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Sistema Preventivo De Don Bosco


Enviado por   •  15 de Abril de 2013  •  3.615 Palabras (15 Páginas)  •  973 Visitas

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EL SISTEMA PREVENTIVO, EXPRESIÓN DEL ALMA EDUCATIVA Y PASTORAL DE DON BOSCO

El sistema educativo que Don Bosco nos dejó está estrechamente unido a su persona, a su forma de actuar y de responder a los retos que le plantearon sus tiempos. Don Bosco no nos ha dejado una teoría educativa plasmada en unos escritos o instituciones ya hechas, sino un estilo de actuar, una historia personal. Su originalidad, por tanto, hay que buscarla en la praxis y en el quehacer diario. No se trata, pues, de entender un sistema de ideas, sino de entrar en contacto con una vocación pedagógica, con una experiencia vital y de fe.

Por otro lado, el Sistema Preventivo en Don Bosco no se limita a una realidad pedagógica, sino que está íntimamente unida a otras preocupaciones que la inspiran y a veces la superan: la preocupación caritativa, por la que quería liberar de la pobreza y miseria a los jóvenes y se sometía por ellos a la penosa tarea de pedir limosna, la tensión pastoral que le llevaba a buscar la salvación cristiana del pueblo y a intervenir en un campo mucho más amplio: prensa, misiones, devoción popular, etc, su misión de fundador de una nueva forma de vida religiosa adecuada a unos tiempos y a una sociedad cada vez más autonómica y secular. Todas esas realidades se fundieron en una vigorosa síntesis que Don Bosco mismo llamaba «su Sistema».

Pero ese sistema no quedó cerrado y fijo al morir Don Bosco. Heredado por un movimiento de educadores, éstos lo aplicaron y desarrollaron a lo largo de cien años a través de gran variedad de programas e instituciones educativas. El Sistema Preventivo, precisamente porque es una vida, no puede reducirse a un tiempo y a una institución; es una corriente pluriforme de contenidos, metodologías, criterios, instituciones, experiencias…, focalizadas alrededor de un núcleo identificador, formado por unas cuantas intuiciones educativas y pastorales claves y por unos criterios y objetivos inspiradores de un talante o actitud concreta. Con este núcleo se afronta la realidad y se crean respuestas adecuadas en cada momento.

Por tanto hoy no se trata tanto de estudiar científicamente una nueva teoría pedagógica, sino de aproximarse lo más posible a un estilo de vida, a un modelo de arte educativo, a un ambiente creado alrededor de aquella personalidad a la vez suave y fuerte, humana y sobrenatural; de participar en su fuego interior, en su profunda experiencia pastoral inspiradora de su actuación y, desde esta sintonía con Don Bosco y los educadores que le siguieron, abrirse a la actual situación de los jóvenes, percibir sus retos y crear una respuesta adecuada.

SU PRINCIPIO FUNDAMENTAL: LA INTEGRALIDAD DE LA RESPUESTA

EDUCATIVA Y PASTORAL

Una de las características de los grandes genios es la capacidad de hacer síntesis originales y propias con elementos que a otros parecían contrarios o difícilmente armonizables.

Toda la vida, la obra y el pensamiento de Don Bosco están dominados y unificados por una idea que es, al mismo tiempo, una aspiración totalizadora: la salvación redentora en la Iglesia católica: ayudar a que todos encuentren en la Iglesia a Cristo y en Cristo el sentido de su vida y el camino de una realización liberadora de lo mejor de sí.

Todo lo que le parecía estrechamente conexo con ello y concretamente factible, se hacía imperativo para él. Movido por ese objetivo final, que es como su orientación fundamental, Don Bosco asume todo lo que encuentra y se esfuerza por hacerlo realidad, atento a la experiencia, a cuya luz revisa y mejora continuamente su actuación.

Esta síntesis original de elementos diversos que se apoyan mutuamente en una convergencia armónica, es lo que queremos expresar cuando hablamos de «integralidad». Constituye la primera característica del estilo de actuar que nos ha dejado Don Bosco: una dinámica focalización de todos los elementos, intervenciones y posibilidades hacia un objetivo común: la pro-moción integral de los jóvenes, sobre todo los más pobres y en dificultades.

Este es uno de los retos más importantes de nuestra sociedad tan compleja y pluralista, en la que se da una súper-especialización de intervenciones e instituciones, una yuxtaposición y nivelación de valores y experiencias y una fraccionalización de vivencias que impiden al hombre concebir y asumir un proyecto de largo alcance que dé sentido global a toda su existencia y así experimentarse salvado.

El centro de su sistema: la persona del joven

El centro de interés de la práctica tanto educativa como pastoral de Don Bosco, es la persona del joven considerada en toda su integralidad, como persona en este mundo en relación con Dios: hacer del joven «un honrado ciudadano y un buen cristiano».

Con este programa quiso él responder, desde la práctica, a los que sostenían que la religión era un obstáculo para una auténtica educación abierta al progreso y a los valores humanos y sociales emergentes.

Hoy el reto sigue en pie en nuestra sociedad secular, que piensa que lo religioso no entra ni debe interferir en los problemas humanos y sociales. En ella se fomenta un dualismo profundo entre la fe y la vida que desemboca o en una religión sin influencia alguna sobre la vida, el pensamiento y la realidad social de la persona, o en un comportamiento amoral en el que sólo cuentan los valores técnicos e inmediatos. Una fe cada vez más relegada a la esfera de lo privado y subjetivo y, en consecuencia, ausente de las grandes decisiones colectivas.

Un educador que lleve consigo esta visión, no puede menos que comunicarla consciente o inconscientemente. Por eso hemos de revivir personalmente la integralidad del proyecto de Don Bosco.

Ello supone hoy tres cosas:

• Formular y compartir un proyecto educativo centrado en la persona, vista a la luz de su des-tino definitivo ante Dios.

• Realizar cada elemento del proyecto en profundidad, consciente que tras lo didáctico está lo educativo, dentro de lo educativo está la orientación de la vida, dentro de la vida está la búsqueda de sentido.

• Hacer una propuesta de fe que dé significado salvífico a todos los aspectos de la vida cotidiana, no sólo a los considerados religiosos.

Contenidos concretos de esa integralidad: el trinomio de Don Bosco

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