¡UN OJITO AL SANTUARIO!
AlejanveiEnsayo16 de Noviembre de 2022
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¡UN OJITO AL SANTUARIO!
Min. ALEXANDER MAURERA.
El desarrollo del movimiento adventista y su doctrina es realmente el resultado de la intervención Divina. Dios, que controla el curso de la historia (Dan. 4:25), preparó el escenario para el surgimiento de su pueblo e hizo de éste, el depositario de las verdades que para en el tiempo del fin debían volver al estrado (Apoc. 10:11).
Cuando Dios ordenó construir el santuario en el desierto, lo hizo con la intención de dar al pueblo una lección objetiva de las verdades espirituales y eternas. Dios mismo quería habitar en medio de su pueblo (Éxo. 25:8), quería estar a su lado y gozar de su amistad.
El santuario terrenal fue el recinto sagrado donde Dios moró con su pueblo en la antigüedad, pero obviamente era sólo un símbolo de una verdad superior, una verdad que hoy se convierte en el centro de la experiencia vivida por los que reconocen a Cristo como el Redentor del mundo, como su intercesor y como el único que le puede dar la garantía de la vida eterna gracias al ministerio sumo sacerdotal que desarrolla actualmente en el cielo (Heb. 9:11, 24).
Importancia de la doctrina del santuario para el adventismo
La doctrina del santuario es por excelencia la verdad bíblica en que la iglesia adventista se fundamenta y constituye su razón de ser. Ésta se interesa en presentar ante el mundo la realidad del ministerio Sumo Sacerdotal de Jesús en el cielo, prefigurado en el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento, que se realizaban en el tabernáculo terrenal. Todas las implicaciones de esta verdad tal como la presentan las Escrituras, van en discordancia con la teología popular y contemporánea.
No debemos perder de vista que el tema del Santuario debe ser estudiado en el contexto del gran conflicto entre las fuerzas del mal y el poder del bien, teniendo como fundamento la Biblia como la luz mayor, y el Espíritu de Profecía como la luz menor.
Es de vital importancia tener en cuenta el testimonio tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, quienes declaran de manera inequívoca que el santuario terrenal fue una “sombra” o imagen del modelo original que está en el cielo (Éxo. 25:40; Heb. 8:2,5).
Quisiera que le demos un vistazo a una declaración que encontramos en El conflicto de los siglos:
“El asunto del santuario fue la clave que aclaró el misterio del desengaño de 1844. Reveló todo un sistema de verdades, que formaban un conjunto armonioso y demostraban que la mano de Dios había dirigido el gran movimiento adventista, y al poner de manifiesto la situación y la obra de su pueblo le indicaba cuál era su deber de allí en adelante”.
La Iglesia Adventista tiene un mensaje específico y glorioso para proclamar “a cada nación, tribu, lengua y pueblo” (Mat. 28:18-20; Apoc. 14:6-12). Es el Evangelio eterno, predicado por los discípulos, olvidado al pasar del tiempo, pero, gloria a Dios, retomado y anunciado ahora por el remanente. Los servicios del santuario fueron un libro de texto sobre la salvación. Por esta razón, el estudio del Santuario y sus servicios no solo clarifica el significado de los rituales que se realizaban allí, sino que también arroja luz sobre el ministerio celestial de Cristo.
Las Escrituras nos introducen de una manera magistral en los aspectos salvíficos de la liturgia y de los servicios del santuario celestial. Entre la cruz y el glorioso regreso del Señor, Cristo oficia como sacerdote real, como “ministro del santuario, y de aquél verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre (Heb. 8:2), como el Abogado (1Juan. 2:1) e intercesor para los que creen en Él (Rom. 8:34).
Existen tres cosas que no pueden separarse de la obra redentora de Cristo,
La Identidad Histórica del Movimiento Adventista.
La Teología del Movimiento Adventista.
La Misión del Movimiento Adventista.
La doctrina del Santuario es la verdad estructural, distintiva y característica que identifica a la Iglesia Adventista del Séptimo Día de todos los demás grupos religiosos del pasado y el presente. Fue la primera doctrina descubierta y enseñada después del chasco en 1844. La Iglesia Adventista que surgió como cumplimiento del tiempo (ver. Dan. 8:14; 12:4,7,9; Apoc. 10:2,5,7,9,10; 11:1; 14:6-12) fue la que enseñó esta verdad que había sido olvidada por la Iglesia Cristiana de la Edad Media y la de la Reforma. La doctrina del Santuario apareció a la hora predicha del Juicio de Dios, cuando llegó su turno en el escenario de la historia de este mundo, cuando el conflicto llegó a su momento cumbre. La verdad del Santuario es la que ilumina el desarrollo del plan de redención en el reloj divino, e identifica tanto sus componentes claves, como el momento histórico en que tendrían lugar y la oposición histórica de los enemigos de Dios que confrontaría, en armonía con las profecías de Daniel (La cursiva es mía). Cuando estudiamos el Santuario vemos la obra redentora de Cristo de manera integrada y lo vemos a Él como una Víctima Sacrificial, Sumo Sacerdote, Mediador, Juez, Abogado y Rey.
