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Mi Matrimonio


Enviado por   •  11 de Enero de 2015  •  638 Palabras (3 Páginas)  •  171 Visitas

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La semana pasada escribí criticando la propuesta de Cipriani en la que pide se convoque a un referéndum para prohibir el matrimonio entre personas del mismo sexo. El argumento central de mi posición es que el ejercicio de derechos individuales como la libertad no puede quedar sujeto a la decisión de la mayoría. Admitir lo contrario sería abrir la puerta al totalitarismo mayoritario que conlleva el riesgo de arrasar con los derechos individuales.

Prohibir que una persona pueda casarse con alguien de su mismo sexo es tan poco liberal como impedir que exprese su opinión o que ejerza la libertad de comercio o de consumo.

Hubo todo tipo de reacciones. Quienes suelen criticar las posiciones de esta columna sobre temas económicos estaban sorprendidos con mi crítica a Cipriani. No solo coincidían con ella, sino que no entendían cómo podían coincidir conmigo. “No entiendo cómo puedo estar de acuerdo con Bullard”, rezaba, a título de ejemplo, un tuit.

Por otro lado, varios de los que suelen coincidir con mis posiciones en asuntos económicos discrepaban con mi posición sobre la libertad en la elección sobre la orientación sexual. Algunos consideraban mi posición como “acaviariada” y otros la calificaban como libertinaje.

Los dos bandos anotaban que era inconsistente.

Lo cierto es que ser liberal implica, para no ser inconsistente, respetar dos premisas simples pero aparentemente difíciles de entender. La primera es que cada quien debe ser libre de definir su destino. La segunda, que la libertad solo puede ser limitada para evitar que se dañe el derecho de otro. Las dos premisas son válidas para todas las esferas de la vida: los derechos civiles, los derechos políticos, los derechos económicos.

No es válido el uso de la coerción (el Estado) para impedir que uno ejerza una opción sexual, exprese una opinión, profese una religión, se mueva por donde quiera, vote por quien le parezca, compre, consuma, venda lo que le provoque o use su propiedad de la manera que considere conveniente. Lo que la mayoría decida sobre ello no es relevante. Solo si alguno de estos ejercicios daña el derecho de otro se justifica una acción para limitar la libertad.

La regulación de cualquier tipo no puede tener otro fundamento: no se puede considerar dañar un derecho al hecho de que a alguien no le guste algo. Mucha gente llama daño al perjuicio que le causa su propia intolerancia. La tolerancia es un principio básico para distinguir un verdadero daño del simple disgusto con el ejercicio de la libertad ajena.

Prohibir que una persona pueda casarse con alguien de su mismo sexo es tan poco liberal como impedir que exprese su opinión o que ejerza la libertad de comercio o de consumo. Regular sin demostrar que un ejercicio de libertad daña a un tercero es finalmente expropiar

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