El Fracaso De La Escuela

EL FRACASO DEL LA ESCUELA

Por Martin Tavarez

El diseño curricular no tiene en cuenta las aptitudes e intereses individuales. “Un tamaño para todos”.

El currículo no se prepara con criterio científico. Los programas no tienen lugar para la incertidumbre ni las contingencias. Una vez uno sabe algo, lo sabe para siempre. Alvin Toffler escribió: “Los analfabetas del Siglo XXI no serán los que no sepan leer o escribir, sino los que no sean capaces de aprender, desaprender y volver a aprender”.

El currículo se hace con prisa. Hay que “saberlo y completarlo todo” en un semestre o en un periodo evaluativo, o no se hace nada.

Los que diseñan el currículo y realizan el calendario no poseen conocimientos prácticos ni profundos sobre todas las áreas del saber (¡a veces no los poseen sobre ninguna!). No se parte de conocimientos básicos para llegar a conocimientos avanzados. No se incluyen a tiempo programas que desarrollan destrezas importantes. La programación, por ejemplo, se inicia en los dos últimos años de enseñanza media.

El currículo raras veces tiene aplicación práctica para los estudiantes. Aprendemos los contenidos porque están en el currículo y siempre ha sido así. Este es un vacío tradicional en la escuela. Khalil Gibrán lo expresó de la siguiente manera: Tanto el conocimiento, como el fin del conocimiento y la aplicación del conocimiento son importantes para motivar a aprender. Un conocimiento sencillo que tiene aplicación es más útil que uno que no la tiene.

Vino nuevo en odres viejos. La ilusión de progreso que da la inclusión de las TIC’s. Compren más computadoras, instalen más data shows, usen más presentaciones Power Point. ¡Multimedios para las masas! Con eso creen que ya tienen resuelto el problema de la calidad de la educación.

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