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Pentecostes


Enviado por   •  16 de Septiembre de 2013  •  1.058 Palabras (5 Páginas)  •  485 Visitas

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“La Iglesia ha de dejarse moldear por “las dos manos del padre”:

la manifestación del Hijo encarnado y Resucitado en la historia concreta de Jesús,

dentro de un espacio y un tiempo determinados,

y la acción constante, universal, transformadora y dinamizadora del Santo Espíritu.”

San Ireneo

Te saludamos con mucho gusto y alegría en este tiempo fecundo, de la Pascua de Nuestro Señor Jesucristo, pidiéndole a Él que esta experiencia siga consolidando tu respuesta ante su llamado de llevar La Buena Noticia de Salvación.

El material que tienes en tus manos, quiere favorecer y fortalecer tu conocimiento y experiencia de Jesús Resucitado y vivificado por el Santo Espíritu de Dios, a fin de que conociéndolo más, puedas transmitirlo y continuar la misión evangelizadora confiada a cada uno de nosotros-as que formamos la “Iglesia del Resucitado”.

También compartimos contigo unas reflexiones que puedan ayudarte a esclarecer dudas y sembrar en tu interior deseos de mayor docilidad a la Acción del Santo Espíritu de Dios.

Queremos recordarte, que tendrá mayor fruto, en la medida que te des tiempo, junto con tus compañeros catequistas para revisar, profundizar y orar lo que vayas a transmitir a los interlocutores.

Que Jesús Resucitado, fortaleza que acompaña la vida, nos siga enviando el fuego de su Espíritu, para ser y dar testimonio de Él en nuestras comunidades parroquiales.

Pbro. Juan Pablo Moo Garrido

Director

Y Equipo Diocesano del SEDEC

EL ESPÍRITU SANTO VIVIFICADOR, DON DE DIOS...

Es conveniente tomar conciencia de que el pecado que mayor deterioro puede introducir en la vida de la Iglesia es el olvido del Espíritu. El perder la esperanza, el sentido. Y el vivir de forma determinante, pasiva, pesimista, creyendo que ya no actúa el Espíritu de Cristo resucitado.

***Sin el Espíritu, Dios se ausenta, Cristo queda lejos como un personaje del pasado, el Evangelio es letra muerta, la Iglesia, pura organización, la esperanza es reemplazada por la Institución, la misión se reduce a propaganda, la liturgia se congela, la audacia evangelizadora desaparece…

Reconocer que esta misma apertura al Espíritu es don y lucha que hemos de acoger y vivir en oración y vigilancia, según la invitación de Jesús: “Vigilen y oren…porque el Espíritu está pronto, pero la carne es débil” (Mc 14,38)

Si nos preguntan quién es el Padre Dios, seguro que todo mundo sabe quien es y qué se le atribuye, (creador, Padre todopoderoso..) si pensamos en Jesús, lo ubicamos como Nuestro Salvador, el hijo de Dios que se encarna y entrega su vida a cambio de la nuestra de forma eterna… Y veamos, ¿qué sabemos del Espíritu Santo?

(Hemos escuchado que le dicen la “palomita” y así lo expresamos en los dibujos del Espíritu Santo, etc…) Quizás porque también en la Sagrada Escritura, así lo presentan los evangelistas… (Mt 3, 16-17 )

¿Pero quién es Él?

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