La Violencia En La Televisión
angelpersino29 de Julio de 2014
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En la década de los años setenta los estudios sobre la influencia de la televisión en los niños y adolescentes indicaban que los escolares veían un promedio de 1,5 a 3 horas por día la TV. En la década del ochenta, ese promedio se elevó de 2,5 a 5 horas por día.
Diversos autores coinciden en que los niños en edad preescolar, comenzando desde los dos años, miran alrededor de tres mil horas de TV antes de ingresar al primer grado del ciclo básico.
Durante el período de enseñanza primaria y secundaria, los estudiantes acumulan alrededor de diez mil horas de asistencia a clase, mientras que en el mismo tiempo gastan un promedio de quince mil horas frente a un aparato de TV. En conclusión, los niños y adolescentes contemporáneos dedican mayor tiempo a la TV que a la enseñanza formal.
Los estudios científicos demuestran que el consumo de TV aumenta gradualmente desde los tres años hasta el comienzo de la adolescencia. A partir de este período disminuye el promedio de horas frente al televisor, pero aumenta la preferencia por los programas violentos entre los varones.
También se ha concluido que los niños de bajo nivel socioeconómico ven más TV y tienen mayor interés por los programas violentos que los niños de niveles socioeconómico más altos.
Diversos estudios también revelan una correlación entre bajo rendimiento escolar y exceso de TV. Los niños con altos niveles de consumo manifiestan serias deficiencias en su capacidad oral y escrita.
Las estadísticas de los países donde se ha estudiado en profundidad este problema, revelan que el consumo tiende a mantenerse en los promedios actuales o a subir; pero en ningún caso a disminuir.
Violencia emitida y aprendizaje observacional
Uno de los análisis más completos sobre TV comercial en Estados Unidos, realizado por un equipo de expertos que dirigió G. Gerbner ('Violence in television drama'), demostró que el ochenta por ciento de los programas emitidos contenían al menos un incidente violento y que los programas de dibujos animados tenían la más alta frecuencia de actos violentos.
En la programación de TV de Argentina se llegó a contabilizar un promedio de treinta incidentes violentos por hora. Las cifras parecen exageradas, sin embargo su constatación es muy sencilla, basta sentarse frente al televisor en actitud crítica y sumar los episodios de violencia.
Un hecho importante descubierto en las investigaciones de la violencia en la TV es el fenómeno del aprendizaje observacional. Teoría avalada por muchos científicos que distinguen entre la adquisición de una conducta y su ejecución. De modo que la conducta aprendida puede ser almacenada y ejecutada posteriormente si se presentan las circunstancias apropiadas.
A partir de esta propuesta teórica se han realizado innumerables trabajos de campo cuyas conclusiones revelan patéticamente la relación entre la violencia difundida por TV y las conductas agresivas.
Los pioneros en investigaciones sobre la violencia ya aseveraban que los niños exhiben más conductas agresivas después de ver modelos agresivos en la TV o en el cine que en presencia de programas no agresivos o neutros. También se comprobó que los niños que muestran signos de angustia o malestar mientras observan escenas violentas, son menos propensos a tener conductas agresivas posteriormente.
Algunos ejemplos clarificadores
En un análisis efectuado sobre programas elegidos al azar en dos series que tuvieron gran repercusión en los públicos infantiles en la década de los ochenta ('Popeye' y 'He-Man'), se contabilizó en los treinta minutos que duran cada uno los siguientes hechos de violencia:
Popeye y sus amigos He-Man
35 golpes 28 golpes
8 mentiras 8 mentiras
24 burlas a una persona 1 muerte
4 "dulces conquistas" a una mujer 1 desaparición
tales como: tirarle del pelo, retorcer-
le el brazo, pegarle y encerrarla en
un armario.
Del mismo modo, el simpático Tom puede dar una clase de tortura en dos minutos: golpeando a un ratón con un libro, pegándole con una escoba, aplastándolo con la puerta o encerrándolo en las fauces de un perro. Estas escenas cotidianas forman parte de la pedagogía de la TV especialmente dedicada a los niños.
