban: "Ha sobrevenido la última calamidad, y es haberse descubierto casualmente, por un milagro de la Divina Providencia, una insurrección que se tenía tramada en el puerto La Guaira. Tres reos de Estado dejaron a cargo de cuatro locos el detestable proyecto, y lo que es peor, coaligados con esta canalla del mutismo, llevando por principal sistema aquel detestable de la igualdad. Lo que te hago saber para que tú, como buen patriota, contribuyas por tu parte con esos señores e influyas los medios que puedan conducir para asegurar la propiedad de estos dominios del soberano,

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