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Plenamente Vivo


Enviado por   •  20 de Agosto de 2014  •  1.396 Palabras (6 Páginas)  •  202 Visitas

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Retrato del Ser Humano,

Plenamente vivo

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John Powell sj

Hace algún tiempo, me contaba un amigo que, hallándose de vacaciones en las Bahamas, vio cómo se congregaba en el muelle del puerto gran cantidad de gente. Tras inquirir el motivo de aquello, se enteró de que el objeto de tal interés lo constituía un joven que estaba ultimando los preparativos para un viaje en solitario alrededor del mundo en una embarcación que él mismo se había construido. Todas las personas que se hallaban en el muelle, sin excepción, expresaban abiertamente su pesimismo, y todas se esforzaban activamente en hacerle ver al arriesgado marino la infinidad de dificultades que habría de afrontar: "El sol te achicharrará.... ¡Te quedarás sin víveres!.... Tu barco no resistirá los envites de una tormenta..... ¡Nunca lo conseguirás!..."

Cuando mi amigo oyó todas aquellas desalentadoras advertencias, sintió un irresistible deseo de infundir ánimos y optimismo al emprendedor joven. Y cuando la pequeña embarcación empezó a alejarse del muelle, rumbo al horizonte, mi amigo corrió hasta el extremo del muelle y se puso a agitar enérgicamente los brazos como si fueran semáforos que deletrearan la palabra "confianza". Y gritaba: “Bon Voyage” ¡Eres valiente! ¡Estamos contigo! ¡Estamos orgullosos de ti! ¡Buena suerte, hermano!

A veces tengo la sensación de que existen dos clases de personas: las que se sienten obligadas a decirnos todo lo que puede salirnos mal cuando nos disponemos a adentrarnos en las desconocidas aguas de nuestra irrepetible existencia (Espera y verás, amigo, lo que te espera en este frío y despiadado mundo... Haz caso de lo que te digo...) y las que, de pie en el extremo del muelle, no dejan de animarnos y de tratar de contagiarnos su confianza: "Bon Voyage".

La historia de la psicología esta llena de verdaderos sabios que, en su trabajo con los enfermos, han tratado de descubrir las causas de su enfermedad y de prevenirnos a los demás acerca de lo que puede fallar en nosotros. Todos ellos han estado animados de buena intención, y sus esfuerzos nos han beneficiado a todos, indudablemente. Sin embargo, en esta historia de la psicología hay que reservar un lugar de honor al "padre de la psicología humanística", el desaparecido Abraham Maslow, cuyo principal interés no lo constituyeron los enfermos ni las causas de su enfermedad, sino que consagró la mayor parte de su vida y de sus energías al estudio de los sanos (self-actualizing people, personas capaces de autorrealizarse), preguntándose por las causas de la salud. "Abe" Maslow pertenecía sin duda al tipo de los que te desean un buen viaje. Le interesaba más lo que puede ir bien que lo que puede ir mal, y estaba más preocupado por llevarnos a las fuentes de una vida humana plena que por advertirnos de los golpes que podemos recibir mientras tratamos de avanzar por el camino de la vida.

Siguiendo la tradición de la psicología humanista de Maslow, quisiera empezar por ofrecer una descripción de las personas que viven plenamente, además de una serie de observaciones acerca de lo que les permite estar sanas.

A modo de descripción general, digamos que las personas plenamente vivas son aquellas que utilizan todas sus facultades, capacidades y dotes humanas, y que las utilizan al máximo. Estos individuos hacen un uso exhaustivo de sus sentidos externos e internos. Se sienten a gusto y están absolutamente abiertos a la plena experiencia y expresión de todas las emociones humanas y son personas vibrantemente vivas de mente, de corazón y de voluntad. En mi opinión, la mayoría de nosotros sentimos un miedo instintivo a viajar con nuestras máquinas a todo gas. Por razones de seguridad, preferimos tomarnos la vida a pequeñas e inofensivas dosis. La persona plenamente viva, en cambio, "viaja" con la certeza de que, uno está vivo y explota plenamente todas sus dotes y facultades, el resultado será la armonía, y nunca el caos.

Las personas plenamente vivas lo están en todos sus sentidos, tanto externos como internos. Ven un mundo maravilloso; escuchan su música y su poesía; aspiran la fragancia de cada nuevo día y saborean el gusto de cada momento. Por supuesto que sus sentidos también se sienten ofendidos por lo feo y lo fétido.

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