Sin embargo, no todas las investigaciones dan resultados alarmantes. Un estudio realizado sobre dos mil niños de Buenos Aires, encuentra que el promedio de horas diarias de consumo de TV está relacionado con la clase social a la que pertenece:
Clase media-alta 4 horas 06 minutos
Clase media-media 4 horas 37 minutos
Clase media-baja 5 horas 14 minutos
Clase baja 5 horas 55 minutos
Promedio general 4 horas 54 minutos
Estas cifras son significativamente más altas que la de los países desarrollados. Sin embargo, las conclusiones a las que llega el sociólogo José Luis de Imaz al analizar los resultados de la investigación mencionada son contradictorios con los efectuados en muchos otros países.
En el prólogo al libro ¿La televisión, forma o deforma?" (Merlo Flores de Ezcurra, Tatiana y Rey, Ana María), que contiene la investigación aludida, Imaz concluye: "La televisión argentina -mal que nos pese a los intelectuales- no siempre es la responsable del bajo rendimiento escolar, ni de la escasa ilustración, o de la pobreza del vocabulario que emplean los niños, o de su proclividad por las escenas de violencia. No, desde ese punto de vista la televisión no tiene tanta autonomía de vuelo, o por lo menos no podrá ser imputable de lo que ocurra en los medios sociales más pobres y deprimidos, ni en las familias peor constituidas".
"Las carencias de estos últimos -por el contrario- son de tal cuantía que entre ellos la televisión les amplía el vocabulario, despliega la fantasía o refuerza las pautas de violencia preexistentes en el medio..."
Algunos efectos estudiados
Los efectos que produce la recepción pasiva (no crítica) de programas de TV sobre las personas y esencialmente sobre los niños y adolescentes se puede analizar objetivamente a través de las reacciones que ellos mismos experimentan.
Mediante diversos estudios se ha podido comprobar la existencia de reacciones específicas cuando los niños son expuestos a programas con escenas predominantemente violentas. En estos casos los efectos pueden agruparse básicamente en siete categorías: imitación, liberación, estereotipo, refuerzo, miedo, acostumbramiento e identificación.
Imitación
Los niños tienen una marcada tendencia a reproducir en sus juegos acciones y actitudes observadas en su entorno (padres, hermanos, amigos, personajes de la TV, etc.). Aún antes de los tres años ya son frecuentes los actos por imitación. El niño copia o intenta hacer lo que otros hacen, ignorando la diferencia entre lo real y lo irreal, entre lo posible y lo imposible.
Así, que un niño se accidente cayendo de una escalera a la que intenta subir luego de haber observado cómo lo hizo su padre, es un efecto por imitación de la vida real. En cambio, de los programas de TV surgen efectos trágicos de imitación cuando los niños se "convierten" en Supermán, Batman o Robocop, es decir personajes irreales que se presentan a los niños como verosímiles.
Las experiencias demuestran que la contemplación de series violentas induce a los niños pequeños a provocar actos violentos.
Liberación
Al observar determinadas historias o escenas, algunas personas sienten una sensación de liberación, ingresan a un estadio psicológico en el que les resulta muy difícil controlar sus impulsos emocionales.
La exacerbación de estos impulsos desde escenas o argumentos de violencia o prostitución -por ejemplo-, incitan al menos latentemente a ciertos individuos. No hay evidencias de que la TV cause enfermedades mentales o alteraciones de la personalidad en los niños normales, per si que éstos encuentran en la TV un medio de escape de la realidad.
Estereotipo
La permanente exposición a escenas de contenido violento induce al receptor pasivo a internalizar que la única manera de resolver sus problemas y conflictos es por el camino de la violencia, con lo cual se fomenta la formación de patrones violentos, impropios del hombre como individuo y como ser social.
El niño tiende a identificarse con los valores que reflejan los personajes, en consecuencia adopta de los héroes violentos rasgos que se presentan como inevitables: la fuerza, el engaño o la violencia en sus múltiples formas.
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