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El Perfil De Un Ingeniero- Horacio C. Reggini


Enviado por   •  18 de Abril de 2015  •  3.525 Palabras (15 Páginas)  •  220 Visitas

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EL INGENIERO EN EL PRESENTE: VISION Y PERFIL

Ing. Horacio C. Reggini

Decano, Facultad de Ciencias Fisicomatemáticas e Ingeniería de la

Pontificia Universidad Católica Argentina.

La palabra "ingeniero" tiene su raíz en el latín: "ingenium". Por "ingenium" se entiende las disposiciones naturales de un ser humano o las cualidades innatas de una cosa. A esta primera acepción siguen "inteligencia", "talento", "genio". Sólo en la quinta acepción, "ingenium" designa tanto "invención" como "inspiración". De "ingenium" deriva "ingeniosus": el que tiene talento. A mediados del siglo XVI, "ingenioso" se aplicará a quien tiene habilidad para la invención o la construcción. En realidad, esta última extensión está implícita en la palabra originaria "ingenium", formada por la partícula in más el verbo gigno o geno que quiere decir engendrar.

De ahí que "ingeniero" nombre al que fabrica, diseña o inventa; que el ingeniero sea un inventor (siglo XVI). Que, históricamente, en un primer momento se aplique al que diseña o construye maquinaria militar y, a partir del siglo XVIII, también al que diseña o construye obras de utilidad pública, para después hacerse común a las diversas especializaciones.

En primer lugar me ocuparé de la acepción tardía de la raíz "ingenium", que da "ingeniero", es decir, de la palabra que aparece a fines de la Edad Media y con más fuerza en el Renacimiento para referirse a los responsables de la construcción de fortificaciones, armas, caminos y puentes militares. Más adelante me detendré en el significado primigenio.

En general, "ingeniero" está asociado con "máquina" que, según el origen latino "machina" designa un artefacto fabricado con arte. El verbo "machinor" quiere decir combinar, ejecutar, imaginar. Como apunta el diccionario Gaffiot, de alguna manera "machina" podría referirse a una cosa ingeniosa (sic). Por lo tanto, la asociación se establece con la quinta acepción de "ingenium".

Esto queda muy a la vista en inglés, idioma en que se habla de engineer (ingeniero) y engine (máquina), siendo la data de engineering (el arte de construir empleando el arte de un inventor) el año 1681 según el diccionario Oxford. Claro que también machine (máquina) es una palabra usual en inglés, pero si bien las afinidades con "ingenium" las entretejen, hay un matiz indiscutible porque "máquina" da "maquinar" y aquÍ, dejando en suspenso las connotaciones filosóficas y literarias, nos encontramos con una veta política que atraviesa el término.

Me he detenido en este umbral que constituye el origen y los usos de nuestro nombre de "ingenieros", no por alarde de erudición ya que los diccionarios me han llevado de la mano, sino para cumplir cabalmente con lo que entiendo que nos atañe, como iré consignando en estas líneas. Tenemos, creo, el deber de cobrar viva conciencia de que las palabras no son signos y sonidos huecos; las palabras tienen historia y se modifican según las épocas y las circunstancias. No se piensa primero y se habla después: se habla a medida que se va pensando. Como seres humanos somos ante todo lenguaje. Un lenguaje precario, dado que encarnado, pero que tiene un sello: "En el principio está el Verbo".

De lo dicho hasta ahora se desprende, por lo menos, que la trama de la que estamos hechos los ingenieros no es nada simple. Y añado, si bien esto lo dejaré para el final, que los ingenieros en primer lugar somos seres humanos, mujeres y hombres, y por lo tanto compartimos con el resto de los mortales un ingrediente que no debería olvidarse en nuestro cálculo de materiales y que Shakespeare destacó y expresó de modo sublime: "Estamos hechos de la misma materia de los sueños".

Pasaré a continuación a considerar -si cabe la abstracción en vista del análisis- diversos perfiles del tema que he presentado; o sea, intentaré desenredar los hilos de la trama ingenieril para examinarlos con cierta autonomía, comenzando, como ya lo adelanté, por la acepción tardía de "ingeniero", que lo asocia a "máquina".

La idea de máquina

El concepto de máquina en sÍ misma y las áreas que cubre se han modificado de manera singular en los últimos años. Es interesante advertir que la tecnología y la cultura "hablan entre sÍ": existe en efecto un vaivén visible de los objetos creados por la primera a las ideas corporizadas en esos objetos y viceversa, puesto que dichas ideas devienen modalidades culturales dominantes.

Hubo una época, cuando de niños y adolescentes nos entretenía desarmar aparatos mecánicos como podían ser los relojes antiguos o los molinillos de café. Inconscientemente, estábamos aprendiendo a pensar en partes e interconexiones. Todavía nos encontrábamos bajo los efectos de la mecánica de Newton que, válida para las distancias finitas, se proyectaba en una cosmovisión donde el todo semejaba un rompecabezas cuyas piezas -engranajes, palancas, levas- finalmente se articulaban en forma limpia y simple con gran precisión. La mecánica de Newton cambió radicalmente la relación entre el mundo de las ideas y el mundo natural y gravitó con fuerza en el pensamiento filosófico del siglo XVIII y sus epígonos.

Pero las cosas han cambiado desde entonces y muy diversas son las repercusiones de la física posterior con su asunción de lo infinito. Sin saber nada de ella, hace tiempo que los niños juegan o se interesan en objetos en los que el ingrediente mecánico tal vez ni existe. Y, en general, a nuestros ojos los artefactos electrónicos -especialmente computadoras- se presentan como una clase radicalmente distinta de máquinas, tanto que si las escudriñamos por dentro no alcanzamos a distinguir casi nada: no hay manera de explicar su comportamiento mediante "mecanismos".

Tan abrupto resulta el cambio que tendemos a no pensar en las computadoras sirviéndonos de conceptos físicos y mecánicos sino, más bien, de funciones psicológicas, como son memoria y saber, con su connotación

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