El rol del diseño en el mundo actual
IambluenatEnsayo3 de Noviembre de 2019
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PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
Maestría en Diseño para la Innovación de Productos y Servicios
Facultad de Arquitectura y Diseño
Preparación, Evaluación y Gestión de Proyectos
Natalia Hernández Sánchez
Septiembre 15 de 2019
El rol del diseño en el mundo actual
Si bien sabemos que el diseño es una disciplina que como muchas otras requiere de ciertas formas y actividades para llevarla a cabo de manera óptima, también se debería tener en conocimiento que es uno de los tantos procesos pensados para resolver una necesidad por lo general, humana. La mayoría de veces las personas piensan que el diseño es simplemente que lo que está al alrededor se vea más “bonito”, pero el trasfondo de esta profesión va mucho más allá, pues cada elemento es pensado para que cada objeto o servicio exista con la intensión de mejorar la calidad de vida de los seres humanos.
Cuando hablo de diseño me refiero propiamente al diseño industrial, donde es preciso principalmente definir el problema y posteriormente ofrecer la solución: cómo se debe hacer, en qué momento es preciso ejecutarla, quienes serán los involucrados en todo en este proceso,todo de una manera integrada, que incluya parámentros estéticos, funcionales y prácticos entre otros tantos planteamientos que contínuamente surgen, sin descuidar a quienes hacen uso de las soluciones, cuánto dinero costarán y si resuelven todas las problemáticas para las que fueron planteadas entre otros factores determinantes para evaluar su éxito.
Aquí empieza entonces la dualidad: ¿Diseñar es bueno o es malo? Más allá de si diseñar puede ser bueno o malo, me atrevo a afirmar que el diseñar tiene características particulares que hacen de la acción un ejercicio positivo en la medida en que se haga buen uso del mismo. Cuando decimos “buen uso” nos enfocamos en que, como cualquier otra ciencia, es importante que tenga ciertos principios que lo condicionen, en este preciso caso, el diseño siempre va enfocado al bienestar de todos. Si nos remitimos a la geografía por ejemplo, es un punto de partida determinante del cual todo diseñador parte como base para generar sus propuestas e ideas. Es de suponer que lo que funciona en oriente no necesariamente tiene que funcionar en occidente. Aunque la globalización ha sido un proceso paulatino de muchos años atrás y ha sido un gran canal de comunicación entre lugares, no garantiza una homogeneidad, tampoco las acciones y mucho menos los sentimientos. No existe un país que tenga exactamente las mismas tradiciones que otros, por lo cual
“Hay que respetar las culturas, pero hay que tener también en cuenta sus imperfecciones y cómo, al igual que en la nuestra, también en las otras culturas, existen supersticiones, ficciones, saberes acumulados y no criticados, estructuras de poder, costumbres vejatorias y opresivas.” (Yate, 2010, p.15).
En ese sentido cada cultura, costumbre, rito, etc., tiene una mirada propia del diseño, y éste, respondiendo a esas características no tiene por qué ser genérico.
Un factor adicional es que además se dice que en el diseño industrial,
“sucede muy frecuente que la caracterización de los productos depende del estatus del mercado potencial; es así como se cree –erróneamente-, que los usuarios con mayor poder adquisitivo son los que deben poseer los “mejores diseños”, en los cuales todas las características del producto se encuentran en completa armonía; y las personas que carecen de este poder deben conformarse con diseños menos eficaces”
(Yate, 2010, p.21).
Pero lo anteriormente mencionado no es más que una descripción sesgada de lo que el diseño busca.
Es de suponer que el diseño al considerarse una disciplina humanista, está puesto para el servicio de la sociedad y no debe discriminar, tampoco ponerse en tal posición que sólo sea para una pequeña porción de la población, por el contrario, y aquí me atrevo a lanzar mi juicio de valor, el diseño debería establecerse como un sistema entre las partes, donde ayude a resolver las problemáticas más cotidianas de las personas sin mirar sus posibilidades, mucho menos su poder adquisitivo. Simplemente debería ser desde todos, con todos, para todos, en términos generales: no excluyente.
El alemán Dieter Rams, uno de los diseñadores industriales más importantes del siglo XX, célebre por trabajar muchos años para Braun, plantea que el Buen Diseño es innovador, útil, estético, discreto, comprensible, honesto, duradero, minucioso, y sostenible (Rams, 2009).
