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NO TOMARÁS EL NOMBRE DE DIOS EN VANO

Marlon Tejada SanchezEnsayo24 de Noviembre de 2015

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UNIVERSIDAD CATÓLICA

SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO[pic 2]

FACULTAD DE INGENIERÍA

ESCUELA PROFESIONAL DE INGENIERÍA

DE SISTEMAS Y COMPUTACIÓN

NO TOMARÁS EL NOMBRE DE DIOS EN VANO

ASIGNATURA

MORAL CATÓLICA

PROFESOR

PBRO. LIC. JOSÉ ELMER FERNÁNDEZ DÍAZ

ALUMNO

TEJADA SÁNCHEZ, MARLON A.

CICLO

VIII

SEMESTRE ACADÉMICO

2009 - II

CHICLAYO, 09 DE DICIEMBRE DEL 2009

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN        

1. NO TOMARÁS EL NOMBRE DE DIOS EN VANO        

1.1. ¿Qué significa este mandamiento?        

1.2. ¿Cómo es el nombre de Dios?        

1.3. Deberes que impone        

1.3.1. Honrar el nombre de Dios y todo lo que a Dios se refiere        

1.3.2. Respetar todo lo consagrado a Dios        

1.3.3. El juramento        

1.3.4. El voto        

1.4. Pecados contra el segundo mandamiento        

1.4.1. Pronunciar con ligereza o sin necesidad el nombre de Dios        

1.4.2. Blasfemia        

1.4.3. Juramento falso, injusto o innecesario        

1.4.4. Incumplimiento del voto        

1.5. ¿Cómo honrar el nombre de Dios, tu Padre?        

CONCLUSIONES        

BIBLIOGRAFÍA        

INTRODUCCIÓN

Los Mandamientos son un camino para llegar al Cielo y ser felices. Cuando los cumplimos, vivimos en paz. Así, una de las cosas que Dios nos pide es cumplir con los mandamientos que Él nos entregó.  

Los mandamientos son diez recetas que Dios nos ha dado para nuestro bien, para la verdadera felicidad, aquí abajo, y sobre todo diez recetas para conseguir la felicidad allá arriba, son semáforos que en nuestro camino hacia Dios te marcan lo que debes hacer y lo que debes evitar; te señalan luz verde, luz roja, luz ámbar. Uno sabe lo que pasa cuando no se respetan las señales de tránsito: accidentes mortales, caos, lágrimas, muchas lágrimas. Pero si respetas las señales, te irá bien y llegarás a tu destino, sano y salvo.

Escucha bien lo que nos dice nuestro Padre Dios en la Biblia: “Y ahora, Israel, esto es lo único que te pide el Señor, tu Dios: que le temas y sigas todos sus caminos, que ames y sirvas al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, observando sus mandamientos y sus preceptos, que hoy te prescribo para tu bien” (Dt. 10, 12-13).

Los tres primeros mandamientos de la ley de Dios nos enseñan cómo debe de ser nuestra actitud para con Dios y los siete siguientes nos enseñan nuestra actitud hacia el prójimo, con los que nos rodean.

Este escrito se enfoca en el segundo mandamiento qué es uno de los más transgredidos, en especial por los jóvenes: No tomarás el nombre de Dios en vano.

1. NO TOMARÁS EL NOMBRE DE DIOS EN VANO

1.1. ¿Qué significa este mandamiento?

Un nombre viene a ser la representación de la persona que lo lleva y tu actitud hacia él, refleja lo que sientes hacia persona. Y lo que prescribe el segundo mandamiento de la ley de Dios es: respetar el nombre del Señor.

Detrás del nombre está la persona, está tu persona. Así: “En el mundo religioso, Dios ha querido que hables con Él de tú a tú; ha querido que puedas conocerle y llamarle por su nombre: Dios. Dios Padre, Dios Hijo en Jesucristo, Dios Espíritu Santo”[1].

De esta manera, al decir “Dios” deberíamos sentir un profundo sentimiento de cariño en lo más profundo de nuestro ser. Sólo al escuchar este dulce nombre deberíamos sentir una gran paz, alegría, gozo y fuerza.

El verdadero sentido del mandamiento es el de respetar el nombre de Dios, utilizarlo con amor, veneración y respeto y no de una manera irreflexiva. Dicho respeto nace de la admiración.

1.2. ¿Cómo es el nombre de Dios?

Jesucristo confirmó el deber positivo de honrar el santo nombre de Dios en la primera petición del Padrenuestro: “Santificado sea tu Nombre”[2].

En primer lugar, el nombre de Dios es admirable, porque en todas las criaturas obra maravillas. Por eso, el Señor dice: “En mi Nombre arrojarán los demonios, hablarán nuevas lenguas, tomarán serpientes en sus manos, y si bebieren un veneno no les hará daño”[3].  

En segundo lugar, el nombre de Dios es amable, porque en Él se cifra nuestra felicidad. San Pedro dice: “Bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos”[4]. 

En tercer lugar, el nombre de de Dios es venerable, es decir Santo. Se señala: “No se daban reposo día y noche, diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, el que viene (…). Digno eres, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú creaste todas las cosas y por tu voluntad existen y fueron creadas”[5].

En cuarto lugar, el nombre de Dios es inefable, porque ninguna lengua es capaz de expresar toda su riqueza. Así, se le da a Dios el nombre de fuego, en razón de su poder purificador; porque así como el fuego purifica los metales, Dios purifica el corazón de los pecadores. Por eso se dice en la Escritura: “Vuestro Dios es un fuego que consume”[6].

Por todas estas cualidades, es que debemos respetar el nombre de Dios. Pero, sobre todo respetarlo porque es nuestro Padre inmensamente bueno y cariñoso que ha buscado, busca y buscará siempre tu bien y tu felicidad.

1.3. Deberes que impone

El segundo mandamiento de la ley de Dios se cumple honrando el nombre de Dios (y todo lo que a Él haga referencia), y a través del juramento y el voto.

1.3.1. Honrar el nombre de Dios y todo lo que a Dios se refiere

La palabra “en vano” significa sin respeto, o peor, con desprecio, con ira, en resumen, blasfemando[7].

Es por ello, que al honrar el nombre de Dios por ser “santo”, los israelitas no se atrevían ni siquiera a pronunciarlo y usaban todo tipo de circunloquios o rodeos: Dios era “el Señor”, o “el todopoderoso” o “Aquel que nadie ha visto” o “El que está en los cielos” o “Aquel cuyo nombre es santo”, “El que es”. Y todo, por el respeto que sentían por Dios.

“Dios es santo, y su nombre lo es porque el nombre representa a la persona: hay una relación íntima entre la persona y su nombre”[8]. Por eso cuando nombramos a Dios, no debemos pensar simplemente en unas letras, sino en el mismo Dios, Uno y Trino. Hemos de santificar su nombre y pronunciarlo con gran respeto y reverencia.

El apóstol Pablo dice: “al nombre de Jesús se dobla toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el infierno”[9]. En el cielo, por parte de los ángeles y los santos que alaban continuamente el nombre de Dios, proclamando: Santo, Santo, Santo. En la tierra, por parte de los hombres que viven en el mundo, que lo hacen por amor a la gloria que desean alcanzar, o bien por temor a las penas del castigo. En el infierno, por parte de los condenados, que lo hacen por temor.

El amor al nombre de Dios, incluye también la honra al nombre de la Santísima Virgen María, de San José, de los ángeles y de los santos.

1.3.2. Respetar todo lo consagrado a Dios

“Si amamos a Dios, debemos tener respeto a todo lo que es santo, a las personas, lugares y cosas que le están consagradas”[10].

De esta manera, son santos:

  1. Los sacramentos, principalmente la Sagrada Eucaristía, donde Jesucristo está realmente presente, por eso debemos prepararnos bien para recibirlo y hacerlo dignamente.
  2. Los lugares, como las iglesias y los cementerios; en ellos ha de observarse un comportamiento respetuoso y digno.
  3. Las cosas, como el altar, el cáliz, la patena, el copón y otros objetos dedicados al culto.
  4. Las personas, como los ministros de Dios (sacerdotes y religiosos), que merecen respeto por lo que representan y de quienes nunca se debe hablar mal.

1.3.3. El juramento

Este deber es un ejercicio extraordinario de la virtud de la religión, porque a Dios se le honra como testigo de la verdad. San Agustín enseña que quien emite un juramento venera a Dios y lleva a cabo un acto religioso, pues dice: “Jurar es devolver a Dios el derecho que tiene a toda verdad”[11].

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