No puedo, ni debo dejar de decir entonces a esta altura de mi trabajo, que Cristo es quien le da su identidad al movimiento adventista y a través de su doctrina del Santuario hace una exposición magistral del plan de salvación y provee la columna vertebral de la fe adventista. Es aquí donde radica la importancia de esta doctrina para la Iglesia Adventista. Podríamos recordar lo que dijo Amán al rey Asuero con referencia al antiguo Pueblo de Dios, cautivo en Persia, y que puede aplicarse con mucha propiedad a la iglesia remanente: “Hay un pueblo esparcido y distribuido entre los pueblos en todas las provincias de tu reino, y sus leyes son diferentes de las de todo pueblo” (Est. 3:8).
Esta doctrina no es una enseñanza desvirtuada de la verdad Bíblica, como pretenden hacerla ver algunos enemigos de la iglesia, sino la verdad presente, el mensaje oportuno para este tiempo, que encierra las verdades distintivas del pueblo de Dios, tales como la distinción de las dos leyes, la luz del sábado como día de reposo, la doctrina de la justificación, santificación y redención en Cristo Jesús, y la segunda venida de nuestro Señor.
Por qué Satanás odia tanto la verdad del santuario
No es una idea descabellada, ni para extrañarse, decir que Satanás odia de manera sorprendente la verdad del Santuario, teniendo en cuenta que dicha verdad revela la identidad del pueblo remanente en el tiempo del fin, el mensaje que debe anunciar y la victoria que ha de cosechar en el día final, teniendo como puntos esenciales: el exterminio del pecado y la vindicación del carácter de Dios.
Toda la obra que se desarrolla en el Santuario Celestial en este preciso instante, como lo vamos a demostrar en el tercer capítulo de este ensayo, está orientada hacia la reconciliación plena de Dios con el hombre.
Desde el Génesis (Gén. 3:15) hasta el Apocalipsis (Apoc. 1:1-3), encontramos testimonio de la intención de Dios de defender a su pueblo y de proveerle de todo lo necesario para que encuentre finalmente la victoria y pueda vestirse con ropas blancas, representación de justicia; y que sus nombre puedan estar escritos en el libro de la vida y el Cordero y Sacerdote pueda confesarlos delante de su Padre (Apc. 3:5; 19:8; 21:27).
El Señor dio evidencias concretas y abundantes de la realidad de un santuario celestial a Juan, quien las transcribió en el Apocalipsis, entre las cuales podemos citar: Apoc. 4:5; 8:3; 19. Los pioneros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día las descubrieron en el momento preciso y de esta manera hoy tenemos la luz que nos distingue del resto de los cristianos y que debemos llevar a todo el mundo.
Es por esto que Satanás, conociendo que le queda poco tiempo, anda como león rugiente buscando a quien devorar, y desea hacer caer, si le fuera posible aún a los escogidos, pero tú y yo, no debemos temer, y te invito a que te asegures en Jehová y me uno al apóstol San Pedro que dijo: “… resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. Más el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca” (1 Ped. 5:9,10).
El testimonio de la historia
Si consultáramos en la historia, nos percatáramos de los abundantes intentos del enemigo para destruir todo lo que Dios, siguiendo el plan que diseñó desde el principio, ha hecho, hace y hará para asegurarle a su amado pueblo la restauración y la vida eterna.
Sin embargo, me place hoy, tener la seguridad de que todos los intentos de nuestro enemigo, han sido fallidos.
El año 31 d.C. es significativo por la profecía de las 70 semanas de Daniel 9:24. En este año por lo menos sucedieron cinco acontecimientos que la dan relevancia y sentido a esta fecha, los cuales voy a mencionar a continuación:’
La muerte del Mesías.
La resurrección del Mesías.
La inauguración de Santuario Celestial.
El Pentecostés.
La fundación de la Iglesia Cristiana.
En el 1517 se inició la reforma protestante con Martín Lutero, cuando clavó sus 95 tesis en la puerta de la iglesia, en Wittenberg, Alemania.
En 1844 surgió el remanente del fin, ocurrió el gran chasco predicho en Apocalipsis 10 y comenzó el Juicio final (en su fase investigadora).
En 1888 se reactivó el mensaje de la justificación por la fe.
En 1901 se establecieron las Uniones. Se dio la restructuración eclesiástica debido al crecimiento de la iglesia.
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