ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Servicio, compromiso, entrega


Enviado por   •  20 de Enero de 2015  •  Informes  •  1.801 Palabras (8 Páginas)  •  177 Visitas

Página 1 de 8

SERVIRALOTRO

Servicio, compromiso, entrega

l. REFERENCIA BÍBLICA

Lavatorio de los pies

Era antes de Pascua. Sabía Jesús que le había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre; había amado a los suyos que vivían en el mundo y los amó hasta el extremo.

Estaban cenando. El diablo le había metido ya en la cabeza a Judas, hijo de Simón Iscariote, entregar a Jesús. Jesús, sa¬biendo que el Padre lo había puesto todo en su mano, y sa¬biendo que había venido de Dios y que a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ciñó una toalla; echó agua en una jofaina y se puso a lavar los pies a los discí¬pulos, secándoselos con la toalla que llevaba ceñida.

Jn 13,1-6

II. PROFUNDIZACIÓN

• Servir es un verbo de múltiples significados. Para simplifi¬car y entendemos de alguna manera, podemos hacer esta clasificación: servir puede tener un sentido pasivo, alguien que te obliga y doblega para que sirvas, o para que le sirvas. Servir no sale de uno, sino que es impuesto desde el exte¬rior. En ocasiones puede llegar a ser una verdadera esclavi¬tud: el hombre puesto a nivel de los animales y de las cosas.

También se da el hecho de servir no por razones que vienen de fuera, sino por propia voluntad: alguien opta por servir a los demás, por gastar su vida sirviendo a los demás. A esta perspectiva la vamos a denomi¬nar sentido activo del servicio.

Tenemos que confesar que las personas sentimos un secreto deseo de ser servidos, de tener a alguien que nos haga las co¬sas, que tome sobre sus hom¬bros todo aquello que para nosotros es difícil. Nos" agra¬da" más fácilmente ser servi¬dos que servir.

• Para libramos del servicio, tenemos siempre muchas y bien pensadas razones. Son excusas que acentúan los de¬beres de los demás y disculpan los nuestros. Las excusas con las que nos defendemos se convierten en razones para que los demás hagan lo que nosotros no hacemos. El servi¬cio a los demás en sentido activo es una lección difícil de aprender. Con frecuencia se escuchan expresiones como éstas: "Yo no lo hago, si no me lo mandan". "Hasta que no me lo manden, yo no muevo un dedo". Al pensar en ellas, da la impresión de que a la persona humana no le sale fácil¬mente el servicio. Parece que nos tienen que obligar. So¬mos incapaces de obligamos. Hay cosas que no nos salen de dentro fácilmente, por ejemplo, servir.

Desde esta perspectiva, cobra mayor importancia todavía la expresión de Jesús: "No he venido a ser servido, sino a ser¬vir" (MC 10,45). Desde entonces, sus seguidores tenemos como meta de vida la entrega a los demás, el servicio. "El servidor no es mayor que el amo" (Jn 13,15). El ejemplo re¬cibido es ahora programa de vida para todos los que aceptan ser discípulos.

En el fondo, servir no es, en absoluto, hacer cosas para el otro o hacer las cosas del otro. Puede haber acciones va¬cías. Tenemos la experiencia de ver a nuestro lado personas que hacen las cosas de tal manera que la forma de hacerlas indica ya el vacío interior con que se hacen. Entonces nos suele brotar espontánea la expresión: "Para eso, es mejor que no lo hagas". O dicho de otra manera: no brota del cora¬zón. El verdadero servicio nace de dentro y lleva el sello de la libertad, del amor, de considerar al otro lo que es, de la en¬trega de la propia vida. Para el servicio no hay paga. Es impo¬sible. El servicio según el Evangelio sólo es comprensible desde la clave del amor. Por eso Jesús diría a los suyos de una vez por todas: "No se puede servir a dos señores..., no se puede servir a Dios y al dinero" (Mt 6,24).

• La vida diaria es el verdadero lugar del servicio a los de¬más. Las grandes ocasiones o los grandes momentos son oportunidades para demostrar el servicio que hay dentro de nosotros, pero donde se ve la calidad de "siervo" que una persona ha aprendido a ser y se esfuerza en ser, a imitación del Maestro, es en la cotidianidad y el silencio de la monoto¬nía diaria. Ahí se demuestra el fino olfato que tenemos las personas para" oler" el servicio y aceptarlo o huir.

III. EL GESTO

Para entender el gesto

El relato de la Cena, según Juan, es el origen y trasfondo de este gesto. El animador debe saber que, salvo raras ocasiones, el gru¬po no puede sospechar hacia dónde se le va a conducir. El "des¬concierto" es lo normal.

No conviene pedir al grupo que descubra el sentido del gesto. Es mejor dar el significado de manera pausada. De esta forma narra¬mos el gesto más adelante.

La primera vez que se realizó este gesto, el grupo estaba com¬puesto por unas 120 personas, catequistas exclusivamente. Des¬pués se ha repetido en muchos y variados grupos. Este detalle es sólo para indicar que es un gesto posible en grupos grandes. Bas¬tará tener en cuenta las condiciones de buena visión de la sala donde se desarrolle.

Insistimos, por la gran importancia que aquí tiene, en la observa¬ción de los detalles que el animador ha de tener mientras transcu¬rre el gesto. Es la observación la que hará rico el gesto en la segunda parte, cuando se relea lo ocurrido. Será bueno que, so¬bre todo, observe aquellos gestos en los que han coincidido va¬rios, de manera que la relectura no deje demasiado individualizada a una persona. Aunque todo dependerá del grado de cohesión y confianza que exista en el grupo.

Así se realizó

Me presento en el grupo con una toalla al hombro. Así estoy durante un tiempo, como si no pasara nada. Intento que el grupo se dé cuenta de que llevo algo extraño que nos servi¬rá para la reflexión. En un momento determinado, arrojo la toalla a uno del grupo, de manera imprevista y sin decir nada. Me quedo mirando los gestos que hace. Sobre todo, advierto en él desconcierto. Es normal. Tengo que estar a su lado para que el gesto pueda seguir adelante y no se sien¬ta abandonado. Le digo cosas como éstas:

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (10.6 Kb)  
Leer 7 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com