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Principios Apostolicos


Enviado por   •  10 de Julio de 2012  •  3.434 Palabras (14 Páginas)  •  418 Visitas

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PRINCIPIOS APOSTÓLICOS

Contundente: los ministerios fueron dados por Dios para madurar gente. Todos tenemos una medida de gracia conforme a la gracia que tenemos al frente. De manera que la gracia que tiene el apóstol, el profeta, el pastor, el evangelista y el maestro, no es para ellos, ¡Es para el pueblo! Porque el énfasis de Dios es levantar hombres que tengan la gracia para transferir el don de Cristo al cuerpo.

El problema que Cristo tenía, era que tenía la unción sobre un cuerpo singular. Pero al irse a la diestra del Padre, tenía que trasladar esa unción al cuerpo plural. Pero como ningún hombre podía sostener esa dimensión entera, él la dividió en cinco componentes o cinco corazones: corazón apostólico, corazón profético, corazón pastoral, etc.

La persona que es apóstol o profeta, no recibe el llamado por promoción. Los llamados de Dios son desde antes de la fundación del mundo; antes de Génesis 1. Dios no es impulsivo. Él no elige a alguien cuando tiene un problema. Ese alguien indicado nace en el tiempo indicado en que el problema existe. Lo único que le queda a esa persona es descubrir para qué nació y así poder resolver el problema.

Usted puede haber nacido para ser algo y jamás llegar a descubrirlo. O puede pervertir el don por falta de enseñanza o entrenamiento. Usted no puede desarrollar lo que no entiende. Porque los dones se desarrollan; eso lleva a la madurez. Hay profetas maduros y profetas inmaduros. Hay profetas que no saben qué hacer con lo que reciben. Están en desarrollo. El problema es si ellos no lo entienden y creen que ya están y ya son.

Hay quien recibe una palabra y cree que va a estallar si no la da. Ese es un profeta inmaduro. Al principio Dios nos ministra así para que usted sepa que es Dios, para que usted crezca. Una vez que usted tiene claro que ese es Dios, ya no estalla; venga la palabra que venga.

Hay gente que dice la palabra en un momento en que no debe, o que profetiza fuera de orden. O trae corrección cuando no debe. A veces, esa palabra, es sólo para interceder, no para darla. Todo esto se aprende. Claro, necesitamos una iglesia diestra en esas cinco gracias para poder desarrollar todo lo que Dios envía. El problema es que como no tenemos muchas así, hay gente que anda saltando de una a otra buscando donde desarrollarse. Y no son necesariamente rebeldes.

Si usted mete un águila en un gallinero, aunque tenga el mismo tamaño que las gallinas, el águila siempre ve más; porque no es gallina, es águila. Aunque todavía no sepa volar, ya tiene visión.

Estos dones de Efesios 4, llevan la gracia que es para madurar la gente. Lo que madura la gente es la transferencia de la gracia del don, no las palabras. La información no lo madura a usted; si fuera así, el humanismo ya habría hecho la obra de Dios.

Tenemos títulos por promociones también. Gente que comienza una clase bíblica le va muy bien. Se forma en una iglesia, la iglesia tiene éxito, el hombre tiene carisma, la iglesia le crece; se subdivide, forma células. Cuando se quiere acordar, tiene veinticinco iglesias. Entonces recibe el título de apóstol porque tiene veinticinco iglesias. Lo es, pero por promoción y posición, no por gracia.

Porque los apóstoles de Efesios 4 nacen apóstoles, no surgen por promoción. Tienen un mensaje apostólico, no una unción de administración gerencial. Si usted es un buen gerente, puede tener una iglesia muy grande. No necesita saber predicar, le alcanza con ser un buen gerente. Al cabo predicar, desde el ángulo humano, puede predicar cualquiera. El pastor no está llamado necesariamente a predicar; está llamado a pastorear. Y él, lo que sí tiene que hacer, es elegir qué se le da o qué no se le da a la iglesia.

La cabeza, es la cabeza administrativa. El púlpito es la cocina desde donde se nutre la iglesia. Lo que va al púlpito depende de la condición del cuerpo. Si necesita vegetales, se le da vegetales; si necesita frituras, se le da frituras.

Hay maestros, pastores y profetas que profetizan en una iglesia local. Erróneamente los confundimos con los maestros, pastores y profetas de Efesios 4. El pastor de Efesios 4 viaja con un corazón pastoral que transmite ese corazón a pastores de todo el mundo. Porque han sido dados al mundo completo, a la iglesia corporal, no a la local. Vienen de la iglesia local, pero su palabra es para el cuerpo de Cristo. Y hay muchos que son de gran éxito en la iglesia local, pero no son de Efesio 4; hay que entender definitivamente esto.

Lo que ocurre es que cuando Dios restaura un ministerio, se hacen famosos los títulos. Muchos, que eran pastores, cuando comenzó el tiempo profético, se convirtieron en profetas. Digo: ahora que estamos en un tiempo apostólico, ¿También se convertirán en apóstoles? Sí. ¿¿Qué?? Digo que sí, que ya lo estamos viendo. Hay algo que debe decirse: nadie está habilitado para decir que a partir de tal día, al Señor Fulano hay que llamarlo Apóstol. Si el pueblo, por discernimiento, reconoce su voz, lo va a rotular así; haya acuerdo de hombres y nombres o no.

Hay una realidad insoslayable en el ministerio profético: Mucha es la gente que hoy profetiza en las iglesias, pero muy pocos son de Efesios 4. Y apóstoles menos todavía. Nominales, posicionales, promocionados por organizaciones, (Que se necesitan, hay que decirlo), hay muchísimos, pero conforme al don de Cristo, no tanto.

Cuando un pastor de Efesios 4 ha ministrado en la iglesia, la gente se pastorea a sí misma, porque su gracia ha sido trasladada. Cuando un verdadero profeta ministra en una iglesia, la iglesia se convierte en militante, se acaba la consejería. Cuando el que ministra es un verdadero apóstol, la iglesia adquiere sabiduría para edificar y pasa a tener un espíritu pionero.

Cuando un verdadero evangelista de Efesios 4 ministra, no viene a predicar la cruz. Porque el verdadero evangelista es dado a los santos, no al mundo. Causa tanta convicción en el pueblo que toda la iglesia se convierte en evangelística y no se necesitan carpas, campañas, trataditos, luces de colores ni ruido. Porque la idea de los ministerios es capacitar gente para que la gente haga, no tener que hacer cosas para la gente o en lugar de la gente.

Es simple: yo le puedo trasladar a usted la gracia que a mí me ha sido dada cuando compartimos una misma mentalidad, cuando a usted le duele lo que a mí me duele. Cuando le apasiona lo que a mí me apasiona.

Ahora; cuando a usted le causa risa lo que a mí me causa dolor, o cuando a usted lo deja indiferente lo que a mí me pone loco, no estamos compartiendo la misma gracia. Somos salvos, bendecidos y hasta aprobados como hijos de Dios, eso no está en discusión, pero no tenemos la misma gracia, la misma unción. Somos dos corazones que

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