Es aquí donde hago un llamado a actualizar estos manifiestos que si bien han sido exitosos durante tanto tiempo, ahora deben estar y ser en relación al mundo actual y es por ello que traigo a memoria el término diseño inclusivo.
Un caso particular de ello, es el arquitecto colombiano Luis Guillermo Sañudo Vélez, quien afirma que “en el diseño de objetos muy pocas veces se cumple la función de accesibilidad y la inclusión social. Es decir, que muy pocos de ellos están pensados, por ejemplo, para gente con discapacidades.” (Sañudo, 2015).
Después de tratar un poco acerca de la historia en el siglo XX, aclara que los diseñadores, pasada esta época empezaron a tener en cuenta a las personas que tenían algún tipo de discapacidad, y que desde ese entonces, ha tenido en cuenta todas esas diferencias y de igual manera ha incorporado sistemas que permiten que estos individuos no sean excluidos, en términos tangibles, sistemas táctiles, de audición, rampas, puertas especiales, artículos con ruedas y un sin fin de objetos para que estas personas puedan participar con mayor accesibilidad y facilidad en nuestra sociedad.
Es aquí donde podemos entender cómo el diseño depende totalmente del contexto en donde se sitúe, pues de ahí partirá el lograr buenos proyectos, dependiendo de las exigencias que presente cada sociedad. Diseñar en la actualidad es todo un compromiso social, pues se debe lograr y garantizar la satisfacción de quien lo recibe. Suena fácil pero es todo un reto, ejecutar todo lo posible para que cada persona quede satisfecha con cualquier producto o servicio por pequeño que sea.
Según el reconocido diseñador Karim Rashid, icónico por “diseño para todos”, expresa que
“el diseño se basa en una gran cantidad de criterios complejos: la experiencia humana, los comportamientos sociales, los problemas mundiales, económicos y políticos, la interacción física y mental, la forma, la visión y una comprensión rigurosa y el deseo de la cultura contemporánea. La fabricación se basa en otro colectivo de criterios: la inversión de capital, cuota de mercado, la facilidad de producción difusión, crecimiento, distribución, mantenimiento, servicio, prestaciones, calidad, las
cuestiones ecológicas y la sostenibilidad”. (Rashid, 2013)
Hay muchos objetos que no son necesarios para la subsistencia del ser humano en su entorno, pero sin embargo existen porque a través del tiempo se han creado y establecido como fuentes importantes para el ocio, el entretenimiento o como forma de estatus. Maslow (1954), psicólogo americano hace mención a los deseos y la importancia de que estos junto con otros componentes sean cumplidos según su Jerarquía de las Necesidades.
El diseño entre otras tantas cosas, debe ser preciso, no cuantificable por ecuaciones ni nada parecido, sino en la medida que debe ser justo, es decir siempre debe ser lo que es, sin aparentar de más o de menos. Solo debe tener como meta dar solución y satisfacer a quien hace uso de él.
Entre otros factores, algo a tener en cuenta, es que en los últimos tiempos es que
“La competencia desleal entre los diseñadores es frecuente en el contexto en que vivimos, ya sea por la tolerancia de nuestro sistema, de nuestra falta de cultura de diseño o por la necesidad en un país con restringidas oportunidades de desempeño en la profesión de diseñador industrial”. (Yate, 2010)
A mis ojos con la llegada de nuevas tecnologías tengo la sensación de que el diseño ya no tiene límites, pasó de ser una profesión no reconocida por muchos, a ser aquella disciplina cuyo poder es tan grande como para transformar el mundo entero; sin embargo el educar a la sociedad sobre la importancia de esta ciencia es clave para que en el futuro sea inherente a la vida misma. Nadie dice que es un trabajo sencillo, pero si es necesario porque puede transformar incluso formas de comportamiento, un cambio.
A propósito de esta última palabra, Ezio Manzini (2008), diseñador industrial italiano y profesor del Politécnico de Milán, menciona que “Ser un diseñador es ser un optimista: debido a los problemas, todos los problemas, incluso los más difíciles, todo lo que podemos hacer es suponer que existe la posibilidad de resolverlos, no porque no podemos ver las dificultades (diseñadores también deben ser realistas), sino porque no tenemos otra alternativa.
También menciona que frente a un mundo a la deriva, tendiente hacia la catástrofe, necesitamos de realismo y optimismo más que nunca, pues al mismo tiempo tenemos que pensar en los problemas, en cómo es posible resolverlos, buscando soluciones. Quizá por eso estamos aquí hoy.
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