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Un extracto de la historia


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2012  •  Ensayos  •  1.118 Palabras (5 Páginas)  •  259 Visitas

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Martín le tocó este Halloween la tediosa labor de acompañar a los niños del vecindario en su búsqueda de caramelos tocando puerta por puerta. Todos los años uno de los padres era el encargado de vigilar a los pequeños mientras corrían alegres acumulando dulces y chocolatinas. No es que a Martín no le gustaran los niños, los adoraba, pero tener que controlar a tanto pequeñajo era un trabajo agotador. A su hijo de ocho años le podía pegar un par de gritos para calmarlo pero cuando su misión era vigilar los hijos de los demás su función era mucho más difícil.

Aún así tenía que reconocer que lo estaba disfrutando mas de los que esperaba, los niños se estaban portando muy bien y estaba viendo a su hijo disfrutar. Además los vecinos del barrio residencial donde vivía eran realmente amables con los niños e incluso con él, ya que varios le ofrecieron golosinas y le daban ánimos con el arduo trabajo que controlar a más de una decena de fierecillas. Aunque como en todo vecindario siempre hay un viejo cascarrabias al que todos los niños le tienen miedo.

Don Clemente era el prototipo de viejo viudo y amargado que aparece en las películas… El típico anciano que no devuelve el balón a los niños cuando cae en su jardín y vivía en un viejo caserón de esos que provocan un escalofrío al pasar. Martín sabía que nunca abría la puerta a los pequeños en Halloween y mucho menos les daba caramelos, pero era su obligación acompañar a los niños a golpear la puerta. Por lo menos sería una buena excusa para asustar un poco a los niños y poder controlarlos un poco mejor.

Su sorpresa fue mayúscula cuando a los pocos segundos de golpear la puerta de Don Clemente éste apareció totalmente cubierto por una sábana blanca, un disfraz improvisado de fantasma que pareció encantar a los niños. Al fin el ogro (como le llamaban algunos) se había ablandado y repartía caramelos, chocolatinas y manzanas caramelizadas entre los pequeños. Nunca articuló ni una palabra pero sin duda era todo un avance en su actitud. Martín agradeció el gesto y se despidió de Don Clemente con un apretón de manos. Le llamó la atención que usara guantes dentro de casa, pero la verdad es que el viejo era tan excéntrico que no le dio mayor importancia. Al menos no hasta pasados diez minutos…

El hijo de Martín súbitamente comenzó a vomitar, parecía que se estuviera ahogando y aunque seguía respirando lo hacía de forma muy débil y superficial. Segundos después comenzó a convulsionar en el suelo y sus labios tomaron un color azulado. El tiempo que tardó en llegar la ambulancia se le hizo eterno. Al llegar los sanitarios el niño estaba en coma, le entubaron para ayudarle a respirar y salieron a toda velocidad hacia el hospital mientras la sirena de la ambulancia sacudía con su estruendo el pacífico y tranquilo barrio.

A pesar de todo el esfuerzo del equipo médico el hijo de Martín falleció en menos de media hora. El médico de guardia nunca había visto un caso como el de esa noche, pero si había leído mientras cursaba medicina un caso similar. Un envenenamiento por cianuro.

Rápidamente revisó en la mochila que aún llevaba el cadáver del niño y encontró la bolsa de caramelos que había recolectado ese Halloween . Un inconfundible olor a almendras amargas (olor que normalmente tiene el cianuro) se desprendía de una de las chocolatinas.

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