¿Será Cierto Que Eso Es Navidad?

¿Será cierto que eso es navidad?

En estos días se observa una Costa Rica más colorida, el comercio se ha encargado de una u otra manera de cambiar la tez de nuestra nación; y para muestra solo falta mirar la transformación que vive San José.

Se ha llenado de color, de luces destellantes, de eventos, de sonidos por doquier; en fin todo brilla en San José; ya se aglomeran los niños en las vitrinas para admirar y de paso escoger ( o al menos soñar tener) el juguete de su preferencia. Pero ¿será este el objetivo de esta celebración cristiana? ¿Cuál es la verdadera alegría del tiempo preparativo de navidad?

Acaso es otra excusa para obtener chunches nuevos ( si vamos a caer en la trampa del consumismo, por lo menos digámoslo con una palabra muy nuestra) o la celebración de incalculable trascendencia de que “Dios se hizo hombre y habito entre nosotros” ¿Cuál sentido impera en la San José del siglo XXI?

Para comprender mejor de que se trata esta celebración “cristiana” es acertado ir a la fuente; el evangelio según san Lucas describe así el acontecimiento que celebramos “ os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo Señor y esto os servirá de señal: encontréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”.

Detengámonos solamente en dos palabras de este texto, primeramente la palabra Salvador; para la primer comunidad cristiana significa la llegada de alguien extraordinario, capaz de dar salud (salvación para los hombres) tanto de cuerpo como de espíritu, o sea un inminente estado de bienestar. Y la palabra pañales; reservada solo para el rey Salomón en el Antiguo Testamento, dándole al niño dignidad real, condición de Mesías.

Como se aprecia el nacimiento del Mesías (Cristo en griego, lengua en que se escribió el Nuevo Testamento) trae algo más que frutos materiales a la humanidad, es la presencia misma del ungido de Dios, aquel que tiene en sus manos la solución de la crisis humana, ya sea tristeza, esclavitud o enfermedad. Siendo de este modo, es superfluo, poco relevante para nuestro vivir, considerar la Natividad como el momento en que la persona humana se alegra, se regocija, porque va a tener chunches nuevos y con ello se olvida por algún tiempo, de la vocación a la que está llamada, rehuyendo a la confrontación de su propia existencia, mediante el paliativo, que le otorgan las luces y el bullicio.

Es importante acotar que, celebramos la Natividad un 25 de diciembre, gracias al enfoque o sentido que le dan los primeros cristianos a una fiesta romana; en la cual se celebra para esta fecha el nacimiento del Dios sol, y Cristo es el sol de justicia que alumbra nuestras vidas. Como se entiende lo que se busca es realzar que Dios se encarno, se hizo hombre y no celebrar un natalicio; ( probablemente Jesús nació en agosto).

Pero ¿ qué ha teñido la celebración de la Natividad de un corte tan materialista? ¿ Porqué no nos es suficiente motivo de alegría y de alegría perfecta como dice el escritor sagrado, saber del cuerpo resucitado de Cristo, como testimonio ineludible de que la muerte no tiene para el hombre la ultima palabra? ¿ Porqué se condiciona el tener una Navidad “feliz” a partir de contar con dinero, para muchas veces despilfarrarlo?

Un hecho reciente nos puede ilustrar más fehacientemente, el porque de este trastorno; y es que hace pocos años en Costa Rica se empiezan a celebrar los llamados “te de canastilla” con el afán de colaborar con la familia que espera un nuevo miembro, al tiempo esta celebración se convierte en todo un acontecimiento social ( teniendo presente que no se debe generalizar); a tal punto que la misma futura madre organiza y convida para su “te de canastilla”, y hasta le asigna una cuota para que paguen las personas que quieran participar; relegando muchas veces a quienes en verdad se regocijan con

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