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Tenemos derecho a la blasfemia?


Enviado por   •  23 de Abril de 2015  •  Prácticas o problemas  •  709 Palabras (3 Páginas)  •  162 Visitas

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¿Tenemos derecho a la blasfemia?

La segunda fuente de discrepancia es acerca de los límites de la libertad de expresión. Tampoco he leído a nadie medianamente sensato arguyendo que los actos que enlutaron a Francia estuviesen justificados por el perfil ofensivo de Charlie Hebdo. Se han ocupado, sin embargo, expresiones más temperadas que en cierto modo pretenden que los caricaturistas muertos carguen con una cuota de responsabilidad en lo sucedido, una especie de “algo habrán hecho” para hacerse acreedores de tamaña carnicería. Confieso que me parece un razonamiento repugnante, similar al que usan los apologistas del abuso sexual cuando culpan a la ropa de las mujeres. Me interesa, nuevamente, una pregunta más precisa (que según ha trascendido dividió al propio equipo editorial de Al-Jazeera): ¿deben tener los individuos un derecho a la blasfemia, o en general un derecho a expresarse en términos que puedan resultar ofensivos para terceras personas?

Algunos creen que no debiera existir tal derecho. En esta posición suelen concurrir los representantes de los tres grandes monoteísmos de nuestro tiempo. No es sorpresivo: están defendiendo el mismo negocio. Las barreras de inmunidad que se levantan para una, se levantan también para las otras. Fuera de las comunidades religiosas también se escuchó este argumento: del “Yo soy Charlie” pasamos al “Yo no soy Charlie”. Estos últimos quisieron separarse de la manada, esgrimiendo que el tipo de periodismo que realizaba Charlie Hebdo era abusivo, degradante, opresivo, racista, imperialista, y una larga lista de etcéteras. Nada de lo cual enorgullecerse para enarbolar una bandera. Finalmente, aparecieron las “palomas” de la libertad de expresión, que como el ex ministro Rodrigo Hinzpeter, escribieron que ésta debe ejercerse “con delicadeza, sin derecho a burlarse majaderamente, con sentido de responsabilidad y con inteligencia”.

Una vez más, todas estas aproximaciones me parecen pobres o incorrectas. En primer lugar, el derecho a la blasfemia es fundamental en las sociedades seculares porque asume que la narrativa religiosa es igual de importante que cualquier otra narrativa política, social o cultural. Las ideas religiosas no están dotadas de una protección especial contra la crítica, la que muchas veces se articula en forma de sátira o parodia como vehículo de comunicación. Es justamente lo que hacía el Club de la Comedia con los sketches de Jesús, erróneamente sancionados por el CNTV. Así lo ha reconocido también el propio jefe de la Iglesia Católica en Francia, que ha defendido la libertad que le permitió a Charlie Hebdo ridiculizar –una y otra vez– los dogmas de su religión como síntoma de madurez.

Respecto de que quienes rechazan la etiqueta Je suis Charlie, tengo la impresión de que no han entendido el sentido del eslogan. Éste no busca la

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