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La utopia tecnologica y mentalidad tecnicista


Enviado por   •  30 de Octubre de 2017  •  Ensayos  •  2.685 Palabras (11 Páginas)  •  305 Visitas

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LA UTOPÍA TECNOLÓGICA Y LA MENTALIDAD TECNICISTA

Este problema del tecnocentrismo no es algo nuevo. En realidad empezó a gestarse de la mano de una cierta mentalidad que tuvo sus orígenes en el Renacimiento y alcanzó un claro perfil en la Ilustración. Habíamos dicho que la tecnología es tan antigua como el ser humano mismo, lo que es una manera de decir que el hombre siempre ha producido y aplicado tecnología --desde que se confeccionó una ropa rudimentaria para cubrirse y utilizó la piedra como instrumento para aumentar su fuerza--. La tecnología tenía su lugar y estaba muy lejos de constituir el centro de toda la vida del ser humano. El concepto de Aristóteles --techne-- recoge de manera general esto. 

A partir de la techne se irá evolucionando hasta llegar a lo que hoy conocemos como técnica y tecnología. Esta evolución ha conocido etapas. Hacia el siglo XVII se va a producir una bifurcación en la concepción de lo que es la técnica. Mientras por un lado se sigue desarrollando en directa relación a la persona humana, por otro comienza a generarse una mentalidad que irá poniendo a la técnica --y en cierto sentido a las ciencias experimentales-- como lo central, considerando el método en que se enmarca como la única fuente segura de conocimiento de la realidad y en el fondo como la solución a todos los problemas del ser humano. Es decir, comienza lo que hemos calificado como tecnocentrismo. 

El fenómeno, sin embargo, irá creciendo lentamente. Sus primeras manifestaciones aparecerán, como hemos dicho, hacia el siglo XVII. Resulta de enorme interés la atención que se despertó en algunos pensadores del Renacimiento que se proyectaron hacia la búsqueda de la sociedad perfecta en lo que se ha llamado la utopía después de la obra de Tomás Moro --editada en 1516--. Pero será en realidad un siglo después de Moro, con las obras de dos renacentistas tardíos, que se introduzca propiamente la reflexión sobre el papel de la técnica. Se trata del inglés Francis Bacon (1561-1626) y su relato inconcluso Nueva Atlántida --editado en 1627--, y del italiano Tomaso Campanella (1568-1639) con su obra La ciudad del sol --editada en 1623--. 

Es sumamente interesante el papel que le otorgan a la tecnología algunos de estos pensadores que han llamado utópicos. Diversos autores se han detenido en este asunto. Se puede mencionar por ejemplo a Ernst Bloch --quien profundiza en lo que llama las utopías técnicas--. Lewis Mumford, por ejemplo, afirma: «Las utopías más importantes del tiempo, Cristianópolis, la Ciudad del Sol, por no decir nada del fragmento de Bacon o de las obras menores de Cyrano de Bergerac, todas giran alrededor de la posibilidad de utilizar la máquina para lograr que el mundo sea más perfecto: la máquina fue el sustituto de la justicia, de la sobriedad y del valor de Platón; incluso si lo era asimismo de los ideales cristianos de la gracia y la redención. La máquina se presentó como el nuevo demiurgo que debía crear unos nuevos cielos y una tierra nueva. Al menos, como el nuevo Moisés que había de conducir a una humanidad bárbara a la Tierra de Promisión»[44]. 

Debe dársele un lugar destacado en la evolución de esta mentalidad tecnocentrista a Francis Bacon. Para no pocos se trata del primer pensador que enfocó su atención en la tecnología y su relación con lo que podría llamarse el mundo económico-social. Destaca sobre todo su obra Nueva Atlántida. Ésta constituye una curiosa proclama de fe en la técnica como instrumento tanto del conocimiento de la realidad como de la transformación de la naturaleza para la edificación de una sociedad ideal. Incluso se podría decir que para él la técnica es el saber supremo. Y aunque está en cierta manera ordenada a un orden moral y quizá también teológico-espiritual --la isla había sido evangelizada milagrosamente a través de unos escritos de San Bartolomé--, en la práctica ocupa el lugar central de la paradisiaca y desconocida isla de Nueva Atlántida. En efecto, nada merece tanta atención como el cuidado y desarrollo de las técnicas, en las que ven el secreto de la felicidad. 

Bacon imagina una isla donde se ha generado un sistema de aliento y protección de la técnica. Según su relato un famoso y sabio rey habría creado en el pasado una «orden o sociedad» que llama la Casa de Salomón, dedicada al «estudio de las obras y criaturas de Dios»[45]. Bacon ensaya una interesante descripción del objetivo de esta Casa que bien podría pasar como un intento de definir la técnica: «El objeto de nuestra fundación es el conocimiento de las causas y secretas nociones de las cosas y el engrandecimiento de los límites de la mente humana para la realización de todas las cosas posibles»[46]. La orden ocupaba un lugar preeminente en la vida de la sociedad de la Nueva Atlántida, con una jerarquía interna --conformada al parecer por sacerdotes cristianos--. 

No les falta razón a quienes sostienen que Nueva Atlántida es una obra que se adelanta a su tiempo en lo que a la técnica se refiere. En efecto, Bacon imagina una sociedad en la que se tienen conocimientos técnicos y científicos muy avanzados en casi todos los campos de la vida del ser humano. Algunos incluso son sorprendentes. Así, por ejemplo, se dice: «Imitamos el vuelo de los pájaros, podemos sostenernos unos grados en el aire. Buques y barcos para ir debajo del agua que aguantan la violencia de los mares, cinturones natatorios y soportes»[47] --es decir, cuentan con aviones y submarinos--. También han inventado el telescopio y el microscopio, y unos aparatos que aplicados a las orejas aumentan el alcance del oído, así como unos «instrumentos especiales para transferir sonidos por conductos y tuberías en las más singulares direcciones y distancias»[48] --¿acaso un tipo de teléfono?--. 

Pero no es este curioso sentido de anticipación lo más importante de la obra de Bacon en relación a la técnica. En su Nueva Atlántida plasma algunas de sus ideas que han llevado a que se le considerara en los tiempos de la Ilustración como un "profeta" del progreso tecnológico y científico. Bacon le otorga un papel central a la técnica como el instrumento útil que ponía la naturaleza al servicio de la humanidad. Presenta una especie de "glorificación" de la técnica. Para ello era clave el rol que jugaba la Casa de Salomón, dedicada al cultivo y desarrollo técnico. Nada hay más importante en la Nueva Atlántida que la técnica, la que desplaza otros aspectos de la vida. Para Bacon la técnica estaba por encima de todo. El local de la Casa de Salomón es presentado como una síntesis del saber y a la vez una especie de museo y catedral de la técnica. Allí se celebra una suerte de culto tecnológico, con «ciertos himnos y servicios de alabanza y gracias a Dios por sus maravillosas obras»[49]. «Para celebrar nuestras ceremonias y ritos --hace decir Bacon a los habitantes de Nueva Atlántida-- disponemos de dos larguísimas y hermosas galerías: en una de ellas colocamos los modelos y muestras de todo género de las más raras y excelentes invenciones; en las otras instalamos las estatuas de los inventores célebres»[50]. Los técnicos han desplazado a todos los demás --humanistas, educadores, filósofos, teólogos, santos, etc.--. La isla de Nueva Atlántida parece un reino gobernado por tecnócratas, y aunque aparecen referencias a Dios en realidad quedan marginadas de su sentido verdadero y de la vida de los ciudadanos de ese mundo utópico. 

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