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Revelacion


Enviado por   •  10 de Enero de 2014  •  889 Palabras (4 Páginas)  •  251 Visitas

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Dios se nos revela a la humanidad como nuestro Padre, pero también se nos manifiesta como Hijo, Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre. Jesús, el Hijo obediente, da a todos los que acogen su Gracia la posibilidad de reconocerse Hijo de Dios y hermano de los hombres. Esto es, si Adán inició el camino de la injusticia y de la muerte, Jesús inaugura el reino de la justicia para la vida, lo que era un fracaso, es ahora un remanso de Gracia y misericordia.

La Iglesia nos muestra por medio de los evangelios “Los misterios de la vida” como aquellos acontecimientos narrados acerca de la vida de Jesús. El cristiano está llamado a interiorizar la fuerza salvadora de los misterios de la vida de Cristo en su propia vida y dejar que se vaya plasmando en ella.

Así, el Bautismo de Jesús por Juan en el Jordán marca el comienzo de su vida pública. Allí Jesús se manifiesta como Mesías de Israel e hijo de Dios. Se acepta e inaugura su misión de Siervo doliente. El cristiano se asimila sacramentalmente a Jesús, que anticipa en su bautismo su muerte y su resurrección para vivir una vida nueva.

En las tentaciones de Jesús, descubrimos como Jesús se retira al desierto durante cuarenta días y al final el demonio le tienta tres veces tratando de que pierda su confianza en Dios Padre. Al rechazar las tentaciones, el diablo se marcha “hasta un tiempo oportuno”. Jesús es el nuevo Adán que vence la tentación, y al contrario que Israel, durante sus cuarenta años por el desierto, fue totalmente obediente a la voluntad divina.

Los milagros de Jesús son acciones milagrosas que hacen accesible a la experiencia la presencia dinámica del Reinado de Dios con su poder salvador y la victoria definitiva de la causa de Dios.

La muerte fue la consecuencia previsible del compromiso de Jesús por el bien de la humanidad, que encontró la oposición de todos los poderosos. En lo que sucedió con Jesús, confluyen tres libertades: la de Dios, que mantiene la primacía; la de Jesús, unido filialmente al designio de Dios, su padre; y la de los representantes de Israel y del poder romano. Dios, el Padre, no fue el responsable, pero aceptó esa muerte como necesaria para la salvación de la humanidad, Dios entregó a su propio Hijo a la muerte por nosotros, Jesús se entrega en representación de todos nosotros. De hecho, para mostrar el amor de Dios y su proyecto de pleni¬tud para el hombre era inevitable que Jesús chocara con los poderes establecidos. Jesús acepta la muerte como el precio que tiene que pagar para hacer creíble el amor de Dios por la humanidad y ser fiel a su compromiso.

Aparentemente, la vida y actividad de Jesús habían termi¬nado con un fracaso, pero su muerte no fue la úl¬tima palabra, su vida continuó. La Resurrección de Jesús es un hecho real, histórico (como todo lo que dicen los Evangelios sobre Jesús de Nazaret) y meta-histórico

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