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OBRAS DE MISERICORDIA


Enviado por   •  6 de Febrero de 2015  •  1.317 Palabras (6 Páginas)  •  365 Visitas

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OBRAS DE MISERICORDIA

ESPIRITUALES

1- Enseñar al que no sabe.

Es una bonita obra de misericordia, pero a veces nos encariñamos tanto con ella que queremos dar lecciones a todo el mundo. Esta misericordia debemos practicarla con moderación.

A lo mejor es preferible que te dejes enseñar. Esto también es obra de misericordia: saber escuchar y agradecer lo que has aprendido. Todos necesitamos aprender unos de otros, incluso el profesor del alumno, y el padre del hijo, y el empresario del obrero. Enseña, sí, al que no sabe, pero sin humillarle. Enséñale a saber. Y no hace falta decirlo para que sea obra de misericordia se necesita una condición: la gratuidad.

2- Dar buen consejo al que lo necesita.

Da un consejo, pero sin paternalismo. Da un consejo, pero cuando el otro te lo pida o lo quiera o de verdad lo necesite. Da un consejo, pero siempre que estés tú dispuesto a recibirlo. Un buen consejo, una palabra orientadora, puede ser luz en la noche, puede ahorrar muchos tropiezos y caídas, puede salvar una vida del fracaso y la desesperación.

3- Corregir al que yerra.

También la corrección fraterna es una obra de misericordia, pero cuando se hace desde la humildad y desde el amor. Desde la humildad, reconociendo que también nosotros nos equivocamos. No queramos sacar la paja en el ojo ajeno, sin darnos cuenta de nuestra viga. Desde el amor, no para herir al hermano sino para salvarle. Y hacerlo además cariñosa, delicada y simpáticamente.

4- Perdonar las injurias.

Es de lo más difícil. Somos tan propensos a la venganza y el resentimiento. Por eso Jesús nos dio un ejemplo maravilloso, y nos cogió la palabra en la oración que puso en nuestros labios. Esta es una de las obras de misericordia más cristiana. Perdona, aunque la ofensa te duela mucho. Perdona setenta veces siete. Perdona, si puedes, hasta olvidar. Perdona y ama. Y perdónate también a ti mismo.

5- Consolar al que está triste.

Cada uno de nosotros tendría que ser un ángel del consuelo, como el que se acercó a Jesús en su agonía, y escribir cada día alguna página del libro de la Consolación. Son muchas las personas que sufren la tristeza, a veces por cosas bien pequeñas. ¡Resulta tan fácil y tan bonito hacer felices a los demás!. Podría bastar una palabra, una sonrisa, una explicación, un desahogo, un gesto de cariño. El que consuela se parece a Dios, que se dedica a enjugar las lágrimas de todos los rostros.

6- Sufrir con paciencia las flaquezas de nuestros prójimos.

Damos por supuesto que todos tenemos flaquezas. Hombre, el prójimo no es un cielo, como piensa el enamorado, ni es un infierno, como piensa el existencialista. Puede ser el limbo o el purgatorio o la antesala del Paraíso. La convivencia es fuente de alegría y enriquecimiento, pero

es también una llamada al vencimiento y el vaciamiento. Lleva con paciencia las flaquezas del prójimo –y las tuyas-. Te ayudarás a crecer en el amor y la misericordia. Como Dios, que tiene paciencia infinita con nosotros. Y llévalas también con humor.

7- Rogar a Dios por los vivos y difuntos.

Rezar no es una rutina. Rezar es amor. Cuando rezas por alguien te solidarizas con él, lo quieres como a ti mismo. No rezas para ablandar el corazón de Dios, sino para agrandar el tuyo. Rezar es llenar tu corazón de nombres. Rezar por los demás te hace bien a ti mismo, porque te ayuda a amar y te compromete para hacer realidad, en la medida de tus fuerzas, aquello que pides. Ruega a Dios por los vivos y difuntos y sentirás cómo crece la comunión de los santos.

CORPORALES

1- Visitar y cuidar a los enfermos.

No es una visita desde lejos, una visita por cumplir. Algo que signifique cercanía y compasión. Una visita que suponga comunicación, ayuda, cuidado, ternura, consuelo, confianza. Son partecitas del cuerpo doliente de Cristo. Hay muchas clases de enfermedades y de enfermos. No están sólo en los hospitales; los hay también en casa, en el trabajo y en la calle. Todos tenemos alguna enfermedad o alguna dolencia. Por eso tenemos que tratarnos comprensiva y compasivamente.

2- Dar de comer al hambriento.

Hay que compartir el pan ¡hay tantas hambres!-. Pero no basta. Hay que hacerse pan

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