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PENTECOSTES

FERLOPEZ716 de Junio de 2015

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CAPITULO XIX

FUNDAMENTOS DE LA ABREVIADA RAPIDEZ EN LA

ENSEÑANZA

1. Alguno dirá que todo esto es sumamente laborioso y prolijo en extremo. ¿Cuántos Preceptores,

cuántas bibliotecas, cuántos trabajos serán necesarios para esta enseñanza universal? Respondo. En

efecto; si no hallamos el modo de abreviarlo es asunto de gran magnitud y de no escaso trabajo. El

arte es tan vasto, extenso y profundo como el mismo mundo que sometemos a nuestro ingenio.

¿Pero quién es el que desconoce que lo extenso puede contraerse y lo laborioso convertirse en

sencillo? ¿Quién ignora que los tejedores tejen rapidísimamente miles de millares de hilos y con

maravillosa variedad reproducen imágenes distintas? ¿Quién no sabe que los molineros trituran

fácilmente miles de millares de granos y separan sin trabajo alguno y con toda precisión la harina

del salvado? ¿Quién ignora que los mecánicos con máquinas no muy grandes y casi sin esfuerzo

mueven y transportan moles ingentes? ¿Y los estáticos con una onza tan solo, separada

convenientemente del centro de la romana, equilibran muchas libras? No siempre es propio de la

fuerza efectuar algo grande, sino del arte. ¿Ha de faltar a los Letrados solamente el arte de ejecutar

con ingenio sus cosas? La misma vergüenza debe impulsarnos a imitar la habilidad de los demás y a

buscar remedio para las dificultades con que tropezó la labor escolar hasta ahora.

2. No debemos buscar los remedios hasta no conocer la enfermedad y sus causas. ¿En qué consistía

que las labores escolares y su aprovechamiento se retardasen de tal modo que la mayor parte,

después de gastar toda su juventud en las escuelas, apenas llegaba a conocer todas las ciencias y

artes y en algunas ni siquiera pasaba de los umbrales?

3. He aquí las verdaderas causas de ello:

Primera, que no había objetivos determinados ni metas fijas a las que hubiesen de llegar los

discípulos en cada año, mes o día y todo era indeciso.

4. Segunda, que no se determinaban los caminos que infaliblemente habían de conducir a la meta.

5. Tercera, que lo que naturalmente está unido no se consideraba conjuntamente, sino por separado.

Por ejemplo: enseñaban a leer solamente a los primeros alumnos de letras y diferían la enseñanza de

la escritura para unos meses después. En la escuela de latín tenían a los jóvenes algunos años en la

lucha con palabras sin cosas, para que los años de la adolescencia transcurriesen en los estudios

gramaticales, reservando los estudios de Filosofía para años sucesivos. Solamente les estaba

preceptuado aprender jamás enseñar. Siendo así que todo lo dicho (leer y escribir palabras y cosas,

aprender y enseñar) debe estar tan íntima mente enlazado, como levantar y apoyar los pies en la

carrera; preguntar y responder en la conversación, y lanzarla y recogerla en el juego de la pelota,

conforme vimos en si lugar correspondiente.

6. Cuarta, que casi nunca han sido enseñadas las artes y las ciencias de un modo enciclopédico, sino

fragmentaria mente. Con lo cual resultaba que ante los ojos de los discípulos aparecían estas

enseñanzas como montones de madero o de sarmientos, en los que nadie advierte la razón en virtud

de la cual están unidos. Por esta causa uno tomaba una cosa y otro otra, y nadie llegaba a tener

erudición general y, Por lo tanto, fundamental.

7. Quinta, que se empleaban múltiples y variados métodos, diferentes en cada escuela; y cada

Preceptor el suyo y aun un mismo Profesor practicaba un método distinto en una ciencia o arte que

en otra; y lo que es peor, a veces no le tenía determinado en la misma ciencia, por lo cual apenas se

daban cuenta los discípulos de lo que tenían que hacer. De todo lo cual nacían dudas, dificultades y

asco y fastidio a la demás enseñanzas antes de llegar a ellas, de manera que muchos no querían

probar siquiera muchas de ellas.

8. Sexta, faltaba el modo de instruir simultáneamente a todos los discípulos de la misma clase y se

empleaba el trabajo separadamente con cada uno de ellos; por lo cual, si llegaban a reunirse varios

discípulos, se ocasionaba a los Preceptores un trabajo abrumador y los discípulos sufrían inútiles,

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períodos de holganza, sometiéndolos a un fastidioso machaqueo si se les encomendaba entretanto

algo que hacer.

9. Séptima, si los Maestros eran muchos se ocasionaba una mayor confusión al enseñar y practicar

cosas diversas en cada hora. Lo mismo la abundancia de libros que de Preceptores sólo consiguen

distraer los espíritus.

10. Por último, podían los discípulos, con anuencia de lo Preceptores, manejar y estudiar otros

libros en la escuela o fuera de ella, y se pensaba que cuantos más fuesen los auto res consultados

más numerosas serían las ocasiones de aprovechamiento, siendo así que solamente eran motivos de

distracción. Por lo cual no hay que maravillarse de que fueran tan pocos los que llegasen a dominar

todas las enseñanzas sino que lo verdaderamente digno de admiración es que hubiera alguno que

lograra salir de semejantes laberintos, lo que sólo acontecía a los más excelsos ingenios.

11. En lo sucesivo, debemos procurar remover estos obstáculos y rémoras, y perseguir únicamente,

sin rodeos de ninguna clase, aquello que conduce directamente a nuestro fin, o como dice la vulgar

sentencia: No deben emplearse muchos esfuerzos en lo que puede resolverse con pocos.

12. Tomemos aquí, como digno de imitarse, este Sol del Cielo, insigne modelo de la Naturaleza.

Pues éste, no obstante desempeñar una complicada y casi infinita función (esparcir sus rayos per el

orbe universo de la Tierra y proporcionar luz, calor, vida y vigor a todos los elementos y sus

compuestos, minerales, plantas, animales, cuyas especies e individuos son infinitos) se basta para

todos y recorre majestuosamente cada año el círculo de sus oficios.

13. Veamos, pues, sus modos de obrar para relacionarlos con los procedimientos que en las escuelas

se requieren.

I. El Sol no se dedica a los objetos singulares, como un árbol o un animal, sino que ilumina, calienta

y evapora la Tierra toda.

II. Con unos solos y los mismos rayos da luz a todas las cosas; con la misma condensación y

resolución de las nubes, riega todo; todo lo airea y seca con el mismo y único viento; todo lo

tempera con el mismo calor o frío, etc.

III. Al producir al mismo tiempo en todas las regiones la primavera, el verano, el otoño o el

invierno, hace germinar, florecer y fructificar todas las cosas simultáneamente, sin que deje de

efectuarse que unas cosas maduren antes y otras más tarde, según su peculiar naturaleza.

IV. Y guarda siempre el mismo orden, mañana el mismo que hoy; como este año, igual el siguiente;

siempre inmutablemente igual forma en el mismo género de cosas.

V. Y hace brotar cada cosa de su semilla y no de otra parte cualquiera.

VI. Y produce conjuntamente las cosas que deben estar unidas: la madera con su corteza y médula;

la flor con sus hojas; los frutos con sus cubiertas, peciolos y núcleos.

VII. Todo lo desarrolla por sus grados debidos, de manera que el uno abra el camino a lo otro y

mutuamente se completen.

VIII. Finalmente, no produce cosas inútiles, y si algo se llega a criar, lo agosta y arroja.

14. Conseguiremos una perfecta imitación si

I. Un solo Preceptor rige una sola escuela o, mejor, una sola clase.

II. Hay un solo autor en cada materia.

III. Se encomienda el mismo y único trabajo a todos los oyentes.

IV. Se enseñan todos los conocimientos y lenguas con el mismo y único método.

V. Todo se enseña, breve y enérgicamente, desde sus principios, como si el entendimiento se

cerrase con llave y se le hiciesen llegar las cosas directamente.

VI. Todas las cosas que estén unidas se tratan conjuntamente.

VII. Y todo por sus indisolubles grados, de modo que lo de hoy sirva para afianzar lo de ayer y abrir

el camino a lo de mañana.

VIII. Y finalmente, si se aparta por doquier todo lo inútil.

15. Si todo esto que dejamos dicho llega a ser introducido en las escuelas, tan fuera de duda está

que con mayor facilidad y expedición se extenderá el ámbito de las ciencias como que el Sol recorre

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cada año el circuito del mundo entero. Vamos, pues, a tratar de ello para que veamos que es

facilísimo poner en ejecución estos proyectos.

PROBLEMA I

Cómo un solo Preceptor puede ser suficiente para cualquier número de discípulos.

16. No solamente afirmo que un solo Maestro puede regir una escuela, sino que sostengo que así

debe disponerse, porque esto es lo más favorable para los que aprenden y el que enseña. Este, sin

duda alguna, ha de efectuar todos sus trabajos con mayor satisfacción al contemplar ante sí un

extenso auditorio (lo mismo que los mineros se entusiasman al descubrir mayores filones de

mineral), y, por lo tanto, cuanto mayor sea su entusiasmo mayor será la actividad que despierte en

sus discípulos. De igual modo, la concurrencia será para los discípulos un motivo de agrado y de

provecho; de agrado